10. Struck by Lightning.

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No tuve un minuto para pensar siquiera en buscar mi arma cuando Peter Wright había impactado su puño en mi rostro, y vaya si no dolió como el infierno. “¡Tu eres la responsable de que ella haya escapado!” Masculló furioso. “¡Todos ellos merecen morir, y ahora jamás recibirán lo que merecen!” Me tenía en el suelo, y aún así continuó pateándome con todas sus fuerzas. Me hice un ovillo para proteger mi caja torácica, cuello y cabeza, como me habían enseñado en la academia, así mis piernas y brazos recibirían los golpes. Eso no quiere decir que no doliera igual de mal.

En cierto momento se cansó, y los golpes cesaron. Me tomó un momento dejar el entumecimiento de mis extremidades a un lado para poder estirar mis brazos, y él pudo observar como mis puntos débiles estaban impunes. “No dejaré que salgas viva de esta. Tengo mucho tiempo para asegurarme de eso.” Me informó, arrastrando una de las sillas de mi buró al centro de la sala. Intenté levantarme, pero mis piernas no respondían. Comenzó a buscar algo entre los gabinetes de mi cocina, hasta que sacó un rollo de cinta gruesa y plateada. “Esto servirá.”

Me pateó un poco más antes de tomarme entre sus brazos y hacerme sentar en la silla. Mis piernas se estaban comenzando a dormir, así que supuse que podría tener algo roto o desgarrado. Ah, Evelyn, hubieras tomado una mejor carrera de medicina en lugar de psicoanálisis. No sé que cosa me rompió, pero no puedo dejar que rompa algo más.

Utilizando mucha más cinta adhesiva de la necesaria, me ató las manos detrás del espaldar de la silla, y los tobillos y rodillas a las patas frontales de la silla. “¿Qué esperas que haga?” Pregunté, “¿Qué obtienes tú con todo esto?”

“Virginia…” Susurró. “Puedo tachar a Virginia antes de lo planeado, luego puedo volver a mi orden inicial. Buscaré a Ashley Hernandez, señorita Ohio…”

“Sabes que estarás bajo arresto antes de poner un pie fuera de esta habitación, tienes una tonelada de muertos en tu historial, una agente del FBI en la lista te pondrá en espera para la pena de muerte, Peter.” Él me propinó otro golpe en el rostro.

“No me llames por mi nombre, perra manipuladora.” Sacó una navaja suiza de su bolsillo y la enterró en mi pierna. La pequeña pero filosa cuchilla de la herramienta estuvo dentro y fuera en un instante, y la sangre comenzó a brotar. Me quejé muy alto, y esto lo alertó de ponerme aún mas cinta en la boca, porque esta grandísima idiota no pensó en gritar para alertar a los vecinos.

Conté hasta cien, y luego hasta doscientos, pero el dolor era el mismo. Punzante, frío en intenso. Lloriqueé en silencio, rogando que no haya dado con alguna arteria importante.

Él seguía hablando, pero yo no podía escucharlo. Peter pareció darse cuenta, porque se enfureció y, con la cuchilla desenvainada aún en su mano, me golpeó de nuevo el rostro. La punta de la cuchilla logró romper algo de piel sobre mi ceja, y la sangre bajó rápidamente hacia mi ojo, obligándome a cerrarlo.

Maldije mi mala condición física que no me permitía mayor resistencia repetidas veces bajo la cinta que cubría mis labios. Debía considerar seriamente pedirle ayuda a Morgan en mi trabajo de campo. Me sentí débil en minutos y me dejé caer en la inconsciencia.

Para cuando abrí mis ojos de nuevo, noté que tuve dificultades con mi ojo izquierdo. Supuse que la sangre ya estaría seca en mis pestañas, y estaría inflamado por algún otro golpe, pero agradecí que el corte fuera superficial, pero me preocupaba mi pierna. Había luz entrando por la ventana de la sala. Sábado. Era sábado. El reloj de la cocina me indicó la una de la tarde. Sabía que por ser fin de semana nadie me buscaría. Incluso podría pasar medio día el lunes y pensarían que enfermé, o se irían en otro caso sin mí, y podrían pasar días. Me podría dar por muerta, pero no lo haría.

Mirando a un lado, encontré a Peter Wright dormido en mi sillón. Aproveché mi oportunidad y comencé a figurar un plan de escape, o por lo menos llegar hasta el teléfono.

Lamí la cinta de mi boca para deshacerme del adhesivo hasta que logré que cayera a mi cuello. Aspiré tanto aire como pude y comencé a intentar liberar mis muñecas, sin mucho éxito. Nunca me sentí tan impotente en mi vida.

Los minutos pasaban, y las probabilidades de que Wright despertara aumentaban.

No podía arrojar la silla al suelo sin hacer un ruido sordo, ni arrastrarme. Mis opciones eran muy limitadas.

Podría caer al suelo del modo adecuado, romper la silla y escapar, pero me aterra no ser lo suficientemente veloz. Podría pasarme como en la prueba de la academia, y no llegar a la salida a tiempo. O hacer ruido y no lograr romper la silla.

El timbre de la entrada del edificio sonó y me espanté. No pude pensar antes de arrojarme atrás y destrozar la silla. El sonido fue tanto como esperé, y actué tan rápido como pude mientras vi a Wright reaccionar.

Escuché la voz de quien estaba en el piso de abajo por el intercomunicador: “Evelyn, es Spencer, traje comida tailandesa, ¿Puedo…? Oh, sí, buenos días señora. Sí, voy al piso de arriba, claro, gracias. Evelyn, voy arriba.”

“Puedes apostar que él no llegará aquí a tiempo.” Amenazó Wright, con su cuchilla en mano. Me agarró por el cabello y grité tan fuerte como mis pulmones lo permitieron.

“¡Spencer!”

Wright enterró el cuchillo en mi estómago.

Lloré, mas bien chillé como un animal en tortura. Así me sentía. El sabor metálico de la sangre inundó mi boca, así que supuse que le dio al estómago. Vagamente pude distinguir a Spencer llamándome del otro lado de la puerta, pero para cuando pudo abrirla de una patada digna de Derek Morgan, Wright ya tenía su cuchilla pegada a mi cuello.

“Ni un movimiento.” Gruñó Peter apenas tuvo a Spencer a la vista, pero él no tenía ningún arma. Spencer puso sus manos en alto, y su mirada preocupada se mantuvo fija en mí.

“¿Qué tan mal estás?” Me preguntó suavemente. Rodé mis ojos ante lo obvio.

“Perfectamente bien, si dejas a un lado la…” Tosí, pude sentir la sangre saliendo de mi boca. El movimiento de mi garganta hizo que la cuchilla rozara mi cuello. “Laceración en el estómago y pierna, contusiones y demás, francamente no estoy en condiciones para bromear ahora.” Admití.

“Calla.” Me ordenó Wright. Pude distinguir el ruido de sirenas policiales acercándose, y luego una maldición de mi agresor. “No me atraparán de nuevo por ti, Virginia.”

Dichas estas últimas palabras, presionó el cuchillo de un lado de mi cuello al otro, haciendo un corte rápido. No podría decirles que pasó después, pero solo me sentí caer, y vi a Spencer intentar llegar a mi a tiempo. Creo que no tuvo éxito. Todo se tornó negro.

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Mientras ustedes procesan todos los acontecimientos del episodio, yo voy escribiendo el siguiente. Recuerden que es algo así como una maratón en vivo, así que también siéntanse libres de hacer todas las preguntas que quieran acerca de la novela o de cualquier otro tema en los comentarios mientras esperan el siguiente capítulo. ¡FELIZ SPOOPYWEEN!

Fear of the Dark - Spencer Reid.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora