6. Aim.

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Entró a la casa como si nada, la puerta estaba abierta. Decidí bajar por el balcón, ya que sería mucho más rápido que por las escaleras, pero no resultó tan elegante como había esperado. Estaba a medio camino de bajar por la enredadera que crecía pegada a la pared cuando escuché un disparo. Me asusté y caí un metro al suelo sobre mi espalda. Me tomó medio segundo recuperarme y correr a la casa con el arma en la mano.

“¡Arrojen las armas o le disparo!” Gritó el reportero. Me escabullí pegada a la pared, nerviosa y con la adrenalina corriendo por mis venas. Todos estaban en la sala, el reportero de CNN tenía a Ashley agarrada del cuello, apuntándole con el arma a la sien. Reid y Morgan, resignados, arrojaron sus armas al suelo. El reportero las pateó lejos y arrojó a Ashley de un golpe a la pared. Ella cayó duramente al suelo y se escondió en un rincón.

“Ahora, si quiero acabar con esto, debo acabar con ustedes.” Amenazó, cargó el arma y apuntó a Morgan.

Un subidón de adrenalina me hizo reaccionar antes de lo planeado. “¡Suelta el arma o te meteré una bala en cada ojo antes de que tengas tiempo de parpadear!” Grité, ubicándome en medio de Morgan y Reid, que tenían las manos al aire.

“Serví dos años en el ejército para obtener mi ciudadanía, creo que tengo más oportunidad que usted.” Respondió. Apuntándome a mi.

“Dos años, una pena que te convirtieras en reportero solo para hacer que las opiniones de gente como ella fueran escuchadas, debió haber sido frustrante, tanto esfuerzo para siempre estar en segundo plano. Lástima que no vengo a negociar contigo, no cuando estás amenazando la vida de una inocente y tres agentes del FBI, pon el arma en el suelo o…”

Antes de poder reaccionar, me golpeó el pómulo con la culata del arma. El golpe me arrojó al suelo, casi dos metros atrás. Ma ardía el lugar del impacto, y pude tocar la sangre tibia brotar de un pequeño corte que seguramente estaría muy colorido al día siguiente. “¡Evelyn!” Exclamó Reid, intentando acercarse a ayudarme. El reportero le apuntó el arma y le amenazó.

“Quieto ahí, serás al primero que mate.” Observé mi arma, que había acabado junto a la pared, a varios metros de distancia.

“Escucha, Peter, sabemos lo que pasaste para entrar al país y conseguir el trabajo de tus sueños, y luego simplemente escuchar a toda una raza de odio…” Persuadió Spencer, dándome tiempo para recuperarme del golpe.

El reportero, Peter, quitó el seguro de su arma y apuntó a Spencer en la sien. “No me comeré ninguna psicología barata, niño, me estoy cansando de jugar. Los mataré a todos ustedes, luego a la puta, y me iré de aquí.”

“Spencer, él no quiere hablar.” Mascullé, apoyándome en mis brazos y rodillas para dejar el suelo. “Te diré lo que quiere. Él quiere una maldita bala entre los ojos, pero no te daré eso Peter. Te daré diez segundos para que sueltes el arma o te volaré el dedo índice derecho.”

Vi por el espejo como me apuntaba. “Y yo te daré diez segundos para que te disculpes.”

Sonreí. “No nos estamos entendiendo, y te quedan cinco, ahora cuatro…”

“Tres, dos…”

Me arrojé a mi arma en el último segundo, rodé a mi espalda y le apunté a la mano. Disparé al dedo que estaba por jalar el gatillo y lo volé en pedazos. Él gritó y soltó en arma, mientras Morgan y Reid recuperaban sus armas y lo sometían de rodillas, diciéndole sus derechos.

Pegué mi espalda a la pared y me dejé caer lentamente por ella, hasta quedar sentada en el suelo. Calmé mi respiración lentamente, y toqué de nuevo la herida de mi pómulo. Escocía al tacto, pero no era nada que no hubiera experimentado ya. “Eso fue impresionante,” Murmuró Spencer, agachándose frente a mi. “Poco prudente, pero muy impresionante.”

“Buen tiro, linda.” Felicitó Morgan, llevando a un reportero asesino y esposado fuera. “Podremos irnos en pocas horas.” Y con eso, salió.

Paramédicos y policía comenzaron a entrar a la casa, atendiendo a Ashley y revisando la escena para preparar su reporte, pero Reid y yo permanecimos allí. Él llevo sus dedos a mi herida, acariciándola suavemente por encima. “Deberías pedirles que revisen esto.”

“No es nada.” Lo miré a los ojos. Me encantaban sus ojos. Realmente preciosos. “He estado peor. No soy conocida por mi prudencia, y tengo suficientes cicatrices para probarlo.”

Me sonrió de lado y se levantó, para ayudarme a hacer lo mismo inmediatamente después. Nos mantuvimos uno frente al otro un rato antes de volver a la realidad, pero mis pensamientos siempre volaban de vuelta a él, por mas duro que fuera. Y yo seguía recia a la idea de que me pudiera gustar precisamente él por tres razones. Uno; trabajamos juntos. Dos; somos demasiado iguales, y cosas así jamás funcionan. Y número tres; no estoy hecha para ser amada. Mis padres no me amaron, no tuve amigos que me amaran, y definitivamente no estoy segura de saber como amar.

Después de una incómoda bienvenida por el equipo —que no paraba de opinar sobre mi golpe— pude dormir otro rato en el avión, apoyada a la fría ventanilla. Dejando mis pensamientos flotar en un cálido río sin final, hasta que una turbulencia me sacudió fuera de él.

Estirándome un poco, me deshice de lo que quedaba de pereza en mi cuerpo. Poco después noté que Spencer estaba sentado frente a mí, leyendo un libro de Física. “¿He dormido mucho?”

Él levantó la mirada y apartó su libro, “No, alrededor de media hora.”

Jugué con mis dedos, sin saber que más decir, así que pregunté por su libro. “¿Algo interesante allí?” Spencer me frunció el ceño, pero tomó el libro en sus manos y lo sostuvo.

“Física, me concentraba en las teorías de la electrización en los cuerpos celestes según… Yo, ah.” Se detuvo, y lo miré esperando que continuara hablándome de su libro, pero él me observada, supongo que esperando algo de mí.

“Sigue.” Pedí, acomodándome sobre mis piernas para estar mas cómoda. “Suena interesante.”

Se mantuvo callado varios segundos, mirando sus dedos que descansaban sobre la cubierta del libro. “Eres la primera que me pide que continúe, a nadie le gusta que parlotee de más sobre información inútil.”

Esta vez fui yo quien arrugó el entrecejo, repentinamente molesta. “Pues es su pérdida, yo, por mi parte, quiero saber si hay tormentas eléctricas en otros planetas, aunque creo que no en este sistema solar, debido a que somos el único con la atmósfera adecuada para ellas, aunque quizá en otro de los miles de sistemas solares en nuestro brazo de Orion podría… Oh, ya entendí, lo siento, es tu tema. Edúcame.”

Spencer rió, haciéndome sentir aliviada, y me explicó más acerca de tormentas y campos magnéticos en otros planetas, si las leyes de la electricidad aplicaban allí, y discutimos acerca de qué pasaría si hiciera contacto con tierra y electricidad en la luna.

Fear of the Dark - Spencer Reid.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora