4: Pensamientos y Cervezas

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María P.o.V

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Bostezo largo. Otro. Qué pereza...

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Me pasé un dedo por el ojo, retirando las legañas que aún quedaban. Lo que me costaba despertarme tan temprano era una burrada. Menos mal que era sábado, y eso significaba que la semana lectiva acababa y en la academia nos dejaban el fin de semana libre.

Puse en mi bandeja un buen cuenco de cereales y una tostada. Un desayuno fuerte es importante. Y más sabiendo que si no desayuno en condiciones, el día se me hace cuesta abajo. Me dirigí a la cafetera y esperé pacientemente a que se hiciese la gasolina de mi motor mientras escuchaba el jaleo de los demás en el comedor. Poquísimas ganas de afrontar conversaciones tenía, la verdad. Quien se me acercase se iba a llevar una mala cara de mi parte.

—¡Buenos días, Mari! ¿Qué tal has dormido?—me preguntó una vocecilla que irradiaba energía desde unos tres kilómetros a la redonda—.

Alba era una excepción a lo anterior. Sonreí de forma mecánica cuando en mi campo de visión entró su pelo recogido en una coleta alta. Ojos despiertos, sonrisa impoluta, cuerpo activo...las 9 de la mañana eran...Y creo que ella se había levantado antes para salir a correr...

—Podría haberme quedado más tiempo en la cama, sinceramente. Pero no he dormido mal, no.

—A mí también se me pegan las sábanas un poquito—suelta una risilla. Si es que es una bola de amor, no le puedo poner mala cara.

La capacidad de leer los pensamientos me ha hecho ser algo desconfiada con la gente. Muchos aparentan ser algo cuando en sus adentros critican hasta la forma de tus orejas. Que sí, que no debería usar mi poder demasiado por temas de privacidad de la peña y porque me da jaquecas más gordas que 24 horas de fiesta... Pero la mayoría de veces lo uso como protección, para saber si una persona es de fiar.

Y Alba, por las tres veces que le he podido leer la mente, es de fiar. Desconfiaba de su alegría permanente, pero es que es un ser de luz, tal cual. Su carácter es genuino. Su único pecado es ser demasiado optimista con todo.

—¡Buen provecho!—gritó una voz a nuestras espaldas—.

—¡Hola!

Llenando su vaso de zumo de naranja, nos sonrió a ambas, alzando las cejas. Marta también era una excepción al prohibido hablarme por las mañanas. Me gusta. No soy una persona que guarde las composturas ni nada, así que lo digo claro: está muy buena y encima es un cacho de pan, pues claro que me gusta. Que Alba también, pero Marta me transmite...otro gusto distinto.

—Buenos días tenga usted, intensa—le sonreí cómplice. Ese mote se le había quedado desde su demostración en la clase—.

—Illa no, intensa no. ¡Intenser!—complementó su aclaración con un codazo, y yo reí bajito—.

—Pues muy bien, que ya tienes nombre de superhéroe y todo. Fantasioso.

—¡Ah! Afri te ha pegado su frase—dijo Alba ilusionada. Hostia, pues sí. De quedarme con ella charlando horas algo se me habría quedado—.

La cafetera sonó, indicando que mi café ya estaba preparado. Lo recogí y mientras ellas se acercaban a por las tostadas, yo fui a buscar un sitio para las tres. Acabé sentándome al lado de Dave.

Heroes Of Our Time // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora