50: Los ovarios, por delante

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Natalia P.o.V

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El despertador del móvil estaba puesto en vibración para que no molestase demasiado, y a las 7 en punto de la mañana sonó. Me estiré un poco y abrí un ojo para apagarlo, consiguiéndolo al tercer intento. Era temprano, muy temprano. Nunca me acostumbraría a levantarme medio zombie.

Normalmente los despertares me ponían de mal humor, pero los días que dormía con Alba obviamente eso era imposible. También, si aquel hubiera sido un día normal, saldría con mi rubia a correr la maratón de todas las mañanas, por los alrededores de la academia. Pero hoy tenía cosas que hacer.

Alba tardaría poco en levantarse, era su hora habitual y su cuerpo estaba acostumbrado. Acostumbrarse a levantarse a las 7 sin querer matar a quien se te ponga por delante, un sueño. Aún así intenté no hacer mucho ruido al salir de la cama. Me puse por encima la camiseta holgada y larga que tenía puesta anoche y estiré mis extremidades, sintiendo el frescor que entraba por la ventana.

Sin quererlo estaba sonriendo. Pero si pensamos en lo que había pasado unas 6 horas antes y con quien había pasado, pues era normal. Me puse unas zapatillas, toallas, cepillo y pasta de dientes para salir al pasillo en dirección a los baños.

Antes de hacerlo, me senté al borde de mi cama, reclinándome para observarla dormida.

—¿Cómo vas a tener esta carita...?—pasé con cuidado un dedo por su mejilla—.

Alba cuando dormía tendía a abrazar lo que tuviese a su lado y hacerse una bolita, envolviéndote con su aura angelical. Respiraba con la boca entreabierta y si aguzabas el oído en mitad del silencio, escuchabas sus vaivenes en los suspiros. De vez en cuando se revolvía para acurrucarse más, e inconscientemente acariciaba con las manos. Lo que he dicho muchas veces, un ángel.

No quería despertarla antes de tiempo, pero ella misma frunció los ojos y gruñó esperezándose. Me pilló mirándola como una tonta. Al ver que no decía nada y que sonreía, empezó a reírse.

—¿Qué pasa, Nat?—preguntó con la voz tomada de estar aún entre sueño y sueño—Buenos días.

—Pasas tú. En mi cama—pasó sus brazos por mi cuello para acercarme a ella y besarme. Le seguí el juego continuando los besos por su nariz y frente—Buenos días.

—Pensaba que te iba a tener que despertar a cacerolazos como siempre para salir a correr—se apoyó en uno de sus brazos, dejando de estar tumbada—.

—Vaya poca fe tienes—enredé mis manos por su pelo—Me he levantado a buena hora, pero no voy a poder acompañarte hoy a la emocionante aventura de volver con medio pulmón menos a la academia.

—Jo...—puso un puchero que podría acabar con las defensas más férreas. No me mires así que te como— ¿Porqué?

—¿Recuerdas que te dije que tendría que pasar por mi casa un día de estos a por una cosa?—asintió—Voy a aprovechar hoy, es día de reuniones en las oficinas de mi padre, y se va temprano. Hago lo que tenga que hacer y a la hora de las clases estoy de vuelta, como si no hubiese estado allí.

—No te vayas a meter en líos, Nat—se puso una de mis camisetas, que no hacía falta que fuesen especialmente largas porque con su estatura, una normal la tapaba— Que tus padres son...

—Cariño, si voy tan temprano es porque no estarán. Mi padre en su despacho seguramente fumándose un puro y mi madre de camino a casa de su amiga la Bolsillo Roto—hablando así de mi familia parecería exagerada, pero es que realmente eran así. Dos burgueses fríos, centrados tan solo en su dinero y cómo disfrutarlo—.

Heroes Of Our Time // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora