...Pues polvo eres, y al polvo volverás.
Génesis 3:19Uno como médico, durante ya varios años, se acostumbra a convivir con la muerte de cierto modo y sobre todo tomando en cuenta que la muerte misma es incierta, no sabes cuándo ni dónde pero llegará. Al estar tantos años tratando una enfermedad terminal como el cáncer, llegas a tener siempre contigo esa sensación de que en cualquier momento tu paciente puede morir y listo, será todo. Game over.
Pero sinceramente creo que uno nunca está preparado, ni mucho menos predispuesto, para la muerte de un familiar. Ese tipo de muerte llega de manera repentina, en algunos casos, o simplemente cuando pasa no imaginabas que pasaría porque uno siempre quiere que su familia le dure toda la vida. Pero la realidad es diferente.
La muerte llega, te lleva y listo. Nada más que decir.
Estos son los pensamientos que llevan rondando mi mente desde que releía la carta de Melody una y otra vez hasta el día de hoy.
Terminan de cerrar el agujero con tierra, llanto y una sinfonía de alaridos rompe el silencio tenebroso del cementerio cayendo nuevamente en lamentos y reclamos a sí mismo sin razón alguna. Hay niebla aquí, es raro pero la hay. Quizá el ambiente frío sea porque estamos en un cementerio en una colina bien alta o por el lúgubre entierro que le hacemos a una niña de dieciséis años.
Yo ya me he secado, veo la tumba de Melody fijamente y ni una lágrima sale por mis ojos pero siento como mi pecho se contrae y mi corazón sigue sin asimilar que se haya ido. Mi mente ya lo ha hecho, ha recibido el mensaje y no me deja soltar más lágrimas.
Lo más tortuoso fue al principio, al ver a mis padres, a cada uno, decir unas palabras en honor a Mel. Pude ver en los ojos de mi madre como su alma estaba rota en pedacitos, se agarraba el borde del cuello de su vestido tan fuerte y con tanto dolor que sus nudillos tomaron un color blanquecino y las lágrimas no paraban de salir.
Me atrevo a decir que a ella fue la que más le afectó la noticia, cuando James le dijo, rompió en llanto, le reclamó tanto a mi hermano como a mí por no haber hecho nada para evitarlo, hablaba a través del dolor claro. Se encerró un día entero después de eso.
Mi padre al ver a mamá tan agobiada en el podio, la ayudó a bajar y que se tranquilizara. Él procedió a dar sus palabras en memoria, estuvo todo el rato mirando sus manos temblorosas con un pequeño papel doblado, no se esforzaba si quiera en alzar la mirada. Benjamín Morgan sin poder mirar al frente, eso fue nuevo.
En ese instante me recordó justo cuando se enteró de lo de Melody. Él solo se sentó en una silla cercana y se quedó mirando un punto fijo en la pared de la habitación, duró como una hora así hasta que sus ojos se llenaron de lágrimas y no pudo más, se sentó junto a Melody y estuvo sosteniendo su mano todo el tiempo que pudo sin dejar de llorar. Ver a mi padre llorar era muy inusual, aunque era sentimental rara vez lloraba.
Alguien toca mi hombro y no me molesto en girarme, sigo mirando la tumba pero noto que todos se han ido ya. Gregory suspira sin saber que decir lo sé, lo conozco.
Se remueve incómodo e intenta buscar las palabras correctas, abre la boca un par de veces y vuelve a cerrarla. Nunca ha sido bueno para las situaciones tensas, no sabe que hacer en momentos como este, es raro tomando en cuenta que se la pasa operando cerebros, pero no se da cuenta que el simple hecho de estar aquí me reconforta bastante.
Adam no ha podido venir debido a su tratamiento y pensé que no podría estar aquí un segundo sin alguien en quien apoyarme, gracias a Dios Greg ha venido y se ha quedado aquí simplemente porque sí.
—Evelyn... —Empieza pero lo interrumpo.
—Gracias por estar aquí —mi voz suena diferente, suena cortada pero ronca a la vez.
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La Cura [Amores Escogidos #1] © (EDITANDO)
RomanceEvelyn Morgan, es una doctora de prestigio en el país por haber desarrollado junto unos compañeros un tratamiento experimental para el cáncer muy efectivo. Está compitiendo por el puesto de administrador de la clínica en la que trabaja y está a solo...