~Capítulo 37~

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Evelyn.

Una punzada en mi cabeza me provoca una mueca de dolor, no abro mis ojos, siento una pesadez en mis brazos y mi espalda, estoy desorientada. Me siento cansada, agotada a decir verdad, intento moverme pero al hacerlo siento una presión en mis muñecas algo no permite que las mueva. Por mi frente corren gotas de sudor y se entrecorta mi respiración. No sé cuanto llevo aquí o cuanto llevé desmayada pero siento como si me hubiesen dado una paliza.

Abro poco a poco los ojos y una luz incandescente me hace volver a cerrarlos, los mantengo cerrados hasta que una voz se escucha y los abro de golpe.

—¡Al fin! —una silueta se abre paso entre las sombras pero se ve borroso su contorno — llevo horas esperando que despiertes.

Su voz, esa voz que me ha atormentado en mis sueños, que ha sido la causante de tanta miseria en mi vida. Esta ahí frente a mi. Mis ojos poco a poco se adaptan a la luz y puedo divisarlo mejor.

—¿Pero... que? —balbuceo, no puedo formular palabra, se acerca a mi y pone un dedo sobre mis labios imposibilitando que siga hablando.

—Ssh... —me mira directo a los ojos y me traspasa como cuchillos — dejame hablar a mi, que he esperado mucho para esto —suelta una risa y se pone de pie sacudiéndose el polvo que ha caído en su ropa.

Lleva una camisa negra y unos pantalones ajustados, está peinado perfectamente y su sonrisa diabólica no tarda en aparecer, tan bien como lo recuerdo y lo que pensaba que era imposible ha explotado frente a mis ojos.

—Me presento formalmente, soy tu acosador —pone sus manos empuñadas en la cintura y su tono es jocoso y lleno de energía— pero eso ya lo sabes, además creo que es una tontería presentarme cuando me conoces a la perfección. Después de todo trabajamos mucho tiempo juntos, bueno, hasta que me echaste.

—Yo no... no te eché porque sí —logro articular — a ti se te subió la fama a la cabeza, querías convertir nuestro tratamiento en un negocio —la lengua me pesa, estoy segura que me han drogado, pero hago un esfuerzo por articular bien.

—¿Negocio? ¿En serio Evelyn? —suelta una risa irónica— ¿Qué no es negocio ahora? O me vas a decir que tus pacientes reciben el tratamiento gratis —me reta con la mirada.

—No... pero está a un precio accesible.

—Accesible... —pone una mirada pensativa mientras se acerca— quien diría que después de tanto tiempo sigues teniendo los mismos ideales y no me quejo, eso es lo que me encanta de ti.

Al pronunciar esas últimas palabras se me revuelve el estómago, me dan náuseas, quiero vomitar aquí y ahora.

—Pensé que estabas muerto... —digo justo cuando se dio la vuelta para salir.

Sonríe ante esa afirmación, es claro que esperaba que lo mencionara.

—El país cree que estoy muerto y sí, lo estoy —me mira fijamente — desde hace mucho claramente, lo estoy desde que la chica que amaba me hizo a un lado y justo después me aparto de su vida y me arrebató mi trabajo.

—Tu no me amas, nunca lo hiciste...

—Ya no, obviamente, los mensajes de que te amaba sólo era para meterme más en mi papel de acosador mordaz —se ríe ante su ocurrencia — sí lo hice Evelyn pero nunca me correspondiste ¿Por qué?, Porque amabas a Gregory.

Se pone de cuclillas frente a mi y me hace mirarlo levantándome la barbilla.

—Para nada, al final se separaron. Yo pude amarte bien, amarte de verdad pero simplemente no podías —su mandíbula se ha tensado y sus ojos no dejan de mirarme — y ahora te conformas en salir con una bestia como ese tal Adam.

La Cura [Amores Escogidos #1] © (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora