Capítulo 1

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6 a.m. La alarma suena, mi nueva rutina ha comenzado. Si es que se le puede llamar nueva.

No hay mucha diferencia entre lo que solía hacer por la mañana este último año a lo que deberé hacer en la universidad, solamente me despierto media hora antes pues el campus queda más lejos que mi antigua escuela. Mi primera clase empieza igual a las 8.

Estiro la mano para tratar de alcanzar mi teléfono y hacer que Bruno Mars se calle, aun no comprendo del todo porque lo elegí como alarma.

Tomo un momento para despejar mi mente y finalmente me pongo de pie. Lo primero que hago al levantarme es escribirle un mensaje a Meghan deseándole suerte pues igual es su primer día. Ella no responde de inmediato, pero ha de estar ocupada así que me resigno a que lo haga durante el transcurso del día.

Abro la cortina, dejando entrar la luz del sol a pesar de que me sega por un momento. Veo al señor Swift podando el césped a pesar de la hora, el justo ve hacia mi ventana así que le correspondo el saludo. Siempre está despierto, parece que nunca duerme.

Rápidamente preparo mi cama, mi mamá insiste en que no es necesario, pues Dorothea, nuestra asistente doméstica, puede hacerse cargo. Sin embargo, no me gusta como la deja ella.

Mi habitación es espaciosa, con el suelo de madera y el papel tapiz en varios tonos de azul. El techo es alto y de un color blanco puro. Me gusta lo minimalista, por lo que todo está perfectamente organizado en pequeñas estanterías a lo largo de toda la pared.

Voy hasta mi closet y tomo lo que había elegido la noche anterior para usar durante mi primer día, camino hasta el baño y regulo la temperatura de la ducha antes de desnudarme. Sin más preámbulo, tomo mi ducha rutinaria en un corto tiempo.

Al terminar y vestirme, contemplo el conjunto que llevo frente al espejo. Luzco genial, no es que tenga el ego elevado o así, pero soy muy consciente de mi apariencia.

Es simple. pero a la vez se ve bastante bien. Llevo una sudadera verde oscuro junto a unos pantalones negros rasgados de las rodillas y unas zapatillas igual negras.

Tardo un par de minutos en arreglar mi cabello, una vez terminado reviso mi mochila para ver si llevo lo necesario. La coloco sobre mi hombro y salgo de mi habitación.

El pasillo es largo y ancho, terminando en las escaleras. Mi casa es tipo victoriana por dentro y por fuera, pues parece que este tipo de casas estaba de moda cuando mis padres se casaron. No es muy mi estilo, por lo mismo remodelé mi habitación eliminando todo rastro de excentricidad y dejando todo simple.

Al llegar al comedor veo a mis dos padres ya sentados en la mesa mientras Dorothea pasa el desayuno. Los saludo brevemente, pues están muy enfocados comentando un caso que lleva papá.

Normalmente me entretiene escuchar sus charlas, pero ahora, debo admitir, la universidad me tiene un tanto ansioso. Como en silencio, viendo por la gran ventana del comedor hacia la calle, contando los autos pasar en un fallido intento de calmarme.

Noto a lo lejos que la charla de mis padres se ha interrumpido, pero tardo en darme cuenta que es porque esperan mi respuesta a algo.

—Lo siento, ¿Qué? —digo mientras tomo mi último bocado.

—Sólo preguntaba si estabas nervioso —responde papá con una ligera sonrisa—, pero me doy cuenta que en efecto lo estás.

Los veo a ambos, son casi opuestos físicamente. Mi padre tiene el mismo tono de cabello que yo, con algunas canas asomándose en algunos lados, y un porte esplendido que denota poder, como debe tenerlo todo abogado. Él tiene los mismos hoyuelos que yo, pero su piel es más pálida.

AnárquicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora