Capítulo 2

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Tardo varios segundos en reaccionar, pero finalmente lo hago cuando Alex golpea uno de los árboles que están cerca de su auto.

En estos momentos entendí porque Alex tenía el impacto del que tanto hablaban, es tan poderoso a simple vista, y la furia con la que se encuentra hace que su vea más atemorizante.

Mechones de su cabello rubio yacen sobre su cara, sus ojos desbordan las intensas emociones que está teniendo, donde el intenso color azul de los mismos parece querer ahogar a cualquiera que se le pase enfrente. Su gesticulación exagerada y el alto tono de voz que usa le brindan mayor grado de presencia.

Un monstruo de, aproximadamente, un metro ochenta que parece insosegable. Sus movimientos bruscos hacen que sus músculos se contraigan, demostrando la inmensidad de los mismo.

—¿Quién mierda fue? —grita estruendosamente mientras observa a cada uno de los testigos.

Nadie dice nada, cosa que parece ponerlo de peor humor. Todos están sorprendidos ante el panorama, y atemorizados por la actitud de Alex. Es de conocimiento general que el que haya ocasionado dicha atrocidad no durará mucho tiempo vivo. Y al parecer ese soy yo.

—Debemos irnos mientras aún podamos —me susurra Isaac, que no sé en qué momento se me acercó tanto.

Talvez deba hacerlo. Si no aparece el culpable, no tendrá con quien desquitarse y deberá resignarse sin más. Suena a un buen plan, al menos para mí. No me conviene ser marcado de cualquier forma en mi primer día en la universidad.

Estoy por asentir ante la propuesta de Isaac, cuando veo a Alex arremeter contra un chico que estaba solo. El crio parece nuevo, está asustado y no deja de temblar. Alex lo sujeta del cuello de la camisa y noto como varios espectadores contienen la respiración. Melodramáticos.

—¿Viste quien hizo esto? —Alex inquiere mientras sacude al indefenso muchacho.

—N...No —le cuesta trabajo responder.

—Pues tiene que haber un culpable ¿Quién es? —estoy seguro que Alex gritó con la intensidad suficiente como para escupir un poco en la cara del otro. El gran bruto, que sobrenombre tan adecuado. Está enfocándose en su ira en lugar de razonar las cosas, se deja llevar por su fuerza bruta.

—Te juro que no vi quien lo hizo —chilla el chico mientras se intenta liberar del agarre de Alex, pero éste lo sujeta con más fuerza.

—Será mejor que me des un nombre o tendré que arreglármelas contigo —la voz de Alex al amenazar cumple con su función, aterrarte, hacerte preguntar de lo que es capaz y temer la repuesta.

Un impulso me hace hacer lo último que hubiera querido hacer, hacerme notar.

—Fui yo —digo alto mientras camino hacia Alex. Isaac trata de detenerme, pero evado su agarre—, yo rompí la ventana de tu auto. Con una manzana.

El gigantón se queda pasmado un momento y, por acto de reflejo, suelta al chillón para enfocarse en mí. No sé qué lo tiene así. Talvez no pensó que alguien tendría el valor para admitir los hechos. O pueda que no haya considerada que quien confesara lo haría con la barbilla un tanto alzada y en completa serenidad. O no creía que alguien pudiera aceptar su pena de muerte con tanta facilidad.

—¿Qué? —pregunta mientras se acerca a mí, yo lo espero donde estoy, tratando de no dudar en absoluto.

—Una manzana. Ya sabes, es una fruta, usualmente roja, crece en arboles...

Él no responde, pero alza su puño en el aire, listo para dar el primer golpe.

—¡Espera, espera! —digo mientras alzo las manos y retrocedo un paso, justamente lo que no quería hacer. Vaya día—. No quieres armar una escena acá, digo, mira a todos. Viéndonos, analizándonos. Pelear sería darles un show de circo barato. Podemos arreglar esto hablando.

AnárquicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora