Medianoche. Temperatura adecuada. Dark Eyes de Danielle Parente sonando en el fondo, lenta y seductoramente. El ambiente perfecto para una sesión de auto relajación.
Mi mano izquierda recorre mi torso desnudo, mientras la derecha hace lo suyo. Mi respiración agitada deja salir uno que otro jadeo. Con forme aumenta la intensidad, mi espalda se arquea cada vez más. Puedo sentir el sudor cubrirme.
Cuando llego al punto máximo alzo la barbilla indescriptiblemente, a la vez que dejo salir algunos jadeos y quejidos en total libertad. Mi respiración alcanza su ritmo máximo y mi espalda se curva tanto que duele un poco, lo cual me resulta estimulante.
Me quedo unos instantes tendido sobre mi cama, totalmente desnudo, esperando a recobrarme por completo. Tratando de regular mi respiración.
Extiendo la mano en dirección a mi mesa auxiliar, hasta alcanzar la toallita húmeda que había dejado sobre la misma con anticipación. La paso sobre mi piel y acto seguido me levanto de la cama para arrojarla a la papelera.
Voy hacia mi closet para elegir una camiseta cualquiera para dormir. Tomo una azul de manga corta y me detengo en el espejo a contemplarme antes de ponérmela.
Le doy un pequeño repaso visual a mi cuerpo, he dejado de ejercitarme desde que ingresé a la universidad, pero aún tengo marcado el abdomen. Era la parte favorita de mi cuerpo para Meghan, cada que podía me acariciaba ahí... Meghan, su ausencia se hace cada vez más fría y palpable.
Talvez deba escribirle, un pequeño mensaje deseándole suerte y diciéndole que espero verla estas vacaciones, en plan amigos. O talvez no tan amigos, pero ella no debe saber eso.
Me coloco rápidamente la camiseta y unos boxers negros, para a continuación tenderme sobre mi cama y buscar el número de Meghan.
El mensaje es breve, un saludo corto seguido de: solo quería desearte suerte en tus últimos días. Ya queda poco para que regreses y estaba pensando en que quizá podríamos vernos más de alguna vez.
Espero unos minutos y no responde. La ansiedad empieza a llenar mi ser. Sé que está mal, todo esto. No puedo necesitar a alguien con esta intensidad ni querer que me necesiten en la misma manera. Pero no lo controlo. Mis emociones por Meghan se alteran solas con tan solo pensarla.
Me pongo a revisar Instagram con el objetivo de distraerme un poco, pero es plan fallido. El primer perfil que me aparece con historias nuevas es el de Meghan. Trato de controlarme, pero igual termino viendo las mismas.
Es una historia como cualquier otra, una selfie con una chica pelirroja en lo que parece una cafetería, ambas con una gran sonrisa. Debo admitir que la amiga de Meghan no está nada mal, stalkearla un poco no es dañino para nadie.
Me llevo una gran decepción al descubrir que su cuenta es privada. Me lo pienso un poco, pero al final termino mandándole solicitud de seguimiento.
Dejo el teléfono a un lado y me dedico a observar el techo. Este día ha sido pesado, pero el estrés por mañana me agobia más. Tener que soportar otra hora y media con Darren y Jagger es algo... no se lo deseo a nadie. Mis pensamientos vagan de un extremo a otro, ahora enfocándose en el momento en que vi a Meredith y la otra chica subir al auto. ¿Quién era esa chica? No sé qué fue, pero algo en la castaña llamó mi atención, y una parte de mí quiere averiguar más sobre ella.
La mañana siguiente, sigo con mi rutina normal. Despertar, ducha, revisar si tengo alguna notificación de Meghan sin éxito alguno, desayunar, despedir a mis padres, y conducir a la universidad.
Mi primera clase es economía, sin embargo, tenemos que realizar una hoja de trabajo elaborando algunas graficas que representan la oferta y demanda. No soy de los típicos nerds de clase, pero, como ya les había dicho, me gusta tener mis notas impecables, por lo que me tomo mi tiempo para definir todo y estar seguro de mis respuestas antes de entregarla al catedrático.
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Anárquico
Teen FictionCedric Moore no tenía ni la más mínima idea de como lo que creíamos saber sobres nuestras vidas podría venirse abajo en poco tiempo, hasta que lo vivió en carne y hueso. Él tenía todo lo que cualquiera hubiera querido jamás: calificaciones perfectas...