Al día siguiente mis ánimos no están del todo bien. Me voy de casa sin desayunar, urgido de llegar a la escuela, recibir las clases necesarias y volver a mi habitación. Donde me hundiré en la oscuridad hasta el día siguiente.
Han pasado solo tres meses ¿Cómo puede Meghan estar besando ya a otra persona? Yo ni siquiera he considerado a alguna chica atractiva. Me siento traicionado a pesar de que no hubo traición alguna.
Conduzco más rápido de lo normal, llegando en casi la mitad del tiempo que normalmente me hago, esto también se debe a que salí más temprano y había menos tráfico.
Mis padres lograron notar mi mal humor anoche, por lo que usé la misma excusa que cuando pasó lo del reto de Alex, la universidad me está metiendo presión.
En parte es cierto, los exámenes finales se acercan rápido y apenas he tenido tiempo para repasar, además que la obra significa otra carga importante para mí.
Al llegar a edificio que me corresponde, estaciono frente a él y camino hacia el salón. Soy el primero en el lugar, y, harto de tener que esforzarme el doble por prestar atención, vuelvo a poner mi mochila en una de las primeras filas.
No pienso quedarme sentado esperando mientras todo el mundo llega, por lo que salgo y empiezo a caminar sin un rumbo definido.
Durante mi trayecto, veo a un grupo de jóvenes fumando cigarrillos. No soy un fumador compulsivo, pero mentiría si dijera que nunca lo he hecho. Mi estado anímico funciona como incentivo y camino a la tienda de suvenires más cercana.
El ambiente en la tienda huele a desinfectante, hay un ligero radio tocando música vieja y no todas las lámparas funcionan. Me paseo por los pasillos, observando cada estantería con detenimiento. Solo logro encontrar cajetillas, pero es mucho para mí.
Sin tener más opción, camino hacia el mostrador y me encuentro de cara con una señora mayor, la cual me dedica una autentica sonrisa.
—¿En qué puedo ayudarte hoy, hijo? —me pregunta con una voz suave.
—Me da dos cigarrillos de sandía, por favor —pido mientras busco en mi billetera.
—Sería un dólar —me dice mientras me los tiende con delicadeza.
Sujeto los cigarrillos y le doy la moneda.
—No deberías fumar tanto, no es muy bueno —me dice amablemente.
—Oh, yo no suelo fumar —digo un tanto apenado—. Momentos complicados.
—La vida es complicada, es lo que la hace interesante.
—Lo sé —suspiro—. Pero el problema es que ya me cansé de que todo me salga mal. No estaba acostumbrado a eso, mi vida era una maravilla, desde que entré a la universidad todo se empezó a venir abajo. Nada me sale como quiero.
—Las cosas solo no salen como queremos cuando dejamos que así sea —me da una cálida sonrisa—, si quieres que algo se cumpla como quieres debes poner todo tu esfuerzo en ello y no rendirte. Todo es posible en este mundo, es cuestión nuestra volver esas posibilidades una realidad o no.
Sus palabras me dejan pensando un momento. Se parece a lo que me dijo Lianna, el que lo malo me pasaba porque yo dejaba que pasara, pero desde otro enfoque. La señora me dice que nada bueno me está pasando porque yo no lo permito.
Suena sencillo y complicado a la vez, pero tiene sentido.
—Gracias —le digo finalmente con una sonrisa sincera.
Salgo de la tienda aún reflexionando sobre sus palabras. Definitivamente quiero muchas cosas buenas para mí, pero estaba tan acostumbrado a que esas cosas vinieran a mí que ahora se me dificulta conseguirlas por mi cuenta. Debo luchar por lo que creo y quiero.
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Anárquico
Teen FictionCedric Moore no tenía ni la más mínima idea de como lo que creíamos saber sobres nuestras vidas podría venirse abajo en poco tiempo, hasta que lo vivió en carne y hueso. Él tenía todo lo que cualquiera hubiera querido jamás: calificaciones perfectas...