En lo que pareció un instante, debido a la velocidad pasmosa de los corceles, el carro de Delilah y Jonás llegó al escenario donde esperaban ya el resto de tributos en fila entre bambalinas.
Delilah no se había percatado hasta entonces, pero, en su ímpetu por mostrarse natural y desdeñosa para las cámaras, su cuerpo se había puesto en total tensión procurando controlar hasta el mínimo gesto y, ahora que tenía que andar para bajar del carro, sus piernas no parecían obedecerle.
Jonás, que le miraba de reojo, se dio cuenta de las dificultades que parecía tener aunque no supiera su causa exacta y le tendió la mano para ayudarle a bajar el pequeño escalón. Delilah se vio tentada a aceptar la ayuda hasta que la paranoia le asedió y temiendo que alguien estuviera mirando, y le viera en un instante de debilidad, apartó la mano de Jonás de un manotazo bajando con trabajo por su cuenta. Tras haber llevado a cabo un acto tan mezquino se negó a mirar a Jonás a la cara por miedo a lo que pudiera encontrar ahí; pensaba que había surgido algo parecido a la amistad entre ellos tras su última charla pero se sorprendió a si misma con una frialdad casi malvada nacida de la desesperación, de la lucha por la supervivencia.
Sin mediar palabra se dirigió a su puesto en la fila, detrás de unos tributos vestidos con unas ridículas túnicas hechas con corteza de árbol y hojas de diferentes colores. Jonás se colocó a su lado igual de silencioso, y más tarde se colocaron detrás suya los tributos de piel aceitunada que había visto mientras esperaban a que los carros comenzaran a avanzar.
Los gritos proferidos por el público seguían siendo atronadores y no parecían bajar en intensidad en ningún momento. Aunque no tenía muchas ganas de ello, Delilah quería escuchar que decían los otros tributos para adaptar su propio discurso y saber a qué enfrentarse; pero el ruido apenas le permitía escuchar algunas palabras.
Sobre el escenario se encontraba un hombre vestido completamente de un naranja metálico, con el pelo y la piel de naranja neón. No dijo su nombre porque todos lo conocían ya que era el presentador más longevo de los Juegos del Hambre. Delilah nunca se había preocupado en aprendérselo, siempre le llamaba por el color que lucía cada año; este sería el Señor Naranja.
El Señor Naranja dio su discurso inicial moviendo espasmódicamente los brazos y profiriendo todo tipo de muecas. Aunque era difícil saberlo, parecía estar creando una mayor expectación y el público excitado hacía, si acaso era posible, aún más ruido esperando a que salieran los tributos.
Finalmente las entrevistas comenzaron. En primer lugar y como de costumbre entraron los tributos del distrito 1: jóvenes de la máxima edad, fornidos y preparados para la lucha. El tributo masculino, cubierto de arriba abajo por una temible armadura de oro, entró y comenzó a gritar golpeándose el pecho. Su compañera, imponente con otra armadura que dejaba menos a la imaginación, comenzó a gritar algo también y animó al público a que gritaran con ellos. Pronto todos comenzaron a elevar la voz al unísono y Delilah pudo escuchar por primera vez que decían; repetían "ganadores" como si fuera un mantra. Y con solo una palabra los dos tributos se sentaron en sus sillones y dieron por concluida su entrevista. "Ellos siempre ganan así que necesitan poco más para convencer a los patrocinadores, solo tienen que mostrarse convencidos de su victoria hasta el punto de la arrogancia" se lamentó Delilah.
Después le llegó el turno al distrito 2, con otra pareja de chicos mayores y claramente entrenados, esta vez vestidos de cuero negro y con pinturas bélicas cuidadosamente aplicadas en sus caras. Ellos sí que dijeron alguna palabra más durante la entrevista mostrándose carismáticos y también convencidos de su victoria. A ellos dos les temió mucho más Delilah, porque la arrogancia puede llevar al error en la arena y este podría ser el final para los tributos del distrito 1, pero la calma y la estrategia de los tributos del distrito 2 seguro que les llevaba por lo menos a ser finalistas. Cuando acabaran las entrevistas tendría que ponerse a trabajar a fondo con Dante, aprendiendo nombres pero sobretodo las características de cada participante.
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La tributo con piel de lobo
FanfictionHa llegado la hora. Los quincuagésimo sextos Juegos del Hambre van a comenzar. Delilah Jones es una joven de 17 años que vive en el Distrito 8. Día tras día confecciona los trajes que los habitantes del Capitolio después llevarán, muy seguramente pa...