La Primera Vez

7 0 0
                                    




Capitulo XI

En cuanto llegamos a la mansión, Lucas me llevó directamente a su habitación y cerrando la puerta con seguro, se volteo hacia mí, yo estaba sentado a la orilla de la cama inusualmente cansado, casi al borde de caer dormido, me sentía tan agotado y algo mareado.

Él apoyado de espalda en la puerta miraba hacia el suelo mientras se pasaba los dedos por el cabello, parecía estar pensando en algo. Me sentía tan débil que aunque lo vi de esa manera no pude hacer más que desplomarme de espaldas en la cama. Mirando al techo, mis ojos se fueron cerrando poco a poco, pude sentir que él se acostó a mi lado, su mano rodeó mi abdomen y esa sensación de estar juntos, fue el ultimo recuerdo que tengo antes de lanzarme de lleno a un sueño tan profundo como el mismísimo universo.

Me desperté aún siendo todavía de noche, la luz de los faroles que alumbran los alrededores de la mansión iluminaban tenuemente la habitación. Pude ver a mi lado a mi amado, estaba boca abajo, llevaba puesto solamente un bóxer que le quedaba a la medida. Sus glúteos perfectamente formados, su espalda majestuosa y sus piernas atléticas me seducían a entregarme al deseo que llevaba mucho tiempo reprimiendo dentro de mi.

Luego de unos segundos contemplándolo, comencé a besar su espalda baja, justamente donde termina la comisura de sus glúteos hasta terminar jugueteando con el lóbulo de su oreja. Pude sentir como su cuerpo respondía a mis caricias. Deslizando mis manos entre la cama y su abdomen, llevé una hasta su falo donde con suaves movimientos lo acaricié, al sentirlo tan imponente y erecto, la excitación me condujo al punto donde ya no hay retorno; con la otra mano, tomé sus pectorales con fuerza, todo esto mientras besaba su cuello y deslizaba mi ingle sobre sus glúteos en un suave vaivén cada vez más marcado. Podía oler su cabello sedoso, y su piel de dulce marfil. Los pliegues de nuestra piel se deslizaban entre sí navegando entre el placer y el deseo, no el placer propio, sino aquel que es mutuo. Con su mano derecha sujetó mi nuca llevando mis labios a los suyos. La miel adictiva de su boca me embrujaba a beber insaciablemente de sus labios carnosos carmesí.

Incorporándose, Lucas me tomó con sus fuertes manos de las muñecas, sometiéndome bajo su fuerza apasionada. Me besó con impetuosa ternura pasando por mi boca al cuello, del cuello hasta el pecho y repitiendo lo mismo una y otra vez entre mi jadeo y el suyo. Sentía nuestros sexos rozándose cada vez con más intensidad, lo que despertaba un fuego cósmico que parecía llevarnos hasta la culminación de este frenesí. Luego pude sentir lo húmedo y cálido de su boca, y de su lengua acariciando mi glande, lo que provocó un Big Bang en mi vientre inexperto. Todo comenzó a ir más lento cuando logró abrirse paso entre mis piernas, y en el instante que lo sentí dentro, no quería que se detuviera, no quería que terminara jamas, pues sentir que era parte de mí era todo lo que anhelaba. Estaba tan excitado que eyaculé sobre las sabanas y él dentro de mí, dejándose caer sobre mi pecho buscaba su refugio en alguna coyuntura de mi cuerpo.

"Era la primera vez que hacíamos algo así..." - pensé. "definitivamente creo que hacer el amor es algo maravilloso, un regalo, un sueño hecho realidad cuando amas a alguien, así como lo amo a él, el sexo sin amor no es nada" añadí a mi monólogo mental. - Te amo... dije susurrando a su oido.

- Te amo... susurró mientras dibujando una linda sonrisa, me besó en la mejilla. - ¿Qué fue lo que pasó hoy Elliot? -preguntó de golpe cambiando de tema.

- ¿A que te refieres? No te entiendo.

- ¿Cómo pudiste hacer todo eso?

- No sé a que te refieres...

- ¿No recuerdas nada?

- No.

- En cuanto te di la espada de Sahrú, te pusiste muy extraño.

Un Mágico y Verdadero AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora