Sangre de las Quimeras

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Capitulo X


Durante los siguientes días, el entrenamiento fue muy cansado y duro, Lucas no tenía compasión de mí en lo absoluto. Sin embargo, descubrí habilidades que jamás pensé tener, mi cuerpo aprendía a defenderse a una velocidad increíble y sanaba con rapidez. No tenía idea de todo lo que mi cuerpo podía hacer, era como si ya estuviera programado para la guerra o simplemente para defenderse. Lucas me explicó que él nunca había visto algo similar, pues aunque era cierto que dentro de nuestros cuerpos tenemos la semilla genética para dar vida a todo un planeta, carecíamos de poderes o cosas semejantes cómo se ve en las películas de Hollywood.

La primera noche de mi entrenamiento, cuando ya íbamos a descansar, Lucas me dijo que no dormiríamos juntos, cosa que no me agradó en un principio, pues... quería estar junto al él todo el tiempo que fuera posible, el futuro era incierto y no quería perder tiempo. Odio aceptarlo, pero fue una decisión muy acertada por parte de Lucas, pues no hubiera podido dormir sabiendo que él estaba a mi lado, viendo su bello cuerpo griego perfectamente modelado bajo la luz tenue de la luna. Más que un descanso hubiera sido una tortura del deseo.

Cada día procurábamos estar a solas, pero era imposible, siempre había algo que hacer y siempre habían personas a nuestro alrededor. Pece a todo eso, Lucas era perfecto, podías hacerme sentir su amor con solo una miraba, con solo el fino toque de sus dedos. Y, a la más breve oportunidad de estar juntos, nos fundíamos en un pasional beso tan escurridizo como eran los instantes en que podíamos estar solos. Nunca me había sentido así, tan enamorado, tan vivo, sentía que todo era posible.

El día del regreso de mi madre al fin llegó. Todos nos preparamos para una posible lucha, para ser sincero estaba aterrado. Antes de salir de la mansión, hablé con mi madre, y como siempre, con su agudo sentido aragnido percibió que algo andaba mal, por más que me esforcé en ocultarlo pude sentir que se alteró, lo ultimo que pude decirle fue: Te amo, ten mucho cuidado, por favor, antes de bajarte del avión trata de cambiar de apariencia lo más que puedas, después te explico, colgué sin decir nada más, pues sabia que me iba a lanzar miles de preguntas, solo espero no haberla asustado demasiado. Luego de eso, Lucas y yo nos dimos un ultimo abrazo que terminó con mis labios en su boca de azúcar, ese beso no era ordinario, era una declaración de amor, una poesía, era de esos besos que no se da cualquiera, ni se dan todos los días, pues es un torbellino de emociones.

Abordamos una de muchas camionetas negras idénticas, que hacían fila en camino al encuentro con mi madre. Durante el camino, todos estaban repasando el plan, monitoreaban tanto dentro del aeropuerto como las zona aledañas al mismo. Cuando llegamos, todo parecía normal. Me puse unos lentes oscuros, ropa que usualmente no andaría, una gorra y una chaqueta de cuero negra. Baje de la camioneta frente a la puerta principal del aeropuerto. Detrás de mí, Lucas guardaba su distancia, y muchos de la guardia vestidos como civiles se perdían discretamente entre la gente. Todo parecía demasiado tranquilo, aguardé por casi media hora, el tiempo pasaba demasiado lento, era casi torturante, mis manos comenzaron a temblar como señal de una desesperación generada por el miedo de que algo malo le hubiera ocurrido a mi madre. De repente, alguien me tomó del brazo, podía sentir las uñas encarnarse en mi piel, a toda velocidad me jalaba hasta la salida.

- Camina rápido Elliot. -dijo una voz femenina, no podía saber quién era, pues traía una bufanda larga, unos lentes oscuros muy grandes, un tapa boca de esos que usan los doctores y un sombrero con flores en la parte superior.

- ¿Quién eres? ¡Suéltame!

- Soy tu madre, camina rápido...

- ¿Mamá?

- Callate y camina...

Al salir a la calle, una camioneta nos esperaba, toda la guardia venia tras nosotros, Lucas se posó a mí lado. - Madre, ellos están con nosotros. No temas... entra a la camioneta, ¡RAPIDO! ella entendió todo, y sin decir nada abordó la camioneta. Un terrible sonido que aturdiéndonos dé golpe nos hizo caer al suelo. Yo que estaba a punto de abordar, fui jalado hacia atrás tan rápido que pude sentir mi cuerpo tronar ante la frenética fuerza. Inmediatamente, Lucas salió disparado detrás de mí con la velocidad de una gacela. Cuando al fin deje de ser jalado, uno de esos horribles androides como bestia demoniaca, me miraba con sus ojos completamente negros y sin vida, mostrándome sus dientes afilados se reía irónicamente como saboreando mi sangre. Quedé completamente perplejo, no supe qué hacer, nunca había visto algo tan espeluznante. La cabeza de la quimera salió disparada por los cielos, su sangre me salpico, y luego su cuerpo calló al suelo como un tronco muerto.

La gente comenzó a correr aterrorizada gritando aterrorizados al ver que esos demonios saliendo de todos lados, mataban sin piedad a toda persona que se les interponían en el camino. No podía creer lo que mis ojos miraban al ver tanta gente despedazada en el suelo. Llorando desconsoladamente, la culpabilidad y la tristeza me dejaron sin fe y sin esperanza, no podía respirar bien, y ahí de rodillas con los codos en el suelo y mis manos entrelazadas, solo podía escuchar las armas de fuego, y las espadas en una lucha feroz.

- ¡Elliot! ¡Elliot! - Escuchaba la voz de Lucas llamándome. - Ponte de pie, amor... ponte de pie. - decía una y otra vez.

-Lucas... to... toda esa gente... muerta por mi culpa.

- No es tú culpa amor, ponte de pie... ¡TIENES QUE AYUDARNOS! - él tomando mis mejillas levanto mi rostro hasta donde su cara y la mía se podían tocar. Sus labios rosaban los míos y susurró: Por favor... no me dejes solo es esto... te necesito. - me besó. - Tu mamá esta a salvo, tienes que luchar por ella y por mí, no tengas miedo, recuerda el entrenamiento ¡Tú puedes amor! yo estaré contigo.

- ¡ok! lucharé. -dije mientras me ponía de pie.

Al estar de pie, Lucas me entregó una espada, la misma que estaba en su departamento. Una extraña sensación recorrió mi cuerpo, mis músculos se tensaron, mi respiración se normalizó, cuando menos lo pensé, ya estaba desmembrando quimeras, me movía entre el aire como si fuera uno solo con la espada y el viento. Podía sentir que ya no era yo mismo, parecía estar poseído, me sentía... me sentía...

Abrí los ojos como si hubiera estado suspendido en algún tipo de letargo. Bañado con la sangre de las quimeras me encontraba de rodillas, mi mano tomaba con fuerza la empuñadura de mi arma que parecía ser parte de mí ahora. Lucas al otro lado del salón me veía asustado, con los ojos como platos, respiraba agitado, en su mirada perpleja me observaba como si no me conociera. Nuestros ojos se encontraron y no pude hacer más que caminar hacia él. Mientras lo hacía pude ver todos los cuerpos desmembrados de esos monstruos por todas partes. Las sirenas policiacas sonaban fuera.

- ¿Qué fue lo que pasó? -dije cuando ya estaba muy cerca de él.

- Salgamos de aquí, después hablamos... - tomó mi mano y salimos del lugar. 






Un Mágico y Verdadero AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora