Capítulo I
Desde que tengo memoria, he tenido muy claro que soy diferente a las demás personas. Un total advenedizo en este mundo ¿Qué puedo decir? Soy... De esas personas que fácilmente son ignoradas como si no exigieran... Me dificulta hacer amigos y paso mucho tiempo solo, pues no tengo padre ni hermanos, y mi madre pasa de viaje todo el tiempo. Mi vida es sencilla.
Cuando era muy pequeño me quedaba horas viendo el firmamento nocturno pensando en lo que podría haber más allá; pensaba en el significado de mi vida ¿quién soy? ¿Dónde voy? Siempre mantenía una tremenda falta de pertenencia donde quiera que iba. Quizá porque provenía de otro planeta; que mi nave espacial me había olvidado o que quizá me dejaron aquí para salvarme de la muerte en un mundo decadente.
- Mi imaginación no tiene precedentes- pensé dejando salir un resoplido.
Fantaseaba también, con la idea que quizás venia de otra dimensión, que por algún azar del destino, esa delgada pero poderosa línea se había roto dejándome aquí, a mi surte, en esta ciudad superficial, donde la mayoría de personas piensan ser un sol y que el resto debemos de girar a su alrededor.Nadie habla de la verdad, pues es difícil reconocerla, es difícil identificarla en medio de un planeta infestado de personas que creen tenerla; Hipócritas, mentirosos, soberbios, avaros, egocentristas, entre muchas otras cosas más. Lo que me lleva a hacerme las siguientes preguntas: ¿Dónde quedo el amor y los suspiros? ¿Dónde está la pasión de vivir y morir por los sueños reales? y no por esos lacónicos deseos, tan efímeros como la vida misma, superficiales y completamente hilarantes por la basta idolatría exaltando el ego narcisista, racista y superfluo de sus propias vidas.
Tengo 21 años, y como me digo cada mañana al levantarme y verme al espejo justo antes de marcharme a la estúpida universidad - 21 años de soledad- lo decía obviamente en referencia al libro que estaba leyendo. si la pregunta es si he llorado, sí, lo he hecho con agonía hasta quedarme sin lágrimas y ver salir el sol entre las montañas a través de mi ventana estilo francesa pintada en color negro. Me siento muy solo, aunque creo que todos nos sentimos igual de una u otra forma, o quizá en el fondo todos lo estamos. La cuestión es que no tengo amigos, nunca los he tenido, y lo más cercano que tengo a un amigo, es la misma luna, que cada noche me escucha recitar mis problemas, como poemas nacidos de la pluma en mano de Shakespeare. Así como lo hace el ruiseñor que canta a la luz de la hipnotizante lumbrera menor, añorando que caiga la fría noche para ya no estar tan solo en el bosque silencioso de su fría realidad.
- ¡Basta de melodrama! - grité enfado conmigo mismo mientras me tomaba del cabello con las manos dando vueltas en mi cama pensando en él.
Ya es muy tarde, hasta los grillos han dejado de cantar, solo se escuchan ladridos lejanos y automóviles en marcha que pasan a toda velocidad por la carretera; el viento es un suave murmullo casi fantasmal. Los párpados me pesan pero su recuerdo no me deja en paz. Podría decirse que desde que lo vi el primer día de clases, durante Matemáticas, de eso ya hace una semana. He escrito desde ese entonces, 100 apologías de su belleza, de su belleza irracional, del color de sus ojos, del color de sus labios; el monólogo incesante en mi mente no se detiene, es casi torturante. He descubierto la dicotomía de mi vida, definitivamente él a traído un huracán de sentimientos y sensaciones que han abierto una brecha en mi silencio y despertado algo tan profundo como el universo.
Que hago ahora que sé su nombre «Lucas» su nombre me sabe a miel, su nombre tiene una cierta connotación a ternura, su nombre me abraza dejando algo cálido e inescrutable recorriendo mi cuerpo. Es trillado decirlo pero... "nunca antes lo había sentido" su ondulado cabello áureo, sus labios tan rojos como la sangre, ojos de un color ámbar donde ya me he perdido varias veces al contemplarlos; su piel perfecta, lienzo sublime donde Dios pintó una de sus más grandes obras, donde lo blanco de su suave y tersa piel toma tonos rosas que lo hacen ver tan vivo, tan radiante, tan perfecto. Su cuerpo no es atlético, es cincelado con arte. Lo que me recordar a una frase de la novela que hace poco termine de leer y decía: <<el arte no busca ser bonito; busca despertar tus sentimientos. >> Eso era él, era arte, hermoso arte que alimentaba el deleite de mis sentidos.
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Un Mágico y Verdadero Amor
Teen FictionElliot es un chico de 21 años de edad, quien se enamora profundamente de Lucas. Desde el momento en que sus caminos se unen, extraños sucesos los llevan a situaciones donde sus vidas y las de su familia son puestas en peligro. ¿Podrá el amor salvar...