La guerra esta próxima

11 0 0
                                    

Capítulo IX



Desperté conmocionado como si me hubiera alcanzado un rayo. "¿otra vez desmayado? Esto ya es ridículo ¿Por qué siempre resulto desmayado?" me cuestioné enfadado conmigo mismo mientras trataba de sentarme en la inmensa cama en la que me encontraba, la cual estaba cubierta de una colcha blanca que olía a limpio. Todo al rededor era ostentoso. Había incrustaciones de madera, mármol, las paredes eran blancas, había candelabros en paredes y techo, un piano hermoso frente a un vitral con marco dorado, mesas de caoba, en fin... un palacio de película.

Al acercarme a una inmensa puerta de casi 4 metros, noté que el pomo tenía la forma de una cabeza de león, similar a la que se encontraba en el departamento de Lucas. La abrí con sigilo. -¿Lucas dónde estás?- dije entre dientes merodeando como lo haría un ladrón. Un largo corredor igualmente ostentoso, con estatuas, pinturas que se veían muy antiguas, alfombrado rojo y muchas puertas; me llevó hasta unas majestuosas gradas con incrustaciones de madera, mármol y decoraciones dignas de un castillo. Baje por ellas hasta lo que parecía ser el lobby de la mansión ridículamente aparatoso.

Por un momento me detuve y recorrí con la mirada todo alrededor. No vi a nadie, sin embargo, se podían escuchar voces; las seguí hasta donde se encontraba una entrada de doble puerta muy al estilo medieval. Con mucho cuidado miré hacia dentro y presté atención a lo que se decía.

- ¡No sé cómo pudiste! – vociferó el padre de Lucas. Me toqué donde él me había atravesado y arrugué el rostro recordando el dolor.

- ¡Deja de gritar Tobías! – lo reprendió una mujer muy anciana.

- Padre, él es bueno. No podemos dejarlo solo. Estamos en su planeta y si esas bestias lo capturan, no solo los habitantes de esta tierra tendrán problemas, sino que, nosotros también estaríamos en peligro. –gruñó Lucas.

- Tiene razón tu hijo. –expresó una mujer de unos 60 años de manera muy elegante, su voz era profunda.

- Todo esto que está pasando, algún propósito tiene. Además, se lo debes Tobías, lo apuñalaste sin ningún tipo de mesura. – dijo la anciana.

- Ok, hagan lo que quieran. –sin decir nada más, se marchó atravesado una puerta al otro lado de donde yo me encontraba.

- Entra Elliot, no tengas miedo. – dijo la anciana. ¿Cómo lo supo? Pensé mientras ingresaba al salón. –siéntate. –ordenó cordialmente haciendo un ademán con su mano apuntando a una silla al lado de Lucas. – Que joven tan apuesto. – dijo mirándome con una mirada picaresca.

- Siento haber escuchado la conversación. –mascullé viendo el plato vacío que había frente a mí.

- No te preocupes Elliot. –dijo Lucas dibujando una pequeña sonrisa en sus labios. –ella es mi abuela Grissel – señaló a la mujer anciana. –y mi madre Lucy. – dijo apuntando con su mano a la mujer más joven.

- Mucho gusto. –dije embozando un sonrisa.

- Igual, nos da mucho gusto de que estés aquí, siéntete como en tu casa. Bueno Lucy, dejemos a los muchachos platicar de sus asuntos. Vámonos... dijo la abuela poniéndose en pie.

Una vez que ellas salieron de la habitación, Lucas me tomó de la mano y me llevó muy deprisa de regreso al dormitorio donde desperté; cerró la puerta con llave y dándose la vuelta me miró. Para mi sorpresa, comenzó a llorar, su rostro decayó hasta poner su mentón casi tocando su pecho. Me acerqué rápidamente hasta él. Reposé mis manos en sus mejillas; estaban calientes. Lo observaba con ternura, no entendía que ocurría. Levanté su rostro con la ayuda de mis manos, nuestras miradas se encontraron en lo taciturno de nuestra adoración. Envolvió sus brazos en mi cintura y coloqué los míos en su cuello, de modo que nuestras frentes se tocaban.

Un Mágico y Verdadero AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora