Capítulo 15.

5.9K 415 6
                                    

En mi habitación mis amigas me miran de reojo, pero no dicen nada.

— ¡¿Queréis hablar de una vez?! Os conozco —suelto resoplando irritada.

— ¿Por qué le has hecho eso a la señorita Tiffany? —me pregunta Sam arqueando una ceja, dubitativa.

—Tengo mis motivos y no ha sido así porque sí —contesto, procurando no decir el verdadero objetivo por el cual se la he devuelto.

—Vale y te daremos el beneficio de la duda. Yo soy como tú y por eso no voy a juzgarte, ¿Qué te pasa con ella? —me insiste Zoey cuestionando mis palabras.

—¿De verdad? Es algo de familia y no puedo contarlo.

—¿De familia? —me repite Zoey observando a Sam, no muy convencida de eso.

—¡Sí! Oye... ¿Desde cuándo yo haría de una jugarreta algo personal?

Zoey y Sam se vuelven a mirar en silencio, y, asienten con aprobación.

— Está bien, te creemos —me dice Zoey con una media sonrisa.

Justo cuando me iba a dormir, recibo un mensaje de Dimitri.

Dimitri__9:00pm

¿Nos vemos? Ven a mi piso, pequeña demonio.

Todavía mosqueada por lo de hoy, acepto. La verdad, me apetece algo de sexo, me siento frustrada y necesito desahogarme.

                                 🔥🔥🔥

Su lengua roza mi cuello, mis pechos, mi vientre y va bajando hasta mis muslos; donde encuentra mi sexo femenino. Él se tumba boca abajo y me permite coger un látigo, que tenía guardado dentro del armario de su habitación.

—Azótame —me pide con súplica.

Desnuda paseo al rededor de la cama con cierta sensualidad y con una sonrisa juguetona. Mi otra mano mantiene sujeta una correa atada a su cuello, que él mismo tiene puesta desde que llegué.

—Eso te lo ordeno yo, ahora tardaré más en darte azotes si sigues pidiendomelo —contesto tirando de la correa para que se levante.

Me siento al borde de la cama y dejo que chupe mi vagina de arriba abajo, que la muerda. Un agradable escalofrío recorre mi cuerpo y gimo aferrándome a su cabello. Estamos unos segundos más así, hasta que vuelvo a pedirle que se tumbe en la misma posición que estaba antes.

Sin rodeos, le azoto varias veces dándole placer a él también, quien gime sin parar y murmura mi nombre.

—¿Quieres más? —le pregunto disfrutando al verlo tan excitado.

—Sí.

Deseosa hago lo que nos place y cuando veo que la piel de su trasero comienza a enrojecer, paro en seco y lo beso y acaricio. Él se vuelve hacia mi y se pone encima mía, reteniendo mis brazos e introduciendo su miembro varonil. Noto que me embiste con desesperación por llegar al orgasmo enseguida, al igual que yo, y, cuando por fin llegamos al orgasmo, se deja caer a mi lado y me acurruca junto a él.

—Suéltalo —digo tras unos segundos de silencio y aún respirando con dificultad.

—¿Por qué por una vez, no puedes hacer caso a lo que te aconsejan los demás? —me pregunta fijando sus ojos grises en mi.

—Porque me gusta correr riesgos —respondo en un suspiro.

Cansada, apoyo la cabeza en su pecho un poco más, y él no añade nada, solo descansa a mi lado. Después, curo su trasero con agua, jabón y una crema especial que él tiene reservada para eso, y, me voy a mi habitación, deseándole una buena noche con un beso intenso.

Camino a mi habitación, noto que un brazo me retiene y sonrío cuando me topo con Hunter.

—Ahora me toca a mi.

Picarona, saco del bolsillo de mi bata el pintalabios vibrador y cuando termino de vigilar que no hay nadie, lo introduzco dentro de mi vagina. Él se acerca, pero se lo impido.

—Mírame —le ordeno, notando las vibraciones del aparato, que acelera de nuevo mis hormonas y mis pulsaciones.

—¿Quieres tú también?

—Sí.

En silencio me voy a su habitación con él y me siento en la cama, no sin antes quitarme la bata y quedarme desnuda de nuevo. Él va a hacer lo mismo, pero yo le detengo.

—Quieto, tú de rodillas. Y, quiero que mires mi vagina, mientras pones la mano en ella y notas el movimiento de mi pintalabios mágico. Hasta que no te lo diga, no lo hacemos, sino tendrás tu castigo, ¿Queda claro? —advierto con una sonrisa divertida.

—Sí, ama. Mi señora, me complace verla así delante mía, me vuelve loco —me responde quitándose la ropa con rápidez y obedeciendo.

—Lo sé.

Sé que lo que he hecho en el pasillo ha sido arriesgado y peligroso, pero me encantan ese tipo de cosas y me vuelven loca, —a los tres, en realidad—. En fin, hoy va a ser una noche larga.

Encantada por el poder que los dos me han otorgado, cuando creo que voy a llegar ya al orgasmo, me quito el vibrador y lo dejo a un lado.

Hunter saca su miembro varonil y lo mete dentro de mi, para poder arremeter contra mi sexo femenino. Gimo y susurro su nombre, hasta que por fin, llego al punto alto que yo quería y me dejo llevar, al igual que él.

Agotada, me tumbo en su cama y él conmigo. Pero antes que nada, poso mi dedo índice sobre sus labios.

—Ni se te ocurra reprocharme lo que ha pasado hoy. Solo déjame ser yo misma, una sola palabra y me voy —advierto estudiando su reacción.

Él asiente con una sonrisa y me besa para poder recibirme con los brazos abiertos.

                                 🔥🔥🔥

En clase me cuesta escuchar a la señorita Harper, aunque admito que hace de física algo interesante. Escribe en la pizarra una fórmula sobre el resultado de mezclar un vaso de agua con uno de aceite y alchol y, sorprendida, levanto la mano para contes-
tar. Me sé la respuesta, la vi en algún programa de TV, así que no dudo en contestar.

—¿Sí, señorita Carter? —me pregunta Harper dándome el turno de palabra.

—Bueno, la respuesta es sencilla. Es el principio de Arquímedes —contesto dejando a todos anonanados por mi resolución en la fórmula —. A ver, es fácil. El resultado es: novecientos veinte kilogramos por metro cúbico.

Harper se pone sus gafas de la vista, —y en su hoja—, y sin dejar de ojearme, resuelve la ecuación. Tras unos segundos se vuelve a mi boquiabierta y asiente con lentitud dando por aprobada mi respuesta.

—Muy bien, señorita Carter.

Con timidez me encojo de hombros y desvío la mirada. Odio sentirme observada por todos. Hugo revuelve mi cabello cariñosamente y me guiña el ojo con una sonrisa burlona.

—Bien hecho, enana —me susurra, sin dejar de prestar atención a la profesora.











SEXO INCONTROLABLE (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora