Capítulo 14.

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En el médico, la señorita Diana y yo esperamos con impaciencia al doctor, para que vigile el estado de mi brazo. El hospital está lleno de gente, ni Dimitri ni Hunter han podido venir y con Diana la cosa no está muy calmada; no, después de averiguar lo de mi dibujo, no obstante, Hunter y Dimitri se burlan de ello cada vez que lo recuerdan y me lo hacen saber.

Malditos.

—¿Señorita Sabrina Carter? —me llama el médico al salir de su consulta desde el umbral de la puerta, conteniendo entre sus manos una lista con todos los nombres de los pacientes.

Me levanto de inmediato y Diana conmigo.

Una vez dentro, me quita la venda con cuidado y la estudia en silencio. Intento descifrar cualquier emoción en su rostro que me pueda dar alguna respuesta sobre mi herida, pero es tan neutral que resulta difícil averiguarlo.

—Tu brazo está bien. Te cambiaré las vendas y en un mes, tienes que volver a venir y te quitaré el vendaje definitivamente. Al no ser tan grave la quemadura, no tendrás que llevar esto por mucho más tiempo —me informa con una media sonrisa satisfecho.

Diana respira hondo más tranquila y yo también.

—¿Me quedará cicatriz? —pregunto con el corazón encogido.

—Sí, pero minúscula. Solo tú o quien sepa de tu cicatriz la percibirá.

Asiento conforme, podría haber sido peor.

                                 🔥🔥🔥

Después del médico Diana me deja en clase de Tiffany y ella se va a su despacho, para terminar el papeleo que le queda por hacer. Entonces una sonrisa se dibuja en mi rostro y un cosquilleo agradable recorre mi cuerpo, la adredalina me espera.

Mis amigos se reunen conmigo ya que llegué un poco antes de lo previsto, y para dos minutos, no iba a entrar a la anterior clase.

—¿Qué tal el brazo? —me pregunta Mei.

—Bien, el mes que viene me quitan definitivamente esta venda tan molesta.

Sam se estremece al escucharlo y hace ademán de alejarse de nosotros, pero William la retiene del brazo y la mira molesto, ella agacha la cabeza y desvía la mirada con tímidez y sonrojada, ¿Esos dos juntos? Hacen buena pareja.

Ellos se dan cuenta de que los estoy observando y yo me vuelvo a Hugo abrazándolo como si nada. Él se queda pasmado por mi repentino gesto, pero no rechaza mi abrazo.

—¿Qué pasa? —me pregunta al oído perplejo.

—Luego te cuento... —contesto volviéndome hacia todos entre risitas nerviosas.

—¿Todo bien Sabrina? ¿Por qué te ríes? —me pregunta Kat con una sonrisa malévola.

—Por nada...

—Mientes mal, ¿Lo sabías? —me dice Mei fijando sus ojos oscuros en mi.

—¡De eso nada! ¡Puedo ser una buena actriz si así lo quiero! —digo en mi defensa.

Aaron suelta una risa y se tapa la boca arrepentido, cuando me ve mirarlo enfadada.

—Perdón —dice carraspeando la garganta —. Sabrina, serás buena en jugarretas, pero en cuanto ha actuar, ¿A caso no te acuerdas del primer curso del instituto, cuando en una obra de teatro te pidieron fingir ser mi mujer? —me hace recordar Aaron, interviniendo en nuestra pequeña reunión.

— Es obvio que sí. Fui tu esposa por una hora y no lo hice nada mal —me quejo ofendida.

—¿Estás segura? Le pediste al profesor una escena en la que pudieras acabar pateándome en las bolas —murmura Aaron aún con rencor.

—Espera, ¿Todavía te cabrea recordar eso? ¡Por favor! Tú fuiste el primero en joderme pegándome un chicle en el pelo el primer día del instituto. Tenía que devolvértela de alguna forma —digo sorprendida por su buena memoria.

—¡Eso solo fue una broma! ¡Eres una rencorosa! —exclama con un bufido cruzándose de brazos.

—¡Le habló la sartén al cazo! —espeto enfadada.

—¡Vale ya chicos! ¿Os vais a pelear ahora por eso, cuando han pasado años desde aquello? ¡Los dos sois unos orgullos! —dice Kat poniéndose entre nosotros.

Mosqueada, me apego a Hugo y él a Zoey, ¿Y ahora por qué se enfada conmigo? Aprieto los puños furiosa e indignada, por no saber qué le ha molestado de esa conversación, que iba de maravilla hasta que interfirió él.

Aquí hay gato encerrado, es ridículo enfadarse por eso tan repentinamente y más ahora. Está claro que no es por eso.

Está picajoso conmigo y cualquier tema es bueno para saltar sin venir a cuento. Aaron no es de enfadarse por esas cosas.

Lo bueno es que William y Sam han olvidado que estaba cotilleándoles descaradamente hace poco. William pregunta gesticulando en silencio, qué ha pasado entre Aaron y yo, pero me encogo de hombros sin ánimos de hablar. Hugo me da un toque en el hombro para saber lo mismo que Will y no respondo a ninguno.

Tiffany llega y ya no hay más tiempo para hablar, ahora toca entrar en acción, tal vez, eso haga que olvide este mal rollo que se aferra a mi cuerpo con fuerza.

Cuando lleva un buen rato hablando, por fin, se sienta en la silla que hay frente a su escritorio; mientras tanto, nosotros terminamos un ejercicio que nos ha mandado a hacer. Tras cinco minutos de tortura con los tipos de hongos venenosos que hay, hace intento de levantarse, pero no puede y se queda sentada.

Asombrada por aquello abre los ojos sobresaltada. Igualmente hace el esfuerzo de deshacerse de la silla —que se ha quedado pegada a su trasero—. Varios alumnos comienzan a mirar conteniendo la risa y yo me muerdo el labio inferior con las mismas ganas de reír que ellos. En estos casos, un súper pegamento muy fuerte, puede dar buenas lecciones a locas desquiciadas como ella.

Tiffany gruñe desesperada por poder levantarse y pide ayuda a dos alumnos, que no logran hacer nada al respecto.

—¡Llamar a la directora ya! ¡La clase se ha terminado! —grita clavando sus ojos en todos nosotros —. ¡Esto no ha acabado aquí! ¡Como no salga el culpable voy a hacer de biología una pesadilla!

Esa amenaza hace que se me revuelva el estómago. Estoy en problemas y eso no es todo, mis amigos me miran de reojo, saben de sobra que he sido yo, y, algun que otro se aguanta la risa.

Por lo menos sé que tengo su apoyo y no me van a delatar.

Al cabo de unos minutos, Dimitri aparece junto con Diana y el de mantenimiento del colegio, entonces, logran que se deshaga de la silla y Dina le presta una toalla, para tapar su falda hecha a trizas.

Dimitri estudia con la mirada a todos, hasta que sus ojos se detienen en mí y niega con desaprobación, al igual que Diana.

                                  🔥🔥🔥

En casa reina un silencio incómodo y sólo se escucha el ruido de los cubiertos al coger la comida y rozar el plato. Alguna que otra mirada se cruza para confirmar esa mala sensación, pero nadie se atreve a decir nada.

Indignada, me levanto bruscamente y golpeo la mesa con el puño, fijando mis ojos en los de Diana, que me mira sobresaltada al igual que los demás.

—¡¿Por qué demonios, cada vez que hay algo en esta maldita escuela me señaláis a mí, sin ni siquiera preguntarme?!

—¡Sabrina! Esos modales... —me recrimina Diana malhumorada.

—Si quieres testigos pregunta a mis amigos, entré a la misma hora que ellos —espeto saliendo del piso tras dar un portazo y sin mirar atrás.

Vale, no debería de enfadarme ya que sí, he sido yo. Pero me molesta el hecho de que por ser un poco rebelde, me señalen de inmediato cada vez que pasa algo, sin reunir pruebas para ello.

SEXO INCONTROLABLE (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora