Capítulo 1.

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El agua caliente recorre mi cuerpo y cierro los ojos disfrutando de ello, me encanta ducharme, es lo mejor del día — a parte de dormir sin una hora en concreto para levantarme —. Hoy es el primer día de clases, 1 de Agosto. Maldita sea, el verano pasa tan rápido. Seco mi pelo malhumorada, sí, así soy yo.

Una vez que me despierto, mi mal genio dura hasta las dos primeras horas pasadas de la mañana. Seco mi cabello rápidamente porque si lo dejo húmedo, parece que me han electrocutado, y, camino hasta la cocina para zampar el desayuno con ganas: huevos fritos con bacon y tortitas; unas ricas tortitas a las que les añado chocolate sin falta. Noto como mi estómago ruge como si no hubiera comido en semanas.

Miro el reloj una vez relajada después de haberme llevado algo de comida a la boca ¡Mierda! Las siete y media, voy a llegar tarde si no me doy prisa. Me levanto precipitadamente y con traspiés, cojo mis cosas dispuesta a correr como si mi vida dependiera de aquello.

Mi escuela está a unas dos manzanas de donde me hospedo, de hecho, no es una escuela cualquiera, es uno de los internados de la ciudad que más prestigio tiene. Se llama Sweet Red, también tiene una Universidad con distinto nombre — pero no tanto —, Sweet Blue.

Mi vida familiar me llevó hasta ahí, no es que me adoren por así decirlo. Más bien me odian y yo a ellos. Sólo me dirigen la palabra cuando necesitan desahogarse con sus estupideces, para echarme en cara cualquier cosa.
No obstante, me siento tan agusto aquí, que los veranos también los paso viviendo en la escuela gracias a la directora, Diana Hughes.

El timbre no suena, no hay nadie...

Sigo corriendo sin importar el mañana, hoy me toca clase de Arte a primera hora con Hunter Hughes, un chico apuesto y amable, uno de los hijos de Diana. Tengo suerte de que seamos amigos desde que entré a la escuela, y, todo esto, gracias a mi amistad con la directora — que más que amistad —, es un cariño maternal que tiene hacia mi y yo hacia ella.

Tiene un hermano gemelo igual de sexy que él, Dimitri.

Con el otro hermanito no tengo mucha relación y no sé porqué, tal vez me tenga manía por mi invasión en su familia, cosa que puedo entenderlo. Cuando llego a la clase, respiro hondo y alzo el puño para tocar reiteradas veces la puerta, y, después abrir. Hunter se vuelve hacia mi y clava sus ojos en los míos molesto, pero sin comerlo ni beberlo, sacude la cabeza confuso y comienza a observarme de pies a cabeza.

—¡Vino con un zapato de cada! —grita uno de mis compañeros de clase, dando la voz de alarma.

¡Oh no! ¡No puede ser! ¡No puede ser! Me repito un par de veces. Avergonzada agacho la cabeza y puedo confirmar, que el rumor de mi compañero es cierto. Todos estallan a carcajadas y siento que mi cuerpo quiere huir, pero me detengo sacando el coraje sin saber muy bien de dónde.

—Sabrina Carter, es el primer día y ya llegas tarde. Como todos los años. Espero que no sea así el resto del curso también.

—No, al menos que no quieras saber porqué llevo una de las zapatillas de estar por casa.

De pronto, mis compañeros callan menos yo; que sonrío picarona intentando tomar una revancha de aquella situación tan horrorosa para mi imagen en la escuela.

Esto puede costarme todo un curso lleno de burlas por mi metedura de pata, tengo que sobrevivir de alguna manera, y, así es, cómo he utilizado mi confianza con Hunter para salvarme el pellejo.

Él niega con desaprobación, y, se escuchan unas risitas malévolas del fondo de la clase.

—Ve al despacho de la directora y que te preste unas zapatos. Ya —me dice con voz firme y autoritaria.

SEXO INCONTROLABLE (TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora