30. Solución

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-¡Cállate!, Mierda. Alan...estás confundido. - Dijo Matías tratando de calmarse.

Alan sonrió, pareciese que sabía exactamente lo que Matías diría.

- Claro...Sabes, creo que no debí de hacer esto. Eres un puto homofóbico y sabes...- Matías lo calló dandole un fuerte puñetazo en su mejilla izquierda.

Alan se apartó de él y lo miro con furia.

- Homofóbico...

Matías se acercó a Alan rápidamente.
Sabía que lo volvería a golpear, Así que tome su muñeca y Lo detuve.
Matías me lanzo una mirada de furia pero no se quitó ni se movió un centímetro más.
No quería seguir viendo esto, no quería ver cómo dos persona a las que ame alguna vez discutían y se golpeaban.

- Mejor vamos a su casa. Ahí podrás arreglar todo mejor.

Los dos asistieron como niños pequeños, Alan seguía con su mano en su mejilla ante el golpe de Matias.

El camino a su casa transcurrió en silenció, ninguno se atrevió a decir una palabra después de esa pelea.

Cuando por fin después de un largo camino llegamos a su casa, Matías sacó las llaves y abrió la puerta.
Primero entró Matías, luego yo y por último Alan quién azotó la puerta.

-Ire por mis cosas. - Dijo, y antes de poder preguntarle a qué se refería desapareció subiendo las escaleras.

Matías y yo nos sentamos en un sofá, aparentemente era nuevo.

- Matías... - Murmuré acercándome a él.

Él se apartó un poco aún conmociona por lo que acababa de pasar.
Él suspiró y se dejó caer entre sus manos que estaban se sobre sus rodillas.

No sabía qué hacer ni qué decirle, no sabía cómo solucionar todo lo que acababa de pasar.
Supongo que yo estaba más confundida que ellos.

- Cogimos... - Murmuró Matías al final.

Me quedé sin palabras no sabía ni siquiera que responder. El silencio me calló, las palabras desaparecieron completamente de mi boca. Nunca me hubiera imaginado algo así. Jamás.

- Pero...yo estaba demasiado ebrio -  Confesó Matías entre sollozos. - Jamás pensé que algo como eso pasaría entre nosotros, Alan se veía demasiado heterosexual.

- ¿Sientes algo por él? - Pregunté. Fue lo único que pude decir.

-  ¿Qué?. No, por Dios.

- Entonces... ¿Crees que Alan de verdad está enamorado de ti?.

Matías levantó la cabeza y me miró. su mirada era tierna, sus ojos parecían hermosos cristales. Las lágrimas empezaron a caer de ellos.

- Si, No...Mierda no lo sé.

-  Vale, Cálmate. - Dije mientras lo atraía hacia a mí y lo rodeaba con mi brazos para al final abrazarlo, el correspondió de inmediato.

- No quiero que termine nuestra amistad por algo así, Además el sabe que amo a alguien más...

- Las cosas se solucionarán.

Pasamos unos minutos en silenció, Mientras Matías lograba calmarse.
Nos separamos, Matías ya había dejado de llorar pero sus ojos estaban ahora completamente rojos e hinchados.

Escuchamos que alguien bajaba lentamente las escaleras. Obviamente era Alan.

Termino de bajar y lo divisé con dos maletas.

Yo Gorda, Y más gorda. (Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora