Narra Akari:
Mis padres y yo vamos en camino al aeropuerto. Espero no perderme, al menos, no tengo que hacer escalas, eso es un punto a mi favor.
Esto es completamente nuevo para mí, no sé qué hacer al respecto, sé adaptarme a los cambios, eso creo, ¿se adaptarme a los cambios? Ya no sé qué estoy diciendo.
Además, soy claustrofóbica, ¿y si me agarra un ataque? No podré salir, estoy comenzando a arrepentirme.¡Basta! ¡No pienses maldita sea! ¡Callate, estúpida conciencia paranoica!
–Akari, ¿estás bien?-pregunta mi madre extrañada.
¡Demonios! No me había percatado de que estaba recostada en posición fetal, mientras temblaba cómo Chihuahua.
–Eh... Sí-digo recuperando la postura–solo estoy un poco nerviosa.
–¿Un poco?–pregunta mi padre mirándome por el espejo retrovisor.
Puedo notar que está aguantando las ganas de reírse.
–¡Rogger!-dice mi madre al darse cuenta.
–No me juzgues, ¿si? Nunca he subido a un avión, ni siquiera a esos que hay en el Aeroclub de nuestra ciudad–dije temblando.
–Es cierto. Nunca te quisiste subir. Esos aviones no funcionan, solo están para exhibirse–dice mi madre.
–Sí, pero, me daban miedo...
–Qué irónico. Ahora te vas a subir a uno que sí funcion–agrega mi padre.
–¡Amén!–digo levantando la mano derecha.
–Akari, debes dejar de ver tantas películas trágicas–dice mi madre.
–¡Jamás! Así, aprendo a ver e interpretar las señales de la life.
Los tres reímos, aunque, mi risa fue más de nerviosismo mezclado con ganas de llorar.
¡Ya, Akari! ¡Madura de una vez!
Ash, me autoabofetearía.Llegamos al aeropuerto, respiro profundo, me preparo mentalmente e ingreso.
Está repleto de gente, creo que moriré asfixiada. Sí, también le temo a las multitudes.–Akari, no exageres–dice mi madre.
Miro bruscamente en su dirección. Esa mujer tiene algún tipo de superpoder, seguramente, leyó mi mente.
–No, no te estoy leyendo la mente. Tu cara lo dice todo, simplemente eso.
–Claro...-digo mirándola con extrañeza.
–Bruja–dice mi padre en voz baja, luego tose y aclara su garganta.
Yo solo río y sigo caminando.
(...)
Llegamos al lugar dónde debo tomar el avión. Aunque mis padres suelen ser puntuales, esta vez, llegamos un poco tarde.
Hay personas que están corriendo en dirección a la entrada.
Me despido de mis padres, agarro mis maletas, entrego mi boleto y sin más, me dirigen al avión.Supuestamente tendré a alguien esperándome en Chile, un guía o algo así.
¡Rayos! No hay lugar a la ventanilla.
Definitivamente, me voy a morir, pero por la claustrofobia, espero que sea solo de claustrofobia.Me siento al lado de un chico que claramente estaba preparado para este vuelo.
Tiene una de esas almohadas para el cuello, antifaz, auriculares y una frazada. Quizá a él le toque hacer escalas en Chile para ir a otro lugar. Al menos en mi caso, son pocas horas de acá a destino.
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Campamento de verano.
Teen FictionAkari, es una chica de 17 años muy aventurera, sensible y amable. Acaba de terminar el año escolar y casi todos sus amigos se fueron de vacaciones a distintas ciudades, algunos más al norte, otros al sur y muy pocos fuera del país. Sus padres, est...