Akari, es una chica de 17 años muy aventurera, sensible y amable.
Acaba de terminar el año escolar y casi todos sus amigos se fueron de vacaciones a distintas ciudades, algunos más al norte, otros al sur y muy pocos fuera del país.
Sus padres, est...
Bajamos del avión y comenzamos a salir del aeropuerto. Supuestamente a ambos nos iría a buscar o estaría esperando una persona para llevarnos al campamento. Estuvimos esperando 45 minutos aproximadamente, al parecer, nuestro vuelo llegó bastante temprano. Llega un auto negro, estaciona frente a nosotros y sale el chofer con un cártel, en él, decían nuestros apellidos.
Cártel: ____________________________
Brown. Castriani. ____________________________
Ambos nos miramos, sonreímos, chocamos los cinco y le enseñamos nuestros documentos al chófer, para confirmar nuestra identidad. Nos abre la puerta del auto y subimos.
–¿Cómo estai, chiquillos?
–Bien-decimos al unísono.
–¿Son nuevos por aquí?–pregunta el chófer.
–Yo, ya he venido.
–¿Pero de visita o al campamento?
–Al campamento.
–¿Y usted, señorita?
–En mi caso, es la primera vez que piso Chile.
El chófer sonríe.
–Ustedes vienen de Argentina, ¿verdad?
Ambos asentimos con la cabeza.
–Ah, ya. Es que los argentinos tienen ese acento fácil de detectar.
–Igual, depende de qué parte de Argentina.
–Claro, pero, el acento Porteño es fácil de identificar. Es inconfundible.
–¿Ella es tu polola?–pregunta el chófer con tímidez.
¡Tierra trágame! No te pongas roja, no te pongas roja.
–No, solo es una amiga-dice tranquilo.
–Nos conocimos en el avión-interrumpo.
–Ya veo, claro, es demasiado pronto.
–Exacto–decimos al unísono.
–¿Cuántos años tienen?
–18.
–Yo, 17.
–Ah, vos viajaste con la autorización de tus padres, ¿cierto?
"Padres", esa palabra hizo eco en mi mente cuando el chófer terminó de pronunciarla. ¡Mamá y papá! No les avisé que llegué. Deben estar preocupados, soy una pésima hija.
–Bueno, mis padres me regalaron este viaje y la posibilidad de estar en el campamento, así que, se puede decir que sí.
–Acá, se la pasa increíble, ya verás–dice Martín con entusiasmo.
–Eso espero–miro por la ventana y saco el celular para avisarle a mi madre que estoy en camino al campamento.
Mensaje:
"Mamá, estoy en camino al campamento, el chófer pasó por nosotros hace unos cuántos minutos".
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