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CAPITULO
DIEZ





Se perdía en el humo de su cigarrillo, sus pensamientos eran interrumpidos por las miradas que le dedicaban las muchachas que salían de la cancha de deportes, fastidiado rodaba los ojos esperando que salga de una vez la uniformada que venia a visitar.
A un lado de los vestidores, similar a una sombra, Finn miraba el cielo extrañamente gris para ser un día de verano para luego sacar de su largo saco negro su caja de cigarrillos y ver cuántos quedaban. A la vista de las internas era como un príncipe oscuro, tenían claro que no traía más que desgracia pero de igual manera en la última semana fue una larga lista la que atravesó la puerta de Finn, y es que el misterioso joven tenía un encanto innato para llevarte al cielo y bajarte al infierno en un abrir y cerrar de ojos. Más era curioso, fueron tantas sintiendo sus sábanas que ni recordaba sus rostros y no era importante, las había usado para apagar el fuego que a este paso incendiaba todo su cuerpo pero ninguna lograba calmar sus pensamientos hambrientos de volver a charlar con ella.

Más no era Millie la que gozaba de la visita del lobo al acecho esa tarde, en cambio Loren Grey era quien al verlo camina hacia el y sonríe coqueta.

— Sabia que volverías. —añade la rubia más narcisista de lo que debería.

Finn sonríe falsamente para luego tomar el brazo de la muchacha y dirigirla hacia las duchas sin pronunciar ni una palabra, si lo conociera sabría que aquel silencio debía preocuparle pero no era el caso. Por lo tanto, perdida en su ignorancia, la muchacha se deja llevar y en el momento de encontrarse a solas comienza a desbotonarse la camisa.
El recorre su cuerpo con la mirada buscando que lo tiente como solía hacerlo pero nada pasa al verla. Tensa su mandíbula molesto y se dispone a concentrarse por la única razón por la cual es capaz de volver a acercarse a esa rubia :Millie.

— Me han contado que cierta rubiecita amenazó a mi chica en plena luz del día. ¿Has sido tú? —suelta posicionando otro cigarrito en sus finos labios.

Loren se incorpora al escucharlo tan seco, más tiene otro susto cuando lo ve a la cara.— ¿Quien te lo ha dicho? —pregunta sin limitarse en tartamudear del miedo.

Sonríe con malicia mientras aprieta sus manos con furia. Le había ordenado personalmente que no se acercará y no solo  hizo lo contrario sino que se tomó la molestia de amenazar a Millie apartandola de el. Para alguien que estaba acostumbrado a ser obedecido esta falta era inmensa, y no solo eso sino que se trataba de la castaña que lo traía loco. ¿Como se atrevía? Manejado  por el enojo y la venganza se acerca a la chica con pasos largos, tranquilos, sabiendo que no tenía nada que perder pues el único motivo que le brindaba alegría en esa prisión no se acercaba a el hace semanas, ni una mirada, ni un roce o palabra.

La culpable de ello se encuentra bajo sus ojos oscuros de odio (o por lo menos así lo cree) no se permitiría ser misericordioso en esa ocasión.

Lucifer; fillieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora