i admit, nothin' feels better than this

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CAPITULODOCE

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CAPITULO
DOCE

No one's got to know what we do cantaba el pelinegro mientras daba golpecitos en el volante al ritmo de la música que sonaba en el estéreo, una sonrisa pilla se asoma en su semblante y niega entretenido por los inoportunos recuerdos que abordaban su mente, esos que lo relacionaban a él, a su auto, y a la hermosa jovencita sentada a su lado. No podía decir nada al respecto, por más de que adoraria verla sonrojada, solo niega y evita su mirada acusatoria. Brown reposaba su cabeza sobre la ventanilla, esa que siempre mantenía abierta por alguna razón que no comprende, permitiendo asi que sus cabellos bailen al agitado ritmo del viento, que choquen contra sus ojos incluso, pero no le molesta. Estaba demasiado concentrada en la fusión de tonos rosados y violetas en el ambiente, protagonizando el más colorido de los amaneceres sobre el desolado camino cuyo destino desconoce. Observa como el cielo aún guardaba algunas estrellas para su deleite, estas involuntariamente le recuerdan a las motitas café dispersas en la cara de su fiel conductor, y resulta inevitable no dedicarle una mirada, Finn conducía simpático, tanto que su alegría se incorpora en su sistema y le sigue la corriente tarareando una canción que conoce bien, se la ha dedicado en un pasado, le sorprende que él sepa la letra, sobre todo porque durante su noviazgo el canadiense había afirmado y reafirmado detestar el gusto musical de su chica, pero hey, mirenlo ahora cantando a todo pulmón y meneando la cabeza, sonriente por las melodiosas carcajadas de la joven que se mantenía atenta a cada movimiento del muchacho.

Allí estaban dos almas perdidas en el medio de la nada, protegidos por el interior de un auto que les regalaba la grata sensación de exclusividad, logrando que con una mirada se dijeran que el afuera no importaba ya, sintiendo una extraña calidez inexistente en esos meses del año, sonriendo y cantando como si nada se hubiese roto y como si todo tuviese solución.

— Okay. —el pelinegro baja el volumen para acaparar su atención, la sonrisa entretenida seguía plasmada en sus facciones y aumenta aún más al verla sonreír tambien.— ¿Peor cita? —desde hace unos minutos han estado jugando a hacerse preguntas sobre su relación, suponiendo que ahora que no eran pareja tendrían la libertad de sincerarse en asuntos en los que antes no se sentían capaz de hacerlo. En ese viaje descubrieron que al muchacho jamás le gustó que lo apodara bebé o que le acariciara el estómago, y por su parte la castaña se irritaba cuando atendia su teléfono al estar con ella, o cuando masticaba de manera escandalosa sus verduras. En fin, era una larga lista de disgustos que antes simplemente tragaron por más pesados que estos sean.— Bueno.. yo primero. —al ver la mueca de pena asomándose en la muchacha supuso que sería mejor iniciar tal ronda, para darle más confianza al responder.— La vez que se suponía íbamos a ver Kill Bill y terminamos viendo El mago de Oz junto a todas tus amigas chillonas, odie esa noche, hasta podría decir que fue la peor noche de mi vida..—bufa histérico— ¡y he tenido noches terribles! —agrega algo dramático, no era ningún secreto que las amigas de la muchacha no le caían bien.— Tus amigas son muy pesadas, dulzura.

Lucifer; fillieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora