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Mármol de estrellas ✧*。

"Tienes que aprender a ver las cosas, pequeño, el que no las veas no significa que no estén ahí, imagina las formas, toca, siente, descubre si es suave, afelpado, liso, rugoso, duro o blando, sólido o líquido, si es de tu agrado o no. Sólo así aprenderás a conocer las cosas mi pequeño Harry, el mundo es muy enorme, pero principalmente aprende a escuchar, escucha y así el mundo cabrá en tu mano".

Las palabras que una vez su madre le dijo cuando niño se hacían presentes una vez más en su mente, sabía que se encontraba sólo en su estudio, podría decirse que era el único lugar que con el pasar de los años seguía igual y eso le hacía sentirse a salvo. Conocía Italia como la palma de su mano, bueno, al menos la ciudad de Milán, pero el hecho de que se haya criado en ese lugar, no quiere decir que sea siempre el mismo; la gente cambia, crece, se desarrolla, y por ende como todo el mundo, Milán también. Su estudio se encontraba en el centro de la ciudad, paralelo a la calle principal de ésta, un lugar espacioso situado en el segundo piso del edificio donde vive, con un ventanal enorme, paredes de un blanco aperlado y techo naranja, bloques de mármol y costales de arcilla en los rincones, y, como todos los Jueves a las diez de la mañana, Andrick, su asistente y estudiante iba por una hora de ayuda y aprendizaje.

-Lamento llegar tarde, pero pasé a la cafetería de tu madre, te manda donas y me pidió de favor que te hiciera té. - El joven de veinte años hablaba rápido y claro, dejando la caja de donas en la mesa de trabajo donde estaba Harry.

-No te disculpes, aún no suena la campana de la iglesia, es temprano. -acomoda sus gafas dejándolas sobre la mesa buscando a tientas la caja de donas. - Y no prepares té para mí, hoy trabajarás sobre mármol, el tiempo es limitado. - encuentra la caja y sonriendo la destapa sacando una dona con glaseado, el sabor era de cajeta, su madre bien que le conocía.

-¿En verdad? Oh, eso es bastante... gracias, gracias..- No sabía que decir, Harry termina la pieza de pan dulce y toma su bastón señalando al rincón.

- Sólo acerca el block, empezarás con uno pequeño.- limpia las comisuras de su boca y escucha como este es acercado en una base alta, el sonido del sincel y el mazo suenan a lo que Harry aplaude una vez para que este se detenga. - Antes de que empieces, ¿Qué es lo primero que te he dicho cientos de veces que hay que hacer?- se cruza de brazos en espera de la respuesta, sabía que por más emoción que desbordara aquel chico, si no le hacía casi terminaría desperdiciando aquel material.

- Fingir que soy ciego y manosear el material hasta que me llegue la inspiración.- refunfuña a lo que se gana un bastonazo por parte del mayor. - me lo merezco. -reprime una risa, pero no hay rastro de diversión en el castaño.-

-Tienes que visualizar, medir con tus manos el área, sólo así no te saldrá desproporcionada, tus manos te dirán que hacer. -comenta lento y paciente. El chico suspira haciendo lo que su mentór le indicaba, y poco a poco comenzó a ver en su material el busto de un caballero, quizá era una jugada de su mente, o era magia que tenía el lugar, o en verdad Harry tenía razón, pero pronto podía ver por dónde dar el primer golpe, donde pulir y dónde raspar, como si ya lo hubiese vivido y supiera de memoria que hacer. -¿Lo tienes?

-Lo tengo. -susurra extasiado preparando el mazo.

-Comienza por golpes suaves en las esquinas, delicados, agarra firme el mango del mazo y cuidado con tu otra mano, no le pegues, no estás destruyendo, estás creando. Ahora dime, ¿Qué es lo que harás?

-Un caballero. - Harry asiente levantando las cejas en aprobación a pesar de que este no le veía por darle la espalda. El chico no midió su fuerza, y tampoco hizo lo que Harry le aconsejó, un sólo golpe a la mitad del block bastó para que este se cuarteara y la mitad superior cayera haciendose añicos. Harry salta a causa del ruido y guardando silencio, extiende su bastón caminando con cuidado hasta toparse con los restos del material en el suelo.

-Un caballero caído. -bromea y levanta su rostro haciendo que el chico le encarara; Andrick ya no se inmuta al verle a los ojos, es como si le observara un par de perlas verdosas, cristalinas y opacas al mismo tiempo, revisa sus facciones pero ve todo menos desaprobación y disgusto en ellas.

-Pagaré el material.- susurra dejando los utensilios en la mesa.- No es justo esto, tu puedes, con mayor razón debería de poder yo.

-¿Por qué? ¿Porque no estás ciego?- su tono cambia al igual que sus facciones y su cuerpo se endereza mostrándose imponente. - A diferencia de ti, y no es la ceguera, es que yo sí sé escuchar. Será mejor que te marches, y junta tu desorden. - camina en dirección contraria, estaba molesto, pero cuando Harry se molesta nunca levanta la voz, nunca dice a barbaridades, simplemente habla serio y opta por alejarse.
Sigue su camino a uno de los rincones del cuarto, después de encontrar a tientas una sábana blanca que le daba protección a un block de mármol, lo descubre decidido a empezar a trabajar en su nuevo arte y ocupar su tiempo en él que en una persona irrespetuosa y egoísta.

Lo toca, siente con sus dedos el tamaño de éste, había decidió darle clases a un chico para no estar sólo todo el día, creyó que sería buena idea tener un amigo, pero, por más que él le tendió la mano, el chico abusó como todos, y sin ser consciente o al menos es lo que Harry cree, el chico le daña como todos una vez en su vida lo han hecho. El tamaño de aquel material liso y frío era grande, pero no le pasaba, ¿Qué se vendría aquí? ¿Qué imagen oculta estará dentro de esta dura superficie?

Entonces empezó, su mano se estiró un poco y pudo sentir un tacto, suave, delicado, dedos delgados y finos, fríos, brazos delgados poco musculosos, y sintió en su cercanía un par de hombros que le llegaban al pecho, cabello despeinado, largo... corto, quizá corto, demasiado pero no lo suficiente, y una pequeña cabeza, fina, delicada; escuchó el ruido de la puerta siendo azotada y sintió la soledad de nuevo.

Dentro de su oscuridad podía sentir los dedos de sus manos entrelazarse entre otros, delgados y suaves. Se sentían cálidos, sentía que había un motivo para su existir, para la presencia de alguien "descompuesto" como él, y eso era seguridad. Pero aún no sabía de qué lado se ejercía esa fuerza, si de aquel tacto ajeno a él, o de él hacia la persona propietaria de aquel suave tacto. Sus manos se extendían por aquella infinita oscuridad, párpados suaves como los pétalos de una rosa sentían sus pulgares, un pequeño botón como nariz, quizá era la nariz más pequeña que había sentido, y unos pómulos finos y delicados eran cubiertos por las palmas de sus manos. Un golpeteo pequeño y continuo le hizo regresar a la conciencia, tardó unos segundos para percatarse de que se trataba de uno de los ventanales que estaba siendo azotado por el viento, el estudio se sentía frío, comenzaba noviembre y pronto estaría la nieve tapizando la ciudad, escuchaba en la radio decir que el sol casi no salía, "nublado" era la palabra que no podía imaginar, pero al no sentir la calidez del astro rey era lo suficiente para entender a lo que se referían con que el sol estaba escondido. Y entonces, su sueño le azota de golpe, desorientado busca su bastón y al no encontrarlo baja del banco en el que estaba sentado, da un paso y se tropieza con un balde de arcilla que había ocupado haciendo que su cuerpo impacte en el frío suelo.Odiaba esos momentos, se sentía torpe, inútil y diminuto, no sabía dónde estaba, no sabía que había encima de él, con miedo a golpearse gatea unos cuantos centímetros y en el suelo encuentra el objeto de apoyo que buscaba precisamente para no caer, sentía demasiado en tan pocos segundos, el dolor del impacto, el mareo desconocido, la desesperación, la emoción y sobre todo la inspiración, más seguro ahora, se incorpora y tantea con el bastón para ubicar donde se encontraba, a paso corto pero firme camina hacia el block de mármol que había descubierto hace casi una semana, los contornos y las curvas las sentía en sus manos, tomó el mazo y el sincel una vez más ahora sí seguro de lo que haría.

Un primer golpecito sonó en la pieza, y después otro, el impacto del fierro con el mármol hacía eco, lo estaba viendo con sus manos, o al menos eso explicaba él, pero no era así, su corazón lo estaba viendo, y sus dedos eran la ventana por la cuál sus figuras eran expulsadas.

"Marmo Stellato". [TERMINADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora