Estoy en la marcha, conmemorando el amor que le prolifere a mi ser amado. Estoy caminando solo, pero con su compañía en mi corazón. Estoy orgulloso de lo que él fue y de lo que estoy haciendo.
No soy la misma persona.
Lo supe al llegar al mismo punto de reunión de hace dos años. Ahí antes esperaba una niña tímida e insegura a que sus acompañantes llegaran para iniciar el recorrido, se dejaba llevar por la corriente, veía los colores a su alrededor emocionada pero se encogía en su sitio cada que alguien orgulloso de estos pasaba a su lado.
Extravagante e innecesario, pensaba.
No entendía el significado de esas banderas alzadas en el aire, de la euforia de la multitud, de la alegría y las lágrimas, del significado de la comunidad. Parecía superfluo, distante a ella, sin conexión.
A pesar de caminar en compañía de otros, se sentía sola, solo podía mirar los viejos edificios que formaban parte del paisaje y sentirse como uno, abandonada, llorando en silencio, pensando que jamás encajaría ahí. Sufriendo por no tener el mismo valor de todos aquellos que alzaban sus voces en el aire y presumían aquello que fueron, eran y serían.
Ella tenía que mantener la etiqueta, mostrarse como aliada, darle palmaditas en la espalda a su acompañantes quienes sí se esforzaban por mostrar sus colores.
La pequeña niña tenía miedo, desviaba la mirada cuando una sonrisa pretendía escapar de sus labios, cuando su corazón vibraba o las lágrimas amenazaban con salir.
No era parte de eso porque no tenía el valor de decirlo, creía.
Oh, pobre pequeña niña. Hace un año los colores ya no pudieron seguir fingiendo ser monocromáticos, su corazón amaba y lo hacía de colores. Amaba al rosa, al celeste y al amarillo sin distinción ni oposición.
Incluso ella también se tiñó de color y por periodos de tiempo, algunas veces era un vibrante rosa, otras un elegante azul, algunas más sólo blanco o negro, quizá violeta porque era el resultado del rosa más el azul.
Entonces alzó su voz al cielo y dijo lo cuán orgullosa se sentía de ser lo que era, pero mamá dijo «no», aseguró ser solo una etapa, confundir amistad con algo más y seguir la moda actual.
Entonces la pequeña niña, que ahora ya era color y nada más que color, entendió el valor de la lucha, de la comunidad, de las banderas alzadas, de la celebración.
Ser multicolor era difícil.
Este año la pequeña, tímida y asustadiza niña, ya no está aquí. No hay acompañantes que la guíen, solo yo y mi orgullo, mi amor, mi fuerza, mi lucha.
En este tiempo han pasado muchas cosas y quizá, si al inicio tenía miedo de ser abiertamente parte de esto, ahora no es así. Tampoco recrimino aquello que fui, amo a esa pequeña niña que aunque no alzó su voz hace años si se dio la oportunidad de venir a una marcha que la incentivó a ser lo que hoy en día es. Lo que soy.
No voy de la mano de nadie, pero prometo alzar mi voz por aquellos que, como aquella niña, aún están temerosos, así como las personas que estuvieron antes de mi lucharon por nuestros derechos, yo lo haré por ustedes. Somos una comunidad, estamos aquí, escuchen nuestra voz, vean nuestros colores, no somos diferentes, amamos como cualquier humano, nos expresamos, reímos y cantamos.
Quizá, hoy tu no estés aquí pero yo sí lo estoy, no tengas miedo, espera tu momento, estoy seguro que pronto estarás aquí, con nosotros.
Recuerda, primero amate y enorgullécete de lo que eres, sé que es difícil, al menos en un inicio, pero así como yo terminé por sentirme orgullosa de esa pequeña niña y de lo que hago ahora, sé que tú puedes hacerlo.
Te estamos esperando, tu comunidad, tu familia, tu orgullo multicolor.
Sé que pronto alzaras tu voz.
🌈
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Colores al aire | Antología «Letras Multicolores»
Kurgu Olmayan«Porque cada corazón es único y pinta de color la vida de otra persona». Antología de relatos escrita para «Letras Multicolores» organizado por @lgbtqes ❥Segundo lugar en el concurso «Letras Multicolores» | 18/09