¿Quién eres?

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El sonido de las cadenas, resonando conforme los aros de acero, chocaban entre sí, a causa del brusco movimiento de su portador, quien corría, no en busca de su libertad, ni tratar de inmovilizar a sus captores, aquellos que en el pacillo se encontraban inconscientes.

Corría tras aquella cabellera color fuego que represento extrañes y algo en que no deseaba involucrarse, pero a estas alturas fue por encontrarla de nuevo que dejó que le torturaran de aquella manera tan aterradora, que muy poco hizo para quebrantar lo que era... ahora con una sonrisa a pesar de las heridas, moretones y dolor que sentía, una sonrisa tan pura irradiando felicidad adornaba su rostro mientras la seguía en aquella persecución que ella misma le había invitado a participar.

Las flores que adornaban aquel extraño jardín, recibían el primer roció de la noche cuando la dueña de sus acciones se detuvo a escasos centímetros de él, quien sin perder atención a lo que haría o diría guardo su distancia esperando que hablara.

—Por favor... —su voz tembló —Ayúdame... los Yuuki mueren —su suplica bañada casi en llanto le alteró —Solo un poderoso mago como tú podría detener esta maldición...

—No me interesan ellos —el poco tacto que utilizó derrumbó a la de ojos miel.

—Serás recompensado... —ofreció, se acercó al joven de cabellos oscuros para tomarlo de las manos y librarlo de los grilletes en su muñeca —Cualquier cosa que quieras y que el Imperio pueda darte, lo tendrás.

Dinero... prestigió... fama... no le interesaba nada, después de todo él era un monstruo; a quien todos querían tener a su lado, para beneficio propio, se juró nunca ser el juguete y perro guardián de nadie pero, hace meses atrás eso cambio... aquel incidente, en que sin querer se involucró, y el capricho del destino le hizo cambiar algo en su interior, en su filosofía, en su soledad...

—Entonces entrégate a mí —la tomó del mentón para obligarla a acercarse a él, la dama abrió grandes lo ojos ante esa declaración, pero en ellos no se apreciaba vergüenza, ni asco, solo aquella mirada que durante las últimas semanas observó y le maravillarlo, deseaba descubrir que escondían.

—Aceptó... —se aferró al azabache para esperar esa ansiada caricia.

—Desde hoy soy tuyo —sonrió complacido al verla tan impaciente —Haz conmigo lo que quieras...

Aquel besó que bajó la luna llena se dieron, no fue el inicio de algo, era la continuación del destino embriagador que los unió y por el cual lucharían por cumplir aquella promesa y anhelo...

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Todo tiene un comienzo al igual que un final, son aquellos redactores y creadores de la historia quienes escriben su rumbo... o la llevan al caos... en una repitente trayectoria.

La que fue tierra de nadie guardaba muchos secretos, la magia; fuerza con que la mitad de la población podía ser uso, pero al ser tan desconocida y limitada por las leyes muy pocos la sabían manejar, aunque nadie la entendía a cabalidad, ni podía explotarla como se deseaba, excepto unos magos de leyenda... mitos de ensueños.

Hombres extraordinarios, capaces de derrumbar montañas, vencer ejércitos y destruir monstruos en un santiamén, parecía un cuento bien hecho, que parecía una mentira pero, en los últimos cuatro años en diferentes reinos aparecieron, aquellos magos que la magia eligió como contenedores aptos y capaces de su uso extraordinario.

Todos los gobernantes en busca de aliarse con alguno de ellos, les ofreció de todo, incluso la mitad de su corona pero nadie tuvo éxito, muchos decían que aunque los nombres de esos magos y lugares donde demostraron su poder eran distintos, se trataba de una sola persona... un único hombre, a quien todos querían a su lado, para obtener el poder absoluto.

Los sueños de mi princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora