La guerra había acabado. Habían pasado dos años desde que vi a mi familia y a Hed y dos meses desde que no veía ni a Arantza ni a los pirateados.
Javier y yo estábamos más cambiados, él pegó el estirón y se ganó algunas cicatrices por el cuerpo pero nada grave, en cuanto a mí no había salido tan bien parada, mi mano izquierda se había quedado totalmente inmovilizada debido a un incidente.
Bajamos del tren y comenzamos a hablar, entre los dos se había creado un gran vínculo de fidelidad, amistad y confianza, imposible de romper.
~¿Te has dado cuenta?~ preguntó de golpe Javier.
~¿De qué?~ le contesté.
~De todos los jóvenes que reclutaron de Xilogu, somos los únicos que hemos vuelto.~
Realmente no sabía muy bien si lo decía de forma divertida o si estaba apenado por ello, el tono que había utilizado no revelaba nada.
Xilogu no había cambiado en absoluto y seguramente sus habitantes serían los mismos.
A lo lejos vimos nuestra casa y en la terraza pudimos distinguir a Concha y Antonio en la mesa desayunando.
Teníamos que hacer una entrada épica, no podíamos simplemente ir y decir: "hola".
No nos dio tiempo a hacer nada ya que de pronto el perro de uno de los vecinos comenzó a ladrar y todo los pueblerinos que pasaban por allí nos vieron.
La gente comenzó a gritar emocionada y nosotros corrimos hacia Antonio y Concha, corrimos como si fuésemos otra vez niños, como si nunca hubiésemos cometido y vivido tantas atrocidades.
Ellos nos recibieron con los brazos abiertos y nos abrazamos.
En mi abrazo con Concha aproveché para susurrarle unas palabras.
~Te prometí que cuidaría de él y eso es lo que he hecho durante estos dos años.~
Otra vez fui sorprendida con un abrazo de oso, osa en este caso.
También salieron a recibirnos Melissa, Miguel y Rafa.
~¿Y Rosa?~ pregunté al no verla.
~Aquí estoy.~ dijo de pronto.
Rosa, mi abuela, estaba embarazada y por eso había ido más lenta que los otros. Ella estaba embarazada de mi padre, del hombre del que en unos años más adelante me abandonaría.
Y por fin apareció él, mi mentor, Hed. Corrí hacia él y lo abracé con todas mis fuerzas.
~Sabía que volverías.~ dijo con la voz rota por la emoción.
~Nunca te abandonaría... Padre.~ dije susurrando la última parte.
Todos entramos en casa y comenzamos a celebrar, celebrar que una nueva vida estaría con nosotros dentro de poco, celebrar que Miguel y Melissa se habían comprometido, celebrar que Javier y yo estábamos vivos.
A la hora de cenar, Rafa decidió abrir una botella de anís, la cual todas las mujeres de la familia se abstuvieron excepto yo, a pesar de la mirada de reprobación de Concha.
Miles de historias inundaron la habitación, desde como Javier salvó a unos soldados atrapados hasta como una vez tuvo que caminar por los pasillos semi desnudo porque alguien le había robado la ropa que tenía preparada para después de su ducha.
~¿Cómo te atreves a contar esa historia?~ gritó avergonzado Javier.
Todos estallaron en risas.
Yo lo sabía. Sabía que a todos los presentes les rondaba una pregunta por la cabeza que no se atrevían a formular.
~Oye Anitra, cuenta la vez aquella en la que saliste a altas horas de la noche de la habitación del general Manuel y todo el mundo se pensó que me estabas engañando.~ dijo riéndose, pero esta vez ya nadie se reía, solo él.
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El Legado Oscuro
Science FictionCuando aquel desconocido le entregó un reloj de bolsillo jamás pensó que acabaría en el pasado, más concretamente en la época de sus bisabuelos. De la creadora de: "Los 3 Peces" y "El Pasado Anterior De Jesusa".