Capítulo XI: Destapando verdades

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Pasaron los meses y llegó la hora de volver al internado. Yo no estaba con ánimos. Estuve los meses posteriores a mi viaje en mi habitación sola y callada, analizando todo lo ocurrido.

Sabía que antes de volver al internado tendría que visitarlas, a las dos, a mi abuela Rosa y a Melissa, la visita a esta última no se la comenté a Arantxa ya que no quería preocuparla.

Mientras iba hacia casa de mi abuela pensaba en que decirle a Melissa, no era fácil, en fin ¿Qué le dices a alguien que ha maltratado a tu madrina durante toda la vida que entiendes porque lo hizo? Y sobre todo como le llegaría a explicar el porque sabía yo todo aquello que solo debían saber ella, su marido fallecido Miguel y Luis.

Lo primero que dijo mi abuela al verme fue que me notaba diferente, me veía más madura, como si hubiese estado en una guerra, me abstuve de decirle la verdad y en cambio opté por sacar otro tema que me rondaba por la cabeza desde hace un tiempo.

~Abuela, ¿qué fue de tu hermano?~

~Javier... Cuanto le echo de menos, la verdad es que se marchó del pueblo donde vivíamos en busca de una vieja amiga, mi madre sospechaba que era una vieja amante.~

~¿Y no lo volviste a ver?~

~La última vez que lo vi fue en el funeral de Miguel, fíjate que no vino ni al de tu abuelo.~ comentó con una triste sonrisa.

~Otra cosa abuela... El padrino de mi padre era Luis, recuerdo que lo veíamos en pocas ocasiones y nunca en presencia de la familia de Arantxa, ¿sabes que fue de él? Quiero decir mi hermano me dijo que murió de un cáncer de pulmón, pero antes de eso ¿Qué hacía? ¿Qué fue de él?~

~Si que tienes buena memoria que te acuerdas de él. Fue el mejor amigo de tu abuelo por eso lo nombramos padrino de tu padre, si no recuerdo mal un día llegó a casa y nos dijo que había encontrado trabajo en la ciudad pero que volvería para el nacimiento del niño. La última vez que lo vi fue en el funeral de tu abuelo y lo vi bastante relajado, más tarde nos llegó un telegrama afirmando que había fallecido de un cáncer, no hubo entierro ni funeral, nada.~ finalizó con un ton enfadado.

Decidí que ya había llegado la hora de irme, necesitaba hacer la siguiente visita. Antes de marcharme mis ojos se dirigieron a aquella fotografía que tanto le gustaba a mi abuela.

~Abuela, esa fotografía, ¿Quién os la tomó?~

~¡Oh! Ahora que lo dices me ha invadido una cálida sensación. ¿Cómo se llamaba? Soy incapaz de recordarlo, han pasado muchos años, aunque desde que llegaste es como si ella estuviese aquí.~ dijo confusa.

~Antes de marcharme, debo preguntarte algo, y necesito que me contestes sin preguntarme nada. ¿Qué fue de Hed?~ dije aventurándome de nuevo en aquellas palabras.

Mi abuela me miro confundida y quiso preguntarme algo, pero no lo hizo, solo se limitó a contestarme.

~Lo último que supimos de él fue que estaba tratando de viajar en busca de una vieja amiga, si lo que quieres saber es si murió debo decirte que lo desconozco.~

Cuando estaba abriendo la puerta para marcharme decidí escribir algo en una libreta que mi abuela tenía en el recibidor.

Javier está bien. No te preocupes por él. Pronto os reencontraréis. Firmado Anitra.

Sentía que había hecho una buena acción y es que no convenía que mi abuela estuviese preocupada.

Una vez llegué a la residencia donde estaba Melissa internada me encontré con mi hermano Manuel. Hacía bastante tiempo que no nos veíamos y no tenía muchas ganas de hablar en ese momento con él. Decidí esquivarlo, pero lamentablemente fui descubierta.

~¡Hombre! Si no es otra que mi querida hermana Martina, ¿Cómo te encuentras?~ dijo riéndose.

~He estado mejor, ¿y tú? ¿Qué tal estás?~

~La verdad es que muy bien. Te noto distinta.~ dijo dudando la última parte.

~Estaré encantada de charlar otro día contigo pero ahora necesito hablar con Melissa.~ dije sin vacilaciones.

~¿Con Melissa? Está en la habitación 217.~

Le di un asentimiento y cuando estaba apunto de marcharme, dijo algo que cambió mi mundo para siempre.

~Debes saber que ya no estoy de su lado. Espero que le caigan unos cuantos años de cárcel. También espero que tú y yo volvamos a ser como antes.~

Asentí y me preparé para destapar unas cuantas verdades.

~¿Eres tú? Hace un tiempo que no nos vemos. ¿Cuál era tu nombre?~ dijo una suave voz.

~¿Prefieres Martina o mi nombre artístico?~

~Así que eres tú. Creí haber sentido a otra persona. Una a la que hace mucho tiempo que no veo.~

~Melissa, lo sé todo, y entiendo los motivos que tuviste para hacer lo que hiciste, por eso quiero ofrecerte un trato.~

Me miró sin comprender pero se atrevió a preguntar:

~¿Cómo lo sabes?~

~Tú me lo dijiste.~ le dije sin vacilación alguna.

~¿Yo? Jamás. Solo se lo he dicho a una persona, la cual no recuerdo su nombre.~

~Dime todo lo que sepas de Luís. ¿Realmente murió?~

~Lo único que sé es que no hubo ni entierro ni funeral. No sé nada más. ¿Piensas ir a por él?~

~Su apellido... ¿lo recuerdas?~

~Blanco. Luis Blanco.~

Hubo unos momentos de silencio absoluto que se veía interrumpido de vez en cuando por las murmuraciones de Melissa.

~De la cárcel no creo que te salve ni el mejor abogado, pero las puertas del infierno estarán cerradas para tí.~

Ella se limitó a quedarse en silencio, hasta que finalmente dijo:

~Cuida de Arantxa como yo no pude hacerlo.~

~Lo haré.~

Antes de marcharme pude escuchar más murmuraciones por parte de Melissa, entre ellas pude distinguir "¿Cuál era su nombre?".

Al parecer todos los que habían conocido alguna vez a Anitra, la recordaban perfectamente pero no su nombre.

Tenía que encontrar a Luis, solo había una manera de hacerlo, era arriesgado pero solo se me ocurría eso.

Saqué de mi bolsillo el reloj del tiempo, lo contemplé durante varios segundos hasta que estuve preparada para volver, volver al futuro.

No lo hagas. No te guíes por la venganza. Esta solo te conducirá a caminos extremadamente amargos.

Era la voz de Hed resonando en mi cabeza. Volví a mirar el reloj por última vez hasta que finalmente lo guardé de nuevo en mi bolsillo.

Sonreí. Y me marché a casa tarareando la música tradicional de una de las jotas Xilogunesas que tanto le gustaban a Javier.

El Legado OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora