Castiel no estaba feliz, nada feliz, y su cara era la perfecta representación de su malhumor. Se había levantado con el pie izquierdo, como solían decir los humanos, aunque él no durmiese. Ignoró a los Winchester por enviarlo a hacer un trabajo así, y despeinó los cabellos de su hijo como saludo antes de salir del bunker.
Apoyado contra su camioneta, el demonio de traje negro, le esperaba con una sonrisa.
- Hey, Cassie. – Saludó Crowley, demasiado contento.
El ángel pasó de largo, obviándolo por completo y subiendo a su camioneta. Crowley elevó sus hombros, demostrando que no le importaban sus berrinches, trabajarían juntos le gustara o no.
Ya en la carretera, el demonio encendió la radio; no porqué le incomodara el silencio que se había creado, sino que deseaba molestar al ángel. Lo observaba de soslayo esperando su reacción. Castiel alargó la mano y apagó la radio. A lo que Crowley redobló la apuesta, encendiéndola de nuevo y subiendo el volumen.
El ángel terminó por hartarse. Asestó, sin previo aviso, un puñetazo a la radio, destrozándola.
Crowley sonrió satisfecho. Disfrutaba de sacar de sus cabales al inocente angelito, era como ver el lado oscuro de la luna, la maldad en un niño.
El día entero fue así, provocando al ángel con cualquier mínima cosa, y el otro desatando su furia con cualquier cosa a su alcance. Por eso Castiel odiaba trabajar con el demonio, por eso odiaba a Crowley.
El ángel tenía la esperanza de que terminaran el caso ese mismo día sin problemas, y volver a casa lejos de ese tipo. Pero las cosas se retrasaron y ahora estaba estacionado en una calle oscura, esperando. La peor situación posible.
Crowley notó el tamborileo nervioso del otro sobre el volante, como si quisiese salir corriendo de allí.
- No conoces la paciencia, hombre. –
- La pierdo cuando estas cerca. – Pronunció con asco.
- Me alagas.
Un minuto de silencio pasó tan solo.
- ¿Cuánto tiempo más tenemos que esperar? ¿Por qué no entrar y ya?
- ¡¿Por qué no te callas?! – Vociferó el ángel.
- Si sigues gritando así, van a descubrirnos.
Castiel solo pudo blanquear los ojos y rogar a su padre por paciencia.
Era realmente un mal día. Castiel terminó cubierto de sangre. Su cabello goteaba y comenzaba a convertirse en tiras pegajosas de cabello y sangre coagulada. La gabardina era un recuerdo de color caqui, porque la cubría una capa carmesí oscuro.
- Mira el lado positivo, el rojo resalta tus ojos. – Sonrió el demonio, entregándole la llave de la habitación de motel que solicitaron.
El ángel se dedicó a ignorarlo para no tener que ensuciarse de más sangre demoniaca. Enseguida se quitó la gabardina, tirándola a un lado de la cama, para no ensuciar las sabanas.
- ¡Wow! No sabía que el servicio venía con Striptease. – Bromeó, mientras el ángel de desataba la corbata.
- Tomaré una ducha y podemos seguir investigando. – Sentenció.
Crowley fingió entretenerse buscando que ver en la televisión, mientras se servía un Whisky barato. Pero tuvo la mala suerte de que justo el reflejo del espejo a un lado del televisor le mostraba todo el proceso de despojo de prendas a sus espaldas.
La camisa cayó al suelo, olvidando su blanco absoluto por un blanco con manchas rojas. La musculatura de Castiel fue perfectamente visible en el espejo, y Crowley intento mirar hacia otra parte. El mayor estiró sus músculos un poco adoloridos y crujió algunos de sus huesos. Eso no era propio de un ángel, era propio de un ángel estresado.
Justo cuando el demonio creyó que se iría a bañar de una vez, Cas se volteó. Lo peor no era la vista de sus abdominales, sino que el ángel comenzó a desprenderse el pantalón.
Crowley se ahogó con el propio Whisky que estaba ayudándole a soportar todo esto. Castiel lo miró, a punto de preguntar si estaba bien, pero la verdad sería más feliz si el demonio moría ahogado allí mismo.
El menor rogó porque lo próximo que cayera sobre el bulto de ropa no fuera el bóxer del ángel. Para cuando levantó la mirada, Cas había desaparecido tras la puerta del baño, dejándolo con la incertidumbre.
Se concentró en la televisión, pero lo que las personas decían en la película era ignorado por su cerebro. Su mente estaba demasiado concentrada en el sonido de la ducha. Solo podía pensar en el modo en que la sangre se deslizaba por el cuerpo marcado del morocho, dejando visible esa piel bronceada, y la forma en la que Cas dejaba que el agua le diera directo en el rostro deslizándose por su boca abierta hasta surcar su cuello. Mierda. Maldito seas, Sam Winchester.
Sí, todo esto era culpa del maldito alce. Desde que fue envenenado por su estúpida sangre humana, sus sentimientos cambiaran con el ángel. Todo comenzó con simple simpatía, quería ser su amigo. Luego sentía celos, celos de todo y todos. Gracias a Satán sabia disimular muy bien. Su curiosidad hacia como seria besarlo o tocarlo fue lo siguiente. Y últimamente, no podía parar de imaginar todas las formas sucias en las que podría poseer al ángel.
Ni cuando era humano realmente se sintió así. Más de una vez pensó que quizá Sam le había contagiado con sus propios sentimientos, que el cazador sentía algo por Castiel. Lo cual solo provocó que una oleada de celos le hiciera hervir la sangre.
El celular de Cas sonó dentro de su bolso sobre la cama, sacándolo de sus pensamientos y maldiciones hacia el Winchester menor.
- Crowley, contesta. – Gritó Cas desde el baño. – Debe ser Dean.
- Debe ser Dean. - Se burló en susurros, imitando la voz del ángel.
Y es que Dean era otro de sus problemas. Su "profundo vinculo" con Castiel lo ponía de los nervios.
- Hey, chicos. – Contestó.
- Crowley, ¿Y Cas? – Respondió Dean al otro lado.
- En la ducha, un grupo de demonios se decidió a sangrar sobre él. – Bromeó.
- Necesitaba ayuda de él por aquí. – Se lamentó. – Dile que me llamé más tarde.
- Recibido. ¿Tú podrías decirle a tu hermano que se pudra?
- Por supuesto, - Rio el cazador. – Pero me da curiosidad por qué.
- Algún día lo sabrá.
Diez minutos después de cortar con los Winchester, y justos cuando Crowley estaba a punto de escaparse, Castiel salió del baño.
- ¿Adónde vas?
La toalla en su cintura cubría lo justo y necesario. El cabello húmedo de Cas dejaba caer gotas que recorrían los lugares más inapropiados de su cuerpo. A Crowley se le olvidó donde estaba la salida.
- Bar. – Fue lo único que pudo emitir antes de salir corriendo de allí.
El demonio no se lo había dicho, pero tomó su celular y marcó el número de Dean para verificar que quería. Mientras se colocaba su ropa nuevamente, se escuchó al cazador por el altavoz del teléfono.
- Hey, Cas.
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Guerra.
FanfictionCastiel aborrece pasar tiempo con el Rey del infierno, Crowley adora molestar a su ángel favorito. Crowstiel