Caso perdido.

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Cuando Crowley caminó hacia su trono con los papeles que debía revisar, levantar la mirada le dio la imagen que menos deseaba ver ese día. Acatriel se había acomodado en su sitio, con las piernas sobre el reposabrazos y jugando con una esfera demasiado sensible, esa cosa explotaría en cualquier momento.

- ¿Qué quieres? – Pregunto el Rey del infierno con desgano, tomando la esfera de las manos del sujeto y poniéndola de vuelta en su caja. – No estoy de humor para soportar impertinentes. Apártate de mí trono.

- ¡Uf! Otro malhumorado. – Se quejó el mayor, reincorporándose. – Solo quería hablar un par de cosas contigo.

Crowley se acomodó en su trono libre y siguió revisando sus papeles.

- ¿Sobre qué?

- ¿Por dónde debería empezar? – Sopesó. – Mi algodón es un tipo un poco... huraño, pero tiene sus encantos.

- ¿Y? – Apuró Crowley.

- Podría aparecerse cualquiera y arrebatarte la oportunidad de atrapar al angelito. – Sonrió, obteniendo la atención del menor. – Solo digo que eres realmente obvio, pero no avanzas, muchacho. Sería una lástima...

- ¿Sabes qué? – Suspiro con cansancio. – Te lo regalo.

Acatriel quedó paralizado. Estos dos eran un caso perdido, dos depresivos sin causa, ser cupido aquí no era fácil.

- Me canse del estúpido ángel. – Rezongó. – Puedes quedarte con él.

El castaño piso fuerte hasta llegar frente al Rey del infierno. Se aferró a las solapas de la gabardina negra y levanto uno centímetros al más bajo.

- Escúchame, badboy. Si te atreves a renunciar a la dulzura de algodón llamado Castiel, por mi padre Satanás que te voy a destrozar pedacito a pedacito. – Sus ojos brillaban en un rojo que jamás asustó tanto a Crowley. – No te atrevas a probar de lo que soy capaz.

Acatriel arregló su propia ropa, dio media vuelta y se dirigió a la salida.

- ¡Y yo seré el padrino de la boda! – Gritó desde el pasillo.



Cas estaba revisando unos archivos cuando Acatriel se le apareció enfrente.

- ¡Hey! ¿Qué haces? – Le arrebató el archivo de las manos.

- Intentando leer eso. –

El ángel se apoyó contra la columna, esperando a que su amigo le devolviera el archivo, a sabiendas de que si intentaba tomarlo, Acatriel jugaría con él sin devolvérselo.

- ¿No me vas a preguntar dónde he estado?

- Es tu vida, puedes hacer lo que quiera con ella.

- Solo pregunta. – Alentó.

- ¿Dónde estabas? – Preguntó, denotando todo el desinterés que tenía en el tema.

- Discutiendo con tu novio.

- Crowley no es mi novio, Acatriel. – Sentenció, recuperando su archivo.

El demonio rio y Cas no comprendió que era tan gracioso.

- ¿Cómo sabias que hablaba de él entonces?

El ángel calló, sonrojando e ignorando al castaño para concentrarse en los papeles entre sus manos.

- ¡En fin! Vas a ir a la guarida de Batman hoy mismo. –

- Me niego. – Sentenció, devolviendo los papeles a su lugar. – No voy a ninguna parte.

- No es una pregunta. – Sonrió malévolo. 

Guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora