Caprichoso.

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Una noche, mientras Crowley estaba firmando un contrato un tanto importante, su teléfono sonó sobre la cama. "Ángel" rezaba el contacto. ¿Debería cambiar el nombre por algo más romántico? Eso hacían los novios, ¿No? Primero espiaría como lo había agendado Castiel.

- Hey, Cassie. –

- Estoy aburrido.

- ¿Soy tu payaso o qué?

Por alguna razón, aunque oficializaron su relación, su trato no había cambiado demasiado. De vez en vez, interrumpían las discusiones con besos o Crowley decía alguna frase con doble sentido más que lo normal, pero nada del otro mundo.

- Ven. – Eso sonó más como una orden que como una petición.

- Estoy ocupado.

- Estoy aburrido.

Maldito ángel caprichoso y comprador.

Crowley se apareció en el cuarto de Cas, cortando la llamada y mirándolo con mala cara. El ángel estaba desparramado en la cama, con su ropa de andar en casa y jugando con el control remoto.

- ¿Feliz?

- ¿"Transformers" o "Código enigma"? – Lo ignoró mientras revisaba las películas.

- "¿Me das espació en la cama?". Esa quiero. – Bromeó, apartando al mayor para tener espacio. – Eres un caprichoso, decide tú.

- No soy caprichoso. – Se giró a mirarlo enfadado. – Tú eres un pesado.

Cas chasqueó los dedos, apagando la televisión y cruzándose de brazos. Parecía un niño, pero solo era un ángel caprichoso.

- Solo validas mi teoría. – Sonrió Crowley.

El demonio obligó al ángel a mirarlo, apretando sus mejillas y deformando su gesto de enojo en algo demasiado adorable. Relamió sus propios labios y beso a Castiel. El mayor se opuso a corresponderle al principio, pero cuando Crowley rozó con su lengua sus labios, no pudo seguir poniendo resistencia.

Las manos pasaron a explorar cuerpos y el beso suave a intensificarse. Crowley se coló bajo la camiseta del otro, podía sentir su cuerpo estremecerse bajo su tacto. El demonio se concentró en morder y lamer el cuello del mayor, arrancándole suspiros. Mientras, el ángel desabrochaba y quitaba de su camino cada prenda que el otro llevaba.

Crowley volvía a probar sus labios, pasando una de sus piernas entre las de su pareja, haciendo la presión justa.

Cas se retorció buscando un poco más de esas sensaciones, una de sus manos se enredó en el cabello de su pareja, haciéndolo poseedor del control sobre el beso. Siempre quería tener el control; pero no aquí, frente al Rey del infierno este ángel iba a arrodillarse.

El demonio se quitó la última camisa que le quitaba, y tiró hacia abajo el pantalón de su novio. La camiseta voló a alguna parte. Solo necesito quitarse el cinturón para lograr ver el celeste cielo brillar en lujuria.

Era absolutamente distinto a su relación desde hace años, Castiel no tendría el poder de decidir qué hacer esta vez. Crowley lo guiaría, le gustara o no, no tenía forma de resistirse cuando lo único que salía de su boca eran gemidos.

Sin estorbosa ropa de por medio, el menor se escabulló entre las piernas de Castiel, lamiendo su abdomen en forma ascendente. Ni siquiera necesito rozar su erección para que arqueara su espalda.

Absoluto control, Crowley. Se sentía tan bien.

El ángel ambicionó recuperar su autoridad, perdiendo contra la penetración lenta, acompañada de besos a lo largo y ancho de toda la extensión que su pareja lograba alcanzar.

- Crowley... -

El vaivén se volvió la perdición para Cas, olvidando todo mando perdido. Crowley disfrutaba tanto de las sensaciones que el ángel le provocaba, como también del poder concedido. Él llevaba el ritmo, él controlaba la intensidad de los gemidos, él dominaba a su ángel, él se encargó de llevarlos al clímax.


- Estoy aburrido. – Se quejó el ángel, jugando con la mano de su novio, entrelazada con la suya.

- Te has vuelto más hablador desde que estamos juntos... e insoportable. – Abrió los ojos Crowley. - ¿Lo has notado?

- Supongo que es el rencor de tanto tiempo aguantándote.

- Yo también te amo, baby. – Besó el despeinado cabello.

Crowley se levantó a duras penas, poniéndose el traje como pudo. Castiel, como jamás lo imagino, lo invitó a resolver un caso. Por supuesto que no le diría que era su estrategia para pasar tiempo juntos.

Salió del cuarto, topándose con Dean desperezándose frente a su habitación.

- Dime que no acabo de verte salir del cuarto de Cas.

- Si tú me dices que lavaste esa bata al menos una vez este año.

Ambos se miraron un momento y siguieron su camino en silencio a la cocina. 

Guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora