El sujeto.

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La cama era cómoda, en especial para leer libros que se había robado de algún almacén escondido del demonio. Ningún otro demonio se atrevía a molestar al ángel o reclamarle algo. Entonces Crowley mismo tuvo que ir a por el libro cuando le informaron de la falta. Y casi le da un infarto al entrar a la habitación de Cas.

Castiel había hecho de la pequeña habitación, su casa. Por ende, se había quitado el saco y la gabardina, la corbata aun colgaba de su cuello. Acostado boca abajo sobre la amplia cama, sin zapatos, leía su libro robado. Maldito y sensual ángel.

- ¿Podrías... - Intento no decir "quitar esa pose". – podrías devolver ese libro?

- Me aburró. – Se excusó. –

- Te daré otro.

- Me gusta este. – Objetó el ángel.

Discutir con la adolescente Amara era más fácil que esto. Crowley simplemente le arrebató el libro, ganándose la mirada asesina del otro. Castiel se giró, apoyando su cabeza en sus brazos. La imagen solo empeoró la amenaza contra la salud del demonio. Pose relajada, camisa desprendida hasta la mitad y su cara de pocos amigos.

Céntrate, Crowley.

- Ya tenemos un trato con el sujeto, por cierto. – Informó.

- ¿Cuándo se hará la entrega?

- Mañana por la noche.

Cuando Cas se sentó sobre la cama, su camisa se movió lo suficiente para que Crowley olvidara como se respiraba exactamente.

- ¿Cuál es el pagó? – Interrogó el ángel, solo por curiosidad.

Aun temía que el demonio los engañara y terminara realmente en manos de un desconocido, vendido como una prostituta.

- Solo un par de millones y cosas sobrenaturales. – Quitó importancia. – Estate listo para mañana. – Pidió antes de irse.

Pero se detuvo en la puerta.

- Y tapate. – Señalo su pecho semidesnudo.

Cas bajo la mirada, sin comprender que tenia de malo eso.

- ¿Por qué?


La entrega se hizo en un descampado, lejos de toda civilización. Cas esposado y con su bozal asegurado, se removía incómodo. Crowley tecleaba algo en su celular, ignorando la cara de molestia del otro. El auto negro del Rey del infierno se detuvo. Un demonio abrió la puerta del Rey y el otro sacó al ángel a empujones.

Los Winchester se supone que estaban por allí, escondidos en alguna parte.

Un reluciente auto blanco apareció a lo lejos.

- Prepárate, Cassie. – Sonrió el demonio. –

Castiel se retorció en el agarra de los demonios, emitiendo un sonido que probablemente fuese un insulto. El auto blanco  estaciono justo en frente del negro, la puerta se abrió. Traje negro ajustado a un delgado cuerpo, demasiado alto para el gusto de Crowley. Cabello castaño y piel blanco muerto. Lentes oscuros reflejaron al demonio, y la sonrisa no le gustó nada.

El sujeto extraño dirigió su mirada al ángel esposado a un lado de Crowley. Castiel no pudo decir nada, pero sus ojos demostraron cuan enfadado estaba. Nada de miedo en el ser celestial, y eso pareció gustarle al sujeto. Lo peor es que era humano, completamente humano.

- Crowley, ¿Cierto? – Estiró su mano hacia el demonio.

- Rey del infierno. ¿Usted es? – Dijo, a la vez que respondía el apretón.

- James, solo James. – Sonrió.

- James, entonces. ¿Mi pagó? –

James dio media vuelta con tranquilidad, abriendo el baúl del auto.

- Aquí. – Señalo al maletín que extrajo. - Y aquí. – Sacó una pequeña caja de madera.

Crowley abrió el maletín, y todo el dinero parecía estar en su lugar. Pero cuando abrió la pequeña caja de madera, un brillo fulminante le hizo retroceder junto a sus hombres. Para cuando pudo abrir los ojos, sentado en el suelo, Cas estaba en brazos del tipo de los lentes.

Los disparos sonaron de alguna parte en el pastizal, hasta que los Winchester fueron vistos. El tal James también respondió al ataque con su propia arma, cubriéndose con su auto. Cas termino encerrado en el asiento de atrás, removiéndose como un pez fuera del agua. Cuando Crowley se puso de pie con sus hombres, el sujeto ya estaba en su auto y aceleraba hacia atrás para dar la vuelta.

Habían perdido a Cas. 

Guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora