Décimo Cuarto: Felicidad Obligada

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Por alguna razón que se desconoce, una niña fue condenada a un extraño lugar, el cual ella ignoraba que existía. Deambuló por los bosques en busca de alguna referencia que le indicára dónde estaba o hacia dónde debería ir, pero nada le decía que dejaba de estar perdida, y ella sentía que caminaba en círculos, adentrándose cada vez más en el arbolaje denso del bosque.

Oyó entonces un bello canto y, esperanzada, lo siguió, encontrandose así, con un bello chico de cabello azul y ojos del mismo color, él le indicó que debía de caminar derecho siguiendo el camino pintado de verde para llegar al reino que, al parecer, el hombre regía.

La niña se asombró al saber que el extraño de bella voz era rey de todo un país, y hasta se hizo confusiones en su pequeña cabeza, debatiendose entre hablarle de manera normal y corriente, o como se tendría que referir alguien a algún miembro de la realeza.

Decidió agradecerle con simpleza y respeto, para luego marcharse por donde el hombre le indicó; caminó por lo que a ella le parecieron años y llegó, finalmente, a un bonito reino colorido y alegre en el que la felicidad de sus habitantes se desbordaba por las sonrisas que llevaban en sus amigables rostros.

Rió nerviosamente para quitarse todo el estrés que su corto viaje le había causado, y se animó a adentrarse al pueblo, encontrandose con la extrema gentileza, que se sentía extraña, con la que la recibieron.

Le acompañaron durante un tramo del camino hasta el castillo, donde le dijeron que le explicarían cómo había llegado hasta allí, y luego, la dejaron sola, excusándose de que no tenían permiso de entrar al palacio y que solamente los recién llegados podían ingresar.

Ignorando su mal presentimiento, se adentró en el castillo, ignorando las miradas furtivas que los guardias le lanzaban. Llegó a la puerta principal y ésta se le fue abierta desde dentro por, al parecer, dos sirvientes.

Un tercero se le presentó y le invitó a que la siga hasta que llegaron a unas escaleras muy elegantes y las subieron. Al finalizar con la subida, arribaron a un salón en donde la bella luz solar se filtraba tanto por las ventanas y el tragaluz, como por un bonito vitral incrustado en la pared del fondo.

En ese retrato en cristal se veía un hermoso bosque verde y frondoso, con una enorme arboleda que llegaba a cubrir un camino.

"Veo que llegaste con bien" oyó decir a la misma voz hipnotizante que antes había escuchado cantar cuando estaba aún perdida.

Se viró en su lugar para verlo, pero éste no estaba ahí, se extrañó hasta que la frase fue repetida ahora frente a ella.

Giró velózmente su cabeza y halló el rostro del chico peliazul a escasos centímetros del suyo y con una singulsr sonrisa difícil de definir.

Se alejó unos pasos atrás, sobresaltada, haciendo que su contrario entornase los ojos con hastío y se enderezara, para así caminar con dirección al vitral dándole la espalda.

Al fijarse nuevamente en aquella obra, se horrorizó, el color verde en las hojas de los árboles, simbolizador de la vida, había mutado y ahora era gris opaco y ceniciento, y el camino de tierra esta ahora lleno de manchas rojas, seguramente sangre, dándole tal aspecto sombrío y realista al retrato, que la niña no pudo sino llorar, recordando cómo llegó a ese lugar.

Los recuerdos suprimidos por su inconciente retornaron a su mente y se reprodujeron como una película. Ella simplemente quería ser reina de ese lugar, pero no por ansia de poder, sino porque ese fue el último deseo de su difunta madre, la mujer que alguna vez había sido monarca.

Su progenitora había sido destronada por una traidora hacia la corona, la mujer portadora de ojos rojos, mismo color del cual sus ropas siempre iban teñidas, y no porque sean de tal tonalidad, sino porque se pintaban con la sangre de todas aquellas personas que osaban desafiar a su reinado, ya sea sacándole en cara su golpe de estado, o simplemente mencionando, o susurrando, a la antigua familia real.

La niña había sido ocultada en un ala secreta del palacio por su madre, siendo protegida de este modo, mas no duró mucho, ya que tan pronto como la traidora acabó con la vida de la que alguna vez fue reina, avanzó para cortar la cabeza de la pequeña princesa.

La encontró con cierta dificultad, pero la halló.

Corrió la puerta secreta presionando la baldosa correcta, y se vió frente a su presa y próxima víctima. La princesa salió corriendo entre gritos y llantos, sabía que esa mujer no era buena, sabía que había asesinado a su madre, padre y hermanos, sólo por un trono, por el mismo trono que su madre siempre anheló que su primogenita ocupára.

Huyó hasta el bosque en el que se encontró al recobrar la conciencia, se extravió entre los árboles, tratando de ocultarse entre sus troncos, cosa qye fue inútil, ya que varias veces la hoja de la espada perteneciente a su perseguidora rozó su cuello las variadas ocasiones en las que fue expuesta. Decidió entonces treparse con sigilo a las ramas de un árbol bastante alto, lo suficiente como para ver desde la cima a la mujer.

Planeó caerle encima, robarle la espada y acabar con la traidora, pero la chica se marchó, en busca de guerreros que la pudiesen ayudar a a encontrar a la mocosa.

La princesa decidió esperar hasta que la mujer retornara, sin saber que traería refuerzos, para poder llevar a cabo su plan.

No supo cuánto tiempo transcurrió y la uaurpadora volvió acompañada de un hombre con cabellera azul, su hermano.

Buscaron a la niña sin encontrarla, y, enfadada, la reina falsa estampó su espada contra el inocente tronco de un pobre árbol, inscrustando su filo y lastimando a la planta, ocasionando que el bosque se enfureciera con ella por haber dañado a uno de los suyos.

Muchos árboles extendieron sus raíces y ramas hacia la reina falsa, cojiendola de brazos y piernas, y arrastrándola hacia lo más profundo del bosque, en un lugar donde jamá pudieran encontrarla, pues las plantas sabían las atrocidades cometidas por la ahora cautiva chica.

La niña, que observó todo desde arriba, se asombró al ver lo fácil que se acabó todo el desastre por lo que se relajó, sentandose cómodamente en la rama en la cual estaba posada, pero realizando un mal movimiento que le costó su equilibro, y la altura, ya que cayó desde arriba hasta estamparse contra el duro suelo cubierto por el cesped.

Tal caída la sumergió en la inconciencia, misma que su mente utilizó para rememorar todo lo sucedido, todas las muertes, las pérdidas de sus familiares. Su cerebro no lo soportó y decidió por su propia cuenta que esas memorias no le ayudarían, no serían nada bueno, por lo que las sepultó.

Pero ahora las recordaba, y lloraba a cántaros, sin poder soportar el dolor tanto de cabeza como de corazón, le dolía su músculo cardíaco por el sufrimiento que le causaba saber que nunca más iba a ver a su familia.

Mas al rey sustituto, el hermano de la traidora, no le causó nada más que molestia el ver a la chiquilla destruida por el dolor provocado por su hermana.

Hizo entonces lo mismo que cuando regresó al reino a reclamar la corona luego de haber perdido a su hermana, los aldeanos se negaron no sólo con puños y gritos sino también con lágrimas, pues todo el munso amaba a la familia real, quienes siempre velaron por su bienestar y felicidad, cuidando de que no les faltase nada, convirtiendose en sus amigos.

Hizo lo mismo entonces, abrió la boca y expresó una bella sinfonía con palabras cuidadosamente escogidas para lograr que, sin importar todo el dolor, sufrimiento y remordimientos que la persona portára, sonriera con falsa alegría.

Dejándo aún caer las lágrimas y los pedazos rotos de sus corazones.

Obligándolos a ser felices.

📖Pequeñas Historias📖 [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora