Eᴍᴘᴛʏ |𝐁𝐍𝐇𝐀|

06| Rᴀʀᴏ.

—Hogar dulce hogar —susurré entrando a casa.

Mi dulce cachorro vino a saludarme moviendo su peluda cola. Antes de ponerme a saludarlo, dejé mi mochila en el suelo mientras me quitaba los zapatos con los pies y me tumbaba en el sofá.

—Hola bonito —acaricié al agitado perro— ¿Cómo se puede ser tan bonito como tú?

Sonreí besando la suave y pequeña cabeza de mi perro blanco.

—¡Ah! —me quejé— Ross, hermoso, no pises mi costilla.

Me di cuenta que había mucho silencio, cosa que nunca pasa. A excepción de cuando mi tía no está.

Así que, mi tía no estaba en casa.

Me levanté con cansancio y dolor por medio para ir a la cocina. En la nevera había una nota—cosa que siempre hacía cuando se iba de imprevisto—.

—"He tenido que ir a trabajar, no llegaré hasta la madrugada" —leí en voz alta—. "Para comer te he dejado una sorpresa".

Encaré un ceja. Había un dibujo de un emoticono de estos japoneses y un montón de exclamaciones.

—"Para cenar te he dejado dinero en la mesa para que pidas lo que tú quieras. Espero que te haya ido bien el examen, te amo <3".

Qué raro, hoy esta especialmente generosa.

Pero bueno, que más da el motivo. Mientras yo tenga lo comida ya soy feliz.

Por estas cosas recuerdo porque la amo tanto.

Abrí la nevera con curiosidad. Espero que lo que sea que haya hecho mi tía no se haya estropeado.

—¡Paella! —grité con una sonrisa.

Cogí rápidamente el plato con arroz sintiendo como mi estómago rugía. Hacía bastante tiempo que no comía la paella de la tía Ame.

Era una de las cosas más deliciosas que jamás en mi vida hubiese probado. Agarré el plato y lo puse en el microondas, esperé poco menos de medio minuto y me fui al sofá a comer.

—No te voy a dar, es todo mío —le hablé al perro.

Encendí la televisión mientras ponía un programa cualquiera que me distrajera. Acabé en pocos minutos, entre que tenía muchísima hambre y estaba buenísimo no tardé casi nada en terminármelo.

Como no tenia nada que hacer y me estaba muriendo de calor, decidí ir un rato a la piscina. Pero claro, no podía bañarme debido a mi contractura, tan solo metería los pies un rato para refrescarme.

Me puse la parte de arriba de un bikini rojo y unos shorts tejanos. Cambié mis gafas normales por unas de sol y ya estaba lista.

Tenía una piscina en el patio trasero, no era demasiado grande, pero si que entraban bastantes personas. Obviamente que fue mi madre quien encargó hacerla.

Me recogí el cabello en un moño algo flojo mientras metía los pies. Se sentía bien, solo que me era un poco incómodo estar con la venda y el bañador puesto.

Una idea se me vino a la mente.

Cogí la colchoneta que teníamos para la piscina para luego lanzarla al agua y dejarla en el borde. Era como un sofá gigante flotando sobre el agua.