Prefacio: BAJO LA TORMENTA

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La neblina era espesa en el océano. Cualquier capitán de barco que pasaba por allí, y estuviera en la cabina del timón, se sentiría nervioso de no ver más allá de su nariz. Este era el caso de Omar Chávez, un capitán peruano que comandaba un barco pesquero. No era un hombre tan viejo y no le gustaba tanto vestir la vestimenta clásica de un capitán de barco; tan solo aguantaba ponerse la gorra. Su rostro era largo y fino, con pequeños ojos saltones capaces ver más allá de la vista común. No obstante, esa noche de niebla no les funcionaba. Estaba perdido y angustiado. La aguja de la brújula, al lado del timón, no daba más que vueltas sin detenerse. "¿Dónde estaban? ¿En qué se habían metido?"; temía el capitán.

De pronto, el primer oficial subió por las escaleras. Un hombre alto, calvo y con barba de candado, vistiendo una chaqueta de tela impermeable de color amarillo. Al verlo, el capitán notó que su frente estaba húmeda por el sudor.

—¿Qué sucede, Rojas? —preguntó Chávez.

—Nada bueno, capitán.

Eso lo alertó, su mente voló y miró hacia la ventana para conseguir alguna respuesta, pero solo vio lo de siempre, niebla.

—¿Cómo que nada bueno? ¡Hable ya!

El Primer Oficial dio un suspiro y respondió temblorosamente.

—El pescado que traíamos, ha desaparecido.

—¿Qué? —saltó el capitán, alarmado y mostrándose perplejo ante la noticia—, ¿Cómo puede ser posible?

—No lo sé, capitán. Pero los tripulantes están asustados, dicen que hemos entrado a aguas maldecidas.

Algo le carcomió en su interior, el capitán no podía creer la clase de disparates que se le habían ocurrido a su primer oficial, hablar de maldiciones de tiempos antiguos en pleno siglo XXI, era de idiotas. Intentó no reír tan solo por los años de amistad que ambos habían tenido. Sin embargo, el rostro de Rojas estaba aterrado, sus manos sostenían su gorra náutica de forma temblorosa. Sea maldición o no, algo había sido la causa del susto de él y el capitán, como padre de la tripulación, debía de ir a investigar.

—Muéstrame.

De allí, ambos bajaron hacia la bodega de carga, estaba oscura al empezar a caminar por el pasillo. Tan solo se veía unas luces amarillas y parpadeantes en el fondo. Sus tripulantes se habían reunido alrededor de la escotilla, viendo con temor el interior, empujándose ligeramente unos a otros para ser el primero en ingresar.

El capitán llega hacia ellos con el ceño fruncido, manteniendo la compostura mientras escucha rumores sobre mitología marina. A pesar de lo que ellos decían, el capitán deseaba saber que había pasado con la mercadería.

Intercambió miradas con sus tripulantes y entró a la bodega, acompañado por su primer oficial, quien estaba lleno de dudas. Chávez encendió su linterna mientras mantenía su otra mano en la funda de la pistola, listo para cualquier amenaza que les saltara encima. A continuación, el capitán quedó sorprendido. Tal como lo había dicho su primer oficial, la bodega estaba completamente vacía, ni siquiera se veía el marisco. Dirigieron la luz de la linterna a todas las paredes de la bodega, buscando una señal de intromisión.

—¿Qué carajos pasó aquí?

—Se lo dije capitán, fue una criatura del mar...

—No, claramente no fue eso —dijo el capitán con el ceño fruncido y pensativo—. Alguien nos está robando la pesca. Tal vez alguien que trabaje para la compañía rival. —Una expresión amarga se dibujó en su rostro—. Maldito Pachaca.

LA TIERRA DE LOS RÉPTELSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora