Capítulo 3.

438 39 0
                                    

Las cosas comenzaban a surgir con normalidad, al fin volvieron a ser el grupo de algunos años.
Decidieron ponerse al corriente, platicar de las trivialidades que tenían y todo lo que había sucedido en ausencia de otros.

—¿Entonces que haremos? —La voz de aquel rey sonaba cansada, frustrado.

—Thor, aún no tenemos nada. El decirte que debemos esperar ya es tedioso desde hace meses.

Se sentían frustrados, cansados. Justo en ese momento compartían mesa y repetían algunos sándwiches sencillos.

—¿Qué quieren cenar hoy? — Soltó la femenina, comenzando a degustar su almuerzo.

—Pizza no suena mal. —Aquel grandulón verde no soltaba más que ese alimento. Extrañaban cuando realmente consumía algo de calidad.

—Llevamos una semana comiendo pizza, no cenaremos hoy. —Se unió el capitán quien veía divertido el puchero del grandulón. Al parecer cuál niño.

—Yo voto por hamburguesas y algunas cervezas. —Hizo aparición el castaño con su aura sobresaliente y toque sarcástico.

—¡Había extrañado tanto al mirgardiano!

—Lo tomaré como un halago.

Comenzaron a reír todos ante la situación, de sólo imaginarla era cómica.

Thor alabando a Tony el cual le apuntaba con un cuchillo bañado de mermelada, Natasha sin mencionar nada mientras daba palmadas de apoyo a Hulk. Y el capitán, el capitán disfrutaba de la convivencia en familia.

La tarde transcurrió con normalidad y todo estaba preparado. Se reunieron en la sala, con hamburguesas, cervezas y la deseada pizza de Hulk.

Steve no podía dejar de ver con amor y adoración a Tony, cada gesto, cada frase, cada movimiento y cada tono de voz. Todo, absolutamente todo era perfecto de él. Tanto que su sonrisa no se borró.

Con cuidado el castaño se acercó, tomando asiento a su costado viendo con encanto a sus compañeros.

—¿Qué sucede, Steve?

—¿Por?

—Tú mirada de amor comienza a ruborizarme ¿seguirás viéndome así?

—Yo...no...lo siento. —Sentía el rostro arder y esto incrementó al escuchar la suave risa del mayor.

—Venga, quiero hablar contigo.

Sus manos se unieron mientras se alejaban del lugar hasta llegar a la terraza, la vista era preciosa. Después de tanto tiempo volvió a ser preciosa.

—¿Y bien?

—¿Y bien, que? —El rubio portaba una mirada confusa, demasiado confusa.

—¿Hasta cuando seguirás ocultando lo que sientes?

—Yo...no sé a qué te refieres. —Su vista volvió al frente mientras se recargaba en la barra. Sentía pena.

—Oh vamos, te gusto. Puedo notarlo a kilómetros.

Y entonces quería que la tierra lo tragara, negó avergonzado ¿cómo pudo notarlo? No fue obvio. Para nada.

—¿Te alejarás si resulta así?

Giró su rostro hasta él, notando un cierto brillar en sus ojos. Tan preciosos que quedo embobado.
No supo en qué momento comenzaron a cortar la distancia hasta el punto en que un suave beso comenzó a darse.

Tan puro, tan inocente y tan perfecto. Los carnosos labios del mayor sabían a cómo siempre imaginó, una mezcla de canela y café.

Con cuidado se alejaron sin dejar de verse, podía jurar que aquellos achocolatados brillaban más que en cualquier ocasión.

—No, no me alejaría cuando siento lo mismo que tú, Steve.

NO ASÍ, NO TÚ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora