Capítulo 5.

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El sol se había posado de forma tímida, ocultándose entre las nubes.

A esa hora la mayoría de los vengadores estaban en distintas actividades.

Natasha se encontraba en la oficina, haciendo una llamada con Rodhey.

—¿En serio aún no saben nada de él? ¡Sé que está vivo y que necesita de nosotros! -Su voz era temblorosa, apagada. Sentía como el aire quería abandonarle por tercera vez consecutiva. No sé lo permitiría.

—Nat, a mi también me duele que nuestros amigos no estén, pero debes dejar ir de una vez. No es saludable -Trató de sonar calmado, siendo lo mayormente comprensible que podía. Debían salir adelante; era lo mejor.

—No puedo, tiene menos de un mes que sucedió esto. ¡Sé que sigue allí afuera! Él no desaprecio como los demás -El fuerte ruido de su mano impactar contra la mesa hizo que aquel moreno soltara un suspiro pesado.

—Bien, seguiremos buscando. Avísame algún cambio.

La llamada fue cortada de golpe, dejando de fondo el ruido grueso de la silla al impacto del peso de la fémina.

El capitán apareció con lentitud, dejándose apoyado en el borde de la puerta.

—¿Hace cuanto estás ahí, Steve?

—Lo suficiente diría yo. Estaba hablando con Tony y decidí preparar algo de desayuno, pero no quería hacerlo sin antes verte.

Con cuidado se acercó, tomando asiento frente a ella, quién con media sonrisa le acercó su platillo de sándwiches.

—Al parecer te adelantaste.

—También puedo cocinar, Steve. Los agentes también cocinan.

Suaves risas se escucharon para ser opacadas por el silencio.

—St...

—Lo encontraremos Nat, por supuesto que lo haremos y estaré ahí para apoyarte -Sonrió un poco, tomando con delicadeza su mano en señal de apoyo.

—Ya que estamos sentimentales ¿cómo te fue ayer?

—¿De qué hablas?

—Ya sabes, con Tony.

Aquel rubio sintió el rostro arder después de tanto. Pero una amplia sonrisa apareció en su rostro.

—Ahora. Ahora somos pareja y eso me vuelve feliz. Soy novio de Tony —Sus ojitos azules brillaban cual mar y su sonrisa cual luna. Su felicidad era tal que no cabía en él.

—Sí, siento que sino me decías yo ni enterada —Leves carcajadas se escucharon.

—Bien, iré a preparar el desayuno.

Se encaminó hacia la cocina donde estaba aquel precioso moreno.

—¿Qué haces aquí?

—¡Hasta que apareces! Muero de hambre, Stev. No creas que con besitos mi precioso estómago estará lleno. Bueno, podría por otro medio pero d...

—¡Tony! —Desvió la mirada avergonzado mientras se ponía aquel mandil.

—Extrañaba verte actuar así, que adorable. En fin, créeme que sino tengo un platillo digno del Capitán América volveré al vicio de las donas y hamburguesas —Señaló divertido mientras tomaba una fruta y pasaba por detrás de su pareja, quien soltó un jadeo al sentir aquella nalgada.

—¡Tony!

—Prometo hacerlo más tarde, pero, mi advertencia no es broma. Estoy considerando las donas sino me alimentas.

NO ASÍ, NO TÚ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora