Capítulo 19.

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El calor que emanaba contra su cuerpo le resultaba reconfortante, tanto que había olvidado por instantes el motivo por el cuál se presentó al lugar.
Se removió con suavidad hasta lograr alejarse y verle directamente al rostro aún con la molestia presente.

—No, Steve. No puedo dejar que hagas esto ¿por qué? ¿quieres dejarme más solo de lo que estoy?

—Tony, tú no estás solo. Nunca lo estuviste. Además, jamás te dejaría ¿no te gustaría ver al pequeño araña entrar tras esas puertas y buscarte con alegría? sé y apuesto que tu rostro se iluminaría en cuanto lo vieras entrar.

Sus cafés recorrieron el lugar hasta las puertas de fondo sintiendo una pequeña chispa de ilusión ante aquello, pagaría y daría lo que fuera por que él estuviera ahí.
Con lentitud giró hacia el rubio para verle con pesar por unos segundos antes de negar, tener a Peter junto a él de nuevo era algo que desearía mucho pero no a este precio.

—Verlo de nuevo sería lo mejor, pero no quiero perder a más personas. No quiero perderte a ti.

Las grandes y cálidas manos del mayor acariciaron las rasposas mejillas del contrario haciendo que levantara ligeramente el rostro y poder conectar así sus miradas, una pequeña sonrisa se tornó en su rostro queriendo hacerle sentir seguro de lo que sucedería.

—Tony, escucha y quiero que lo grabes por siempre en ti; jamás me perderás, jamás. Yo estaré en cada paso, en cada respirar y en cada brisa que acaricie tu suave piel. Estaré en cada aroma y textura que puedas sentir, incluso, estaré en cada bombeo de tu corazón. Yo soy parte de ti así como tú lo eres de mí.

Podía jurar que su corazón estaba acelerándose al punto que incluso ni su reactor podría contenerlo, no necesitó decir algo más para romper la pequeña barrera que se había formado entre ellos y derribarla con el beso que tanto se había reprimido en darle. Sus labios chocaron de forma brusca y parecieron sentir lo mismo al momento que se amoldaron con rapidez, los roces entre las puntas de sus lenguas fue indicio para adentrarse en la cavidad contraria y volver a explorar lo que ya era suyo.

Sus manos subieron hasta el firme y voluptuoso pecho del rubio donde apretó con suavidad en busca de las pequeñas protuberancias que quedaban entre los pliegues de sus dedos, pudo apretarlos y frotarlos entre sí sin ser brusco, por un momento pareció volver a la realidad y sentir que estaba siendo indebido con el mayor, pero el suave jadeo que soltó ante sus caricias fue suficiente para tirar a la borda la carente cordura del momento.

Pudo sentir las pesadas manos querer quitarle el saco de forma torpe, incluso los suaves tirones podían mostrar el nerviosismo que había. Le hizo fácil su tarea al momento de quitarse la prenda por sí mismo y tirarla sobre el sofá más cercano a ellos, no perdió más tiempo antes de dedicarse plenamente en desabotonar aquella camisa blanca que desde el momento que se presentó ante sus ojos precian gritarle que fuese arrancada con salvajismo.

—Tony... debemos, no aquí.

Sus besos descendieron hasta la barbilla y continuaron a la parte frontal del cuello donde se dedicó en apretar entre sus labios la diminuta manzana, comprendió la intención del mayor por lo que asintió mientras le guiaba a tientas hacia atrás para llegar a la habitación más cercana. La privacidad no le importaba en lo absoluto, pero tampoco se permitiría que alguien más pudiera ver cada poro de la hermosa piel de su rubio.

Siguió guiándole pasos atrás hasta sentirle chocar con la puerta siendo está abierta por el contrario quien le sonrió de forma lasciva, siguió guiando su cuerpo al interior hasta tener la distancia prudente con la cama y empujarle con plenitud contra ella. Se apresuró en cerrar la puerta con seguro antes de prestar total atención a lo que se devoraría en segundos; verle con las mejillas rojas y aquellos perfectos labios hinchados, su cuello marcado en un pequeño patrón de marcas rojas causando que su vista descendiera hasta el torso desnudo del rubio le provocaron un severo tirón en su entrepierna.

—Maldición, Rogers. Tengo tantas ganas de follarte que incluso estoy pensando que te rellenaré.

El rojo de sus mejillas se volvió más intenso y le resultó sumamente adorable por la sonrisa amplia que le estaba dedicando en esos instantes, se mantuvo quieto en su lugar degustándose plenamente en ver como poco a poco se desvestía para él. Como sus prendas eran aventadas a cualquier lugar del suelo y la hermosa piel que rogaba probar quedaba expuesta ante su mirada achocolatada, simplemente todo él era perfecto.

Le vió levantarse en total desnudez siendo atraído a cada segundo contra su cuerpo, no dudó en acortar la distancia y aferrarse firmemente contra las caderas del mayor queriendo dejar marca de sus manos por la fuerza, tenía tantos deseos de marcar cada zona blanca y mostrar que todo él le pertenecía.

Buscó besarle de nueva cuenta pero al parecer no tenían los mismos planes, pudo ver como se alejaba de su tacto y retrocedía algunos pasos de él. Sus grandes manos le jalaron hasta la orilla de la cama donde con fuerza medida le hizo sentarse y abrir las piernas lo suficiente para que pudiera acomodarse entre ellas.

—No quiero que me rellenes, quiero probarlo. Justo ahora.

NO ASÍ, NO TÚ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora