Capítulo XV.

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Hades.

Llevo ya dos días sin dormir bien, no sé que me pasa, se suponía que después de tantos años la había superado, se lo prometí a Kevin cuando comencé a protegerla por petición de su madre y tuve aquel accidente por el que él se sintió temendamente culpable.
Lo peor ha sido estar cerca de ella y tener que disimular siempre que nunca nos habíamos visto hasta que la madre decidió contarlo todo, se me ha hecho muy duro no poder contarle nada y peor aún tener que seguir ocultándole cosas.
Creo que debería salir un poco de casa, ir a ver a Triana y a Cristian... Y hablar con Kevin, estoy convencido de que él sabrá qué hacer, espero, no estoy seguro.
Les mando un mensaje a cada uno quedando a horas distintas para que no haya complicaciones y me levanto para prepararme.
Me meto a la ducha con calma, no hay demasiada prisa.

Al acabar me voy a mi cuarto a vestirme y ver si han respondido.
Respondo y salgo de mi cuarto ya listo para coger las llaves del coche y el olor a café, huevos revueltos y arepa con queso, inunda mis fosas nasales recordándome que no puebo bocado desde hace dos noches.
Me acerco la cocina y me encuentro a una Amaris de pelo recogido en una coleta alta, pero de igual manera el cabello le llega hasta casi la cintura, pantalones cortos, camiseta de tirantes grandes y sus característicos canturreos acompasados con leves movimientos que hacen que su preciosa melena se mueva con ella.
Siempre que tengo la oportunidad la observo sin que se dé cuenta, lo hago desde que éramos críos.
Tengo que alejarme de ella y aclararme las ideas o me volverá completamente loco y un empalagoso de mierda, cómo de niños, siempre hacía conmigo lo que se le antojaba y a día de hoy con solo mirarme puede lograrlo si se lo propone, es como si no hubiera pasado el tiempo y no nos hubiéramos separado nunca, al menos para mi.

-¿ Vas a desayunar?

Me había quedado embobado mirándola sin darme cuenta, espero que no piense cosas paranormales y raras o qué sé yo.

-Si, claro, si no es molestia me encantaría.

-Descuida, he hecho el desayuno para todos, no tenía más sueño y me aburría como en los discursos del director. -Sonríe y me mata cuando lo hace de la nada, justo como ahora mismo.

-Tranquila, es genial, no te preocupes.

Me sonríe de nuevo y salgo de la cocina con la excusa de poner la mesa para reordenar mis pensamientos y serenarme, trato de no mirarla cuando entro a la cocina y sobre todo de no rozarla lo más mínimo.
Desayunamos en silencio, sin si quiera una tos, sólo el sonido de los cubiertos y de remover el café, y al terminar recogemos todo y después de avisar al resto agarro las llaves y me voy a gran velocidad escaleras abajo, con su mirada incrédula a mi espalda al salir con tanta prisa del apartamento, para no comenzar una conversación que podría ser incluso más incómoda que el silencio del desayuno.

Voy a una tienda cercana para comprar algo de fruta y unos churros con chocolate caliente para que Triana desayune mientras yo me tomo una cerveza... O unas cuantas.
Si, voy a beber tan temprano, cada quien resuelve las cosas a su manera.

Y no, no soy un alcohólico, que nadie se alarme.

Llego tras 15 minutos comiéndome la cabeza en el coche y agradezco que ella ya me estuviera esperando y abriera rápido.
La saludo a ella y le acaricio la tripa para saludar al o la bebé, como aún está en los primeros meses no podemos saber qué será, aunque me gustaría un niño, una pequeña guerrera también estaría bien pero me costaría un poco cuando creciera, tendría que hacer todos los trámites para tener la licencia de armas, comprar la escopeta... Un montón de cosas...

-¿Qué te pasa Athan?- Me saca de mis pensamientos con su voz suave, me conoce a  la perfección y ella sabe todo lo que debe saber sobre mi vida, somos amigos desde la infancia, fue la amiga a la siempre le hablaba de Amaris y ella me hablaba de Kevin, conclusión, que nos contábamos nuestros amoríos de críos.

Helium: Corazón tocado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora