Capítulo 2

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Martes, 17 de septiembre, autobús, 8:15

Alba observaba desde su asiento como la morena del bus fruncía el ceño y segundos después un puchero se la formaba en los labios. Ella misma había sido testigo de como la chica se pasaba la mayor parte del trayecto jugado a un juego en su móvil, pasatiempo que a veces la sacaba de sus casillas provocando pequeños bufidos o gestos de disgusto. 

Era divertido mirar la cantidad de expresiones faciales que aquella desconocida era capaz de poner en apenas unos segundos, era todo un meme andante. Es cierto que a veces se regañaba a ella misma, no era normal mirar a una persona de manera casi ininterrumpida durante prácticamente media hora. Era raro y debía dejar de hacerlo, sin embargo ahí estaba observando como la morena volvía a caer en aquel juego de su smartphone.

Aquel martes llevaba una sudadera marrón sin capucha, unos pantalones negros con cadenas colgando de un lateral que llevaba metidos por dentro de unos calcetines blancos y unas Vans negras también. Si yo llevará eso me quedaría totalmente ridículo, pero a la cabrona la quedaba bien pensó Alba.

A veces fantaseaba con el tipo de persona que sería la morena, si sería más de pelis o de series, de playa o de montaña, de palomitas saladas o de mantequilla...

Miércoles, 18 de septiembre, autobús, 14:38.

Una madre sonría a su hija, una preciosa niña de unos tres añitos, mientras esta jugaba con la morena del bus que la hacía caras divertidas y se escondía detrás del asiento. La pequeña reía a carcajadas mientras trataba de agarrar la cara de la chica con sus pequeñas manitas. 

Alba miraba la escena muerta de ternura desde unos asientos más atrás justo en diagonal a donde la niña se encontraba sentada. Ella pensaba que disimulaba bien, cosa que no era para nada cierta, por lo que se sonrojó a más no poder cuando la madre de la niña la dedico una sonrisa antes de volver a centrar su atención en su hija y en el juego que mantenía con aquella chica. 

Poco después de entrar en la ciudad la madre avisó de que la siguiente era su parada y la pidió que se despidiera de la chica, para sorpresa de todos, incluso de la madre, la niña se acercó y dejo un besito en la mejilla de la muchacha lo cuál provoco una enorme sonrisa que contagió a la rubia.

¿Tendría hermanos pequeños? ¿ le gustarían los niños? se preguntó la rubia a si misma.

Lunes, 23 de septiembre, campus, 8:57. 

Alba salia disparada de la boca de metro mientras se encaminaba rápidamente hacia su facultad. Esa mañana se la habían pegado un poco las sabanas haciendo que tuviese que coger el bus de las 7:55 y por tanto retrasando todo su horario habitual. 

Esquivaba a la gente como podía mientras que buscaba la figura de sus amigos, y, aunque no los encontró si que diviso una figura bastante conocida, la chica del bus estaba ahí, caminando por su campus.

Lunes, 23 de septiembre, cafetería, 11:32.

Alba había sido incapaz de concentrarse en toda la mañana. Casi un mes había estado fantaseando con como sería la vida de esa chica y resulta que pasaban la mayoría de sus días en el mismo sitio. Por sus prisas había sido incapaz de ver a donde se dirigía la morena pero por lo menos ahora sabía algo más de ella. 

- ¿Que te pasa hoy Albita? Estas como en las nubes chica- la decía Júlia mientras movía su mano por delante de la cara de la rubia para llamar su atención.

- He visto a la chica del bus, aquí en el campus- explicó.

- Hostias mantecón tía, ahora que ya sabes que estudia aquí podrás por fin hablarla- bromeó María.

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