Capítulo 13

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Jueves, 9 abril,casa de la sierra, 17:56.

El autobús que las llevaba a la sierra había salido pronto por la mañana por lo que apenas a las doce del mediodía habían podido llegar a aquella casa donde iban a pasar los próximos cinco días. 

Natalia no podía esperar a dormir acurrucada a la rubia, despertase a su lado, poder conocerse mejor, tener intimidad... en definitiva aprovechar al máximo esos días.

Para la rubia aquel descanso también significaba mucho pero sobretodo se había propuesto quitarle las inseguridades a su chica para siempre y quizás, ya de paso oficializar la relación o por lo menos tener una conversación más clara sobre ese tema que la que tuvieron la primera vez en el bus.

- Hay bastante pueblecitos cerca de aquí a los podríamos ir y si no hace malo también he visto algunas rutas de senderismo para principiantes ¿que te parece ?- preguntó Natalia mientras no dejaba de buscar actividades que hacer por los alrededores.

- Todo plan que te lleve a ti en él me parece genial- murmuro mientras dejaba suaves besos en el cuello de la más alta.

Natalia posó su portátil en la mesa de café que había delante de ellas, reclinándose en el sofá ofreciendo a Alba más espacio de su cuello con el que jugar. La rubia ni ancha ni perezosa se sentó a horcajadas de Natalia iniciando un beso lento y profundo. 

Por primera vez en su relación la morena se dejo ir más allá y adentró sus manos en la sudadera rosa de Alba para tocar su piel desnuda. Paseaba sus dedos sin prisas impregnando sus huellas dactilares de cada milímetro de piel de la espalda de la chica. Al principio se movía de arriba a bajo, trazando su columna vertebral hasta que se dio cuenta de la falta de oposición, allí no había tela alguna que obstaculizara su camino. Jodida Reche, no lleva sujetador. Llevó de vuelta sus manos a la cadera de la chica donde apretó con ganas provocando un choque de sus cuerpos que hizo gemir a Alba. Aquel sonido tan animal avivó aún más su deseo por la rubia. Decidió dar un paso más y arañó ligeramente su espalda lo que hizo que Alba balancease sus caderas generando más fricción entre ambos cuerpos.

Alba se sentía excitada. Natalia la estaba poniendo cachonda como muy poca gente lo había hecho en su vida. El calor que desprendía la chica, cómo la hacía sentirse deseada, las provocativas caricias en su espalda... no quería parar, de hecho quería ir cada vez a más. Ni se lo pensó, volvió a besar y morder su cuello y cuando notó las grandes manos de Natalia rodear su culo creyó que se corría ahí mismo. 

Ella nunca había tenido pudor en admitir que se masturbaba, lo disfrutaba pero no era equiparable a lo que sentía cuando se acostaba con otra persona. El nacimiento de Laia no había acabado con su apetito sexual pero si  lo había desplazado a un segundo o tercer plan. Siempre se había considerado una persona sexual, la gustaba el sexo y disfrutaba de ello pero cuando tienes una niña de tres años la alivido no es algo a lo que puedas dar rienda suelta. ¿Si apenas tenía tiempo cómo iba a encontrar a alguien con quien tuviese suficiente química y confianza como para follar? 

Pero ahí estaba, encima de Natalia y con unas ganas insoportables de recorrerla entera. 

- Espera, ¿estas segura? no quiero que sea un calentón tonto- decía Natalia.

- Hace mucho que esto dejo de tratarse de lo mucho que me pones, ¿tú estas incomoda? ¿quieres parar?

- Ni de coña, ahora mismo sólo puedo pensar en las diferentes formas de cómo te voy a hacer gritar mi nombre hasta la hora de cenar- Hostia puta Natalia.

Ya está. Quería que Natalia cumpliese con lo que había dicho y no quería esperar. Tiró de la morena hasta la habitación de invitados que estaban ocupando y la hizo sentarse en el colchón para recuperar la postura que tenían en el sofá.

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