Apodos de WhatsApp

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—Si sé cómo te llamas, pero ¿cómo quieres que te agregue?—

El panorama cambió por completo, solo era yo el que no sabía su nombre, así que lo único que se me ocurrió responderle fue: —Emmm Como Señora Lety— Definitivamente las respuestas creativas no eran mi fuerte.

No obstante a Arven le pareció gracioso, envió muchos emogis de risa y un audio donde reía divertida, al fondo se escuchaba una canción de Metallica llamada Nothing else matters, y entre risas dijo: —No sé si reír o cantar—

Cuando el audio terminó le pregunté cómo me iba agregar, y ella dijo que evidentemente como Doña Lety no, que mejor le dijera como agregarme, siguiendo el círculo vicioso le dije: — ¡Pues como quieras!— A lo que firme respondió:

—Bien, te nombraré Como quieras— Le envié tres emogis de combinación de risa y asco, y otro mensaje un tanto largo llegó:

—Te llamas Arturo ¿Verdad?, pero casi nadie te llama así. Te pondré Arturo y un corazón sin relleno, ¿te gusta?

—Me parece perfecto, #ArturoCorazónSinRelleno

—Listo, ¿Te envío el archivo en PDF o en Word?

— ¡En PDF está perfecto!— Estaba completamente de acuerdo, ahora me tocaba registrarla a mí:

—Ahora, ¿cómo te agrego yo?— envié.

Arven de inmediato y siguiendo el juego dijo que podría ponerle como yo gustara, finalmente solo tenía un nombre, entonces decidí darle variantes al nombre que tenía en Facebook: ARVEN. —Puedo ponerte Arvi, Arven, Ari—

Su descontento se hiso evidente enseguida y refutó: — ¡No me llamo Arven!—

Y no se me ocurrió un argumento más cuerdo que: —Así aparece en tu perfil jaja—

—Joder, ¡¿por qué todos piensan eso?!— Demonios esta vez sí fue muy obvio que metí la pata, hora de disculparse.

—Lo siento—Ella dijo que no me preocupara, que solo había fingido molestia para reírse de mi reacción ya que eso de que todos conjeturaran que su nombre era Arven era común.

—No te disculpes pasa a menudo, mi nombre es Alice. Arven es el nombre de una ciudad utópica presente en uno de mis libros favoritos, se llama La reina roja de Victoria Aveyard, deberías leerlo—

Hice caso omiso a lo del libro y le pregunté de nuevo cómo quería que la registrara, ella solo dijo que debía ser lindo, le propuse ponerle tomatito porque se sonrojaba mucho cundo bailaba conmigo, objetó enseguida que parecía más una fresa porque tenía pecas en los pómulos, la verdad yo no las había notado, sus ojos y su sonrisa siempre se llevaban el protagónico cuando la miraba. En fin, decidí ponerle: Fresita y el emogi de la flor, y le fascinó.

Una noche con la chica de mis sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora