Capítulo 6

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Finalmente, las cosas se calman y Thomy lleva a Renato de vuelta a su celda.

—Probablemente estará acá tan pronto como se despierte—le dice Thomy—. Tengo que mover sus cosas, así que estaré dentro y fuera por un momento. Puedo dejar la puerta abierta, pero las esposas deben permanecer puestas.

—Solo encerrame— dice Renato, queriendo quitarse las esposas. Él las odia más de lo que odia estar encerrado.

Thomy asiente y le quita las esposas antes de encerrar a Renato. El castaño se hunde en su cama y se pasa una mano por la cara, tratando de averiguar qué diablos está sintiendo. Molesto consigo mismo, ante todo. Él podría estar fuera ahora mismo. Tuvo tantas oportunidades perfectas y las había dejado pasar. ¿Por qué? No tiene ningún sentido.

Y luego, después de la molestia, es la ira. Enojo por estar en esta maldita situación en primer lugar. Enojo con todos los que lo rodean por mantenerlo acá sin su consentimiento. La ira con el mundo por ser como es.

Y luego está la sensación a la que no está acostumbrado. Que ha evitado durante tanto tiempo. No era como si no se hubiera encontrado con una sola persona decente en el momento en que estuvo solo. Renato nunca se detuvo el tiempo suficiente para hablar con ninguno de ellos, para pedirles que lo dejen acompañarlo, porque él no quiere eso. Ya no quiere sentir por las personas, porque es demasiado fácil perder a todos, y no puede pasar por eso otra vez. No puede pasar por la pérdida, o la preocupación constante. Y eso es lo que él siente. Preocupación por el chico con los ojos verdes y la bala en su hombro.

Renato escucha que alguien se mueve alrededor de la celda frente a la suya. Se levanta y riza sus manos alrededor de los barrotes para ver a Thomy haciendo la cama en la litera superior. —¿Qué estás haciendo? — Renato pregunta.

Thomy lo mira y le frunce el entrecejo. —¿Lo que ves? — se burla—. Estoy haciendo una cama, obviamente.

—¿Para quién?

—Gabriel— dice Thomy, metiendo la esquina de una sábana—. Se está mudando con vos, por el momento. Hace que todos se sientan más seguros o algo así, porque la mitad de ellos todavía están convencidos de que sos psicótico.

—Tal vez lo soy— Renato se encuentra diciendo.

Thomy se endereza y le da a Renato una sonrisa deslumbrante. —Sí, pero yo también.

Los dedos de Renato se aprietan alrededor de los barrotes mientras observa a Thomy terminar de hacer la cama y luego abandona la celda de nuevo. Minutos después regresa, y esta vez está luchando por llevar un estante, un marco de fotos, unas cuantas velas y otra manta. Renato observa mientras coloca el estante al lado del lavamanos y luego lo decora con la fotografía y las velas, y luego cuelga la manta frente a la puerta y la retuerce un poco para que Renato aún pueda ver el interior. Thomy echa un vistazo a su obra y sonríe a Renato.

—No está mal, ¿no?—pregunta—. Aunque no entiendo porque Gabriel va dormir en la cama superior.

Por primera vez, Renato no tiene idea de cómo responder a Thomy, por lo que no lo hace. Thomy se acerca a él y abre la puerta de su celda y luego se inclina en la puerta.

—No sos tan malo, ¿verdad?—Thomy pregunta.

Renato se encoge de hombros. —Depende de vos decidir, ¿no?

Thomy agacha la cabeza hacia un lado. —Podrías haber corrido antes. La puerta estaba abierta. Te di varias oportunidades para tomar mi arma.

Renato se hunde en su cama. —Podría haberlo hecho— está de acuerdo.

—Entonces, ¿por qué no lo hiciste?

Renato se encoge de hombros. —Todavía estoy tratando de resolver esto.

Mal MomentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora