Capítulo 15

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Renato se despierta cuando alguien lo toca. No de forma inapropiada. Solo una mano suave acariciando su mejilla, sobre sus cejas, trazando su boca. Sin embargo, todavía lo alarma y se sienta rápido, agarrando la muñeca de la persona, y claro que es Gabriel. ¿Quién más sería?

Se ve tan triste y vulnerable. Sus ojos están muy abiertos y sus cejas se juntan, y tiene bolsas debajo de los ojos que le permiten a Renato saber que realmente no durmió la noche anterior.

—Buenos días— dice Gabriel suavemente.

Renato lo empuja. Gabriel obviamente no esperaba eso, porque tropieza hacia atrás, golpeando la pared. Bien, piensa Renato mientras se levanta de la cama.

—No me toques—le dice Renato—. No quiero que me toques.

—Renato...

—¡No!—le grita Renato—. Lo que hiciste ayer, ¿cómo pudiste? ¿Sabes lo que me hizo eso? Después de que te dije que no me dejes atrás. Te dije que no hicieras eso y lo hiciste de todos modos. Me dejaste y luego bajaste y pensé... pensé que habías muerto y podrías haberlo hecho. ¿Te das cuenta de lo que me hubiera hecho eso?

Está gritando en la cara de Gabriel y el rizado todavía lo está mirando con esos ojos tristes. Renato lo empuja de nuevo, y de nuevo, a pesar de que no hay ningún lugar para que su cuerpo retroceda. Por otra parte, Gabriel es más fuerte que él y los empujones de Renato apenas mueven sus hombros, lo que solo frustra más al castaño, así que sigue haciéndolo hasta que golpea sus puños en el pecho de Gabriel.

Es como una estúpida película romántica donde la heroína está llorando y golpeando al héroe y luego él agarra sus muñecas y la atrae hacia él. Por eso, cuando Gabriel agarra las muñecas de Renato y lo tira hacia él, el castaño se retira de su agarre y se mueve fuera de su alcance.

—¿Qué esperabas que hiciera?—Gabriel demanda, esa mirada triste se agrieta en una de enojo—. ¿Dejarte salir? ¿Para qué pudieras morir? ¿Qué crees que me haría eso?

—¿Así que está bien que te sacrifiques vos pero yo no?—escupe Renato—. Eso no es justo.

Una vez más, la expresión de Gabriel se desquebraja, él hace un sonido estrangulado y avanza para agarrar a Renato, sin dejar que el castaño se aleje de él. Esta vez, Renato tampoco intenta empujarlo, porque siente las lágrimas de Gabriel sobre su cuello, siente que le tiembla el cuerpo y Renato no es una persona lo suficientemente mala como para alejarlo.

—No podía arriesgarme, ¿de acuerdo? —dice Gabriel contra él—. No pude. No pude, lo siento, pero si tuviera otra oportunidad, lo haría de nuevo— se retira y su expresión se endurece una vez más, y Renato está empezando a sufrir latigazos emocionales por el estado de animo constantemente cambiante de Gabriel—. Lo haría de nuevo.

—No tendrás oportunidad de hacerlo—le dice Renato—. La próxima vez, no voy a dejar que te alejes de mi, incluso si tengo que aferrarme a vos todo el maldito tiempo.

Gabriel parece que va a discutir, pero se detiene y asiente. —Supongo que no puedo detenerte.

—No podes.

Gabriel asiente de nuevo y se pasa una mano por el pelo mientras Renato se hunde en la cama—. Tenemos que despedirlos— dice Gabriel después de un momento de silencio—. A Carlos y a Migue.

—¿Tenes palas?—pregunta Renato.

—Sí.

Renato se levanta. —Te ayudaré.

—Bueno.

Es tarde en el día, pero casi todo el mundo está aún dormido cuando Gabriel lleva las palas y salen al patio. El patio está lleno de cuerpos de muertos, y su olor cuelga en el aire. Renato apenas se da cuenta.

Mal MomentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora