Capítulo 14

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La noche siguiente se despiertan con alguien gritando. Renato se endereza, su estómago se retuerce, luchando por agarrar a Gabriel, quien ya está saltando de la cama y poniéndose su remera.

—¿Qué está pasando?—Renato pregunta, luchando por despertar su cerebro todavía medio dormido.

Gabriel sacude la cabeza. —No sé— dice, poniéndose las botas—. Quedate acá.

Renato se levanta de la cama con los ojos entrecerrados. —De ninguna manera.

Gabriel se da vuelta y mira a Renato suplicante mientras otro grito suena a través de la prisión. —Renato, por favor.

—No.

Gabriel lo agarra por los hombros y dice: —No puedo dejar que te lastimes, quedate acá.

Renato lo empuja. —Vos vas, yo voy.

Gabriel hace un sonido frustrado pero no discute después de eso. No tienen tiempo.

Abre la puerta y luego corren por el pasillo, dirigiéndose hacia el bloque principal. Gabriel se detiene y se apresura a abrir la sala de armas, pero la puerta ya está abierta. Eso hace que la preocupación de Renato se profundice, porque nunca dejan la sala de armas sin llave. La única razón por la que alguien lo haría es si tuviera demasiada prisa para detenerse.

Renato agarra su Katana mientras Gabriel toma un arma y luego dejan la puerta abierta también. Encuentran a Marco en los brazos de Sam.

—¿Qué pasó?—Gabriel exige.

—Mari y Carlos estaban de guardia. La puerta estaba abierta, nadie se dio cuenta, y una manada...

Gabriel no espera más respuesta. Renato trota para alcanzarlo mientras se dirigen hacia afuera, y cierra la puerta con cuidado detrás de ellos.

Las luces de emergencia se han encendido, y todo está iluminado. La puerta que da al campo está cerrada, pero el campo en sí está lleno de vivos y muertos. Están por todas partes. Grego y Thomy están de espaldas en el medio, abatiendo tantos como pueden. También puede ver a Julián, más cerca de la puerta que ahora está cerrada de nuevo.

Sin embargo, todavía hay muchos, pero no los suficientes para que no puedan manejarlo. Renato cree que pueden con esto.

Gabriel corre hacia la puerta mientras Renato está distraído, y luego la abre y se mueve hacia el otro lado, y la cierra mientras el castaño corre hacia él. La bloquea justo cuando Renato llega allí, dejándolos en lados opuestos.

Renato lo mira fijamente, en shock. Eso no podría haber ocurrido. Renato le grita, pero Gabriel no se da vuelta. Simplemente comienza a disparar, mientras que el castaño se queda allí, indefenso. El podría correr hacia adentro, ver si alguien tiene un juego de llaves, pero no puede, porque si algo le sucede a Gabriel cuando esté dentro, no sabe lo que haría. Simplemente no puede suceder.

Renato está sacudiendo la cabeza y enroscando los dedos alrededor de la cerca. Se estremece, aunque es más que cálido afuera. Se siente frío por todas partes, y no puede apartar los ojos de Gabriel. La ira tuerce sus entrañas tanto como la preocupación. ¿Cómo se atreve a mantenerlo fuera de una pelea en la que está más que dispuesto a ser parte? ¿No le había prometido ayer que no haría eso? ¿Qué no lo dejaría atrás?

Gabriel corre por Julián, que está más cerca de la otra puerta y rodeado por el grupo más grande. Renato retiene el aliento cuando muchos de ellos dejan de empujarse el uno al otro para llegar a Julián, y voltean para perseguir a Gabriel. Él no sabe lo que está pasando con los demás. Oye a Thomy gritar el nombre de Grego, y una mujer grita y él no puede hacer nada para ayudar porque está atrapado detrás de la maldita cerca, atascado viendo todo lo que sucede.

Mal MomentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora