Capítulo 4

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Gabriel se despierta cuando Julián regresa llevando una bandeja de comida con él. Tal vez para un extraño, Julián parecería tranquilo y relajado, pero Gabriel sabe que está nervioso. Sabe que Renato lo está poniendo nervioso, excepto quizá a Grego y a él. Gregorio está demasiado ansioso ante la perspectiva de que alguien más pueda ayudar a cuidar a todos, y Gabriel no puede negar que Renato probablemente sea capaz.

Ocho meses. Ha estado solo por más de ocho meses. Está haciendo algo bien, al parecer. Gabriel necesita saber qué es. Y piensa que Renato podría ser de gran ayuda, si pudieran lograr que se relaje y que todos los demás lo acepten.

Excepto que Renato está asustado. Puede verlo en los ojos del castaño, en la forma en que se sostiene a sí mismo. Está buscando una salida, aunque él, Julián y Thomy le habían explicado que no hay una. Y no hay a menos que quiera ir en un alboroto y matar a todos, está atrapado. Y Gabriel realmente, realmente espera que Renato sea mejor que eso. Si alguien se lastimaba porque Gabriel es demasiado amable para dejar morir a este chico, nunca se lo perdonarían, y por mucho que quiera hacer que Renato se sienta cómodo, si se tratara de Renato o de cualquiera de los demás, Gabriel lo mataría.

Renato todavía está dormido cuando Julián entra en la celda. Sostiene la bandeja mientras Gabriel salta de la litera.  Julián mira a Renato con cautela. —Apuesto a que no ha dormido toda la noche en meses.

Gabriel asiente con la cabeza y acepta el plato de puré instantáneo. Sabe demasiado asqueroso, pero al menos tiene que comer. —Creo que tenés razón—Gabriel está de acuerdo—. Deberías haberlo visto en la ducha. Creo que estaba a punto de llorar porque en realidad tenemos agua caliente.

Los labios de Julián se curvan. —¿Lo viste en la ducha?

Gabriel siente que el calor sube a sus mejillas. —No, yo sólo...

—Claro— dice Julián, sonriendo—. Entonces, el hecho de que esté así de bueno no tuvo ningún efecto en tu decisión de salvarlo.

No, no lo había hecho. Gabriel ni siquiera sabía que aspecto tenía cuando recogió el cuerpo para llevarlo al auto. La forma en que Julián lo había golpeado hizo que Renato se derrumbara sobre sí mismo, con la cara presionada contra el suelo. Todo lo que había visto era un chico con ropa manchada de sangre y suciedad. Parecía indefenso, y Gabriel no podía dejarlo.

Renato es atractivo. Ahora que se ha bañado, es aún más obvio. La piel suave. Su cabello castaño. Ojos grandes y marrones enmarcados por pestañas oscuras y esa boca. Pero la belleza ya no es realmente importante.

—No fue así— Gabriel niega con sinceridad—. Lo habría salvado sin importar su aspecto.

Julián se ríe, pero es un sonido cariñoso, no burlón. —Lo sé— admite—. Eso es lo que te hacer ser vos.

Gabriel resopla y mete más comida en su boca mientras Julián se apoya contra la pared. —Grego se siente mejor— dice—. Vamos a salir mañana. Thomy dijo que estaba bien.

Gabriel traga y asiente. —Bueno. Tengo una lista de cosas que necesitamos.

—He estado pensando— dice Julián, tirando de una cadena en su camisa—. Hay un centro comercial no muy lejos de acá.

Gabriel sacude la cabeza rápidamente. —De ninguna manera.

—Pero...

—No— responde Gabriel.

—Dale, Gabi. Pensalo. Está lleno de ropa, comida y no solo eso, quizá podemos encontrar algún lugar donde haya semillas y comenzar a cultivar alimentos. Imagina lo genial que sería comer vegetales de verdad de nuevo.

Mal MomentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora