MI HISTORIA

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Mi nombre es Kobayashi Aika y tengo 22 años.

Tengo una carrera universitaria en Ciencias y soy la heredera de la empresa de mi padre.

Desde pequeña he sido la niña mimada de la familia. Nunca jamás me ha faltado de nada. Además, mis padres siempre me han tratado con mucho cariño y no les importó que mis estudios se basen en el campo científico y no en el campo de abogacía como el resto de miembros de la familia.

Mucha gente me ha odiado por ser tan afortunada, pero no es mi culpa. Tampoco mi vida es un camino de rosas. Mi padre recibe amenazas de competidores prácticamente a diario y denunciar es algo impensable, podría arruinar la imagen perfecta de la familia perfecta a ojos de los medios de comunicación. Mi madre, por otro lado, tiene una familia un tanto peculiar. Ella conoció a mi padre en la misma universidad y desde el principio mis abuelos no lo querían para ella. Eso ha provocado tensiones con mi familia materna, tantas que apenas los veo unas veces al año.

Mi padre, pese a todo, es un gran hombre y ama su empresa desde que empezó a regentarla a los 24 años. Mi abuelo paterno falleció joven y mi abuela no quería tomar el control, así que no quedó otro remedio que dejar al único heredero llevarla solo y sin ayuda.

Dicen que quien tiene un amigo tiene un tesoro, pero para alguien como yo eso es casi imposible.

Desde que entré en la escuela primaria todos sabían de quién era hija e intentaban llevarse bien conmigo para evitarse problemas. Cada vez que hacía un amigo, ese amigo era falso. Llegó un momento que al entrar en la secundaria directamente pasé de intentar congeniar con la gente. En educación física fingía estar enferma cuando había que ponerse en grupos o parejas, y gracias al dinero de mi padre, pude sobornar a esos profesores para que me pusiesen al menos un "bien" en la asignatura.

Esas cosas hacían a mis compañeras enojar. Y digo compañeras no porque estuviese en una escuela femenina, que no lo estuve, era mixta y privada, sino porque a los chicos les daba miedo los guardaespaldas que me acompañaban a clases. Las chicas, por otro lado, lo tenían más fácil. A veces, me esperaban en el baño y me quitaban las cosas. Otras, iban a los vestuarios del gimnasio y allí se reían de mí por estar sola y ser una niña de papá.

Así me mantuve siendo acosada durante secundaria y preparatoria. Seis años que se me hicieron eternos, pero nunca les comenté nada a mis padres, ni les dije porqué mis libros se mojaban o porqué tenía un moratón en el brazo.

Debo de ser fuerte y para ello, tengo que sobrevivir sola. Algo tan infantil como eso no puede acabar conmigo, pues el día de mañana ellas trabajarán para mí, pero no en la oficina delante de un ordenador Apple, sino con una bayeta estrujada limpiando el suelo de rodillas.

Por favor, no pienses que soy una persona cruel, es sólo que creo que el karma nos llega a todos y a ellas les va a llegar un poquito antes.

Para que sepáis un poco más de mí, os diré que no quise estudiar Derecho porque me parecía que los jueces y abogados son gente que tiene que defender y juzgar a gente inocente o gente horrible, y proteger a la víctima es algo que todos queremos hacer, pero cuando tienes que ser el escudo de un asesino, violador o ladrón te planteas qué has estado haciendo durante esos cuatro años de tu vida dejando suelto a la rata más mala.

Aparte de eso, las ciencias me han fascinado desde pequeña. Pero no el pasarme el día estudiando las estrellas o mirando minerales. No, yo prefiero mezclar productos químicos en probetas y esperar a ver la reacción que produce. Es cierto que he tenido accidentes graves con químicos poderosos como los sulfuros y el amoníaco, pero es parte de la inexperiencia que poseía.

De nuevo sé que mis estudios no tienen que ver con la herencia que me dejará mi padre, pues su empresa se dedica a exportar armas al extranjero. Sí, has oído bien, armas.

No es que mis padre las fabrique, las meta en cajas y las envíe a países de conflico, no. Nosotros extraemos acero y otros metales y fabricamos las piezas de algunos modelos nuevos militares y estos los compran países que pertenecen exclusivamente a la OTAM y con permiso de esta.

Espero que ahora también entendáis porqué el negocio de mi padre no me fascina tanto. Él se dedica a viajar y cerrar tratos que sólo un hombre con estudios de ese tipo se atrevería a hacer. Yo prefiero quedarme en el laboratorio e investigar vacunas contra el cáncer y darlas de manera gratuita a quien las necesite.

Como veis, aunque sea rica, el dinero no me interesa si no puedo aprovecharlo en algo que sea valioso.

Sólo quiero utilizar la suerte que me han dado de tenerlo todo para darlo a la gente que no tenga nada para sus enfermos.

Pero no todo puede tener un final feliz en la vida y, en ocasiones, los planes se truncan, y ahí es donde entra ella, la ladrona más buscada en Japón. Rikako Aida, alias Riko san.

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