PULSACIONES

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Salimos de la gasolinera cuando ya rozaban las 21:00 horas y volví a alejarme de Tokio por la autopista. Pasado el rato, adelantamos el cruce de arena donde había acabado persiguiendo a la experta fugitiva que tenía a mi lado, o eso pensé entonces. Luego descubrí que era una ladrona torpe y que tenía la suerte de un novato. Si esto fuera una peli, sería una comedia.

- Vamos a parar antes a dormir por aquí cerca.

- ¿Pero y las cámaras? - Me dijo preocupada.

- Tranquila, suelo ir a menudo y las cámaras hace años que no funcionan.

Al fin divisé el cartel del pequeño motel. Desde luego no era un lugar de cinco estrellas, pero daba el pase para una fugitiva y su chófer.

- Venga, baja. Voy a pedir una habitación.

- ¿No es un poco pronto? Apenas te conozco.

- No seas estúpida. Lo que me hacía falta ya era compartir cama con una ladrona.

Subí el escalón que daba a la recepción del motel.

- Buenas noches, quisiera una habitación doble. Hasta mañana al mediodía.

- Serán 12$. ¿Querrán desayuno?

- No, sólo será para descansar.

Pagué al recepcionista y me entregó unas llaves con un llavero amarillo que ponía 22.

Salí de recepción y con un gesto de mis manos llamé la atención de Aida.

Subimos en silencio las escaleras que daban al segundo piso y nos paramos en la segunda puerta. Introduje las llaves y, al abrir, entramos deprisa en el pequeño apartamento. Cerré con llave y la dejé en la cerradura para bloquearla.

Puede que el sitio no sea el más acojedor, pero tiene cuarto de baño y una nevera pequeña.

Aida entró primero al servicio y, cuando salió me dijo al verme sentada en la cama.

- Esa es mía.

- No he visto que tenga tu nombre.

Frunció el ceño.

- Venga, ve al servicio ya.

Me levanté y solté mi móvil en la mesilla para que cargase.

- Cuando vuelva no quiero ver a nadie en esa cama, ¿estamos? - Amenacé.

Giró sus ojos y aproveché para encerrarme unos instantes en el baño. Me lavé la cara con agua y miré mi reflejo.

- ¿Qué demonios haces, Aika? - pensé

Suspiré con pesadez y me sequé el rostro. Utilicé el baño un poco más y salí.

Me estaba arreglando el pelo en un moño bajo cuando la vi echada en mi cama.

- Creí haberte dicho que no quería ver a nadie en mi cama.

- Lo dijiste.

- Pues fuera de mi cama.

- ¿Qué más te da? La otra también sirve.

- Mira, Aida. La que ha pagado por el cuarto he sido yo.

Molesta se levantó y se metió en la otra cama.

- Bien. Buenas noches - Dije satisfecha.

Ella ni siquiera contestó. Solo se tapó la cabeza he intentó dormir.

No fui consciente del tiempo que pasé despierta hasta que mi móvil se iluminó. Estiré mi brazo y lo tomé. Era una actualización del noticiero Tokio News, pero no pude leer siquiera el título sin tener mis gafas puestas.

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