SOLAS

187 41 27
                                    

Corrimos en silencio, evitando a la gente, en especial a la policía.

Tuvimos que dar varias vueltas por los callejones y escondernos detrás de contenedores de basura para que no nos viesen.

Al fin, tuvimos la oportunidad de escapar y llegamos al linde del bosque. Eran un conjunto de pinares jóvenes y sanos, con ramas fuertes y verdes. Parecía que el bosque fue plantado hará pocos años, pero la cosa cambió radicalmente cuando más nos adentrábamos.

Los pinos ya no eran tan verdes, algunos casi rozaban el color negro de sus hojas y las ramas parecían que se desplomarían en cualquier momento.

Del ruido del pueblo pasamos a un silencio palpitante. No había ni un alma, ni humana ni animal, sólo silencio y nada más.

Aún no anochecía del todo y aquí ya parecía noche cerrada.

Nada.

Solo estábamos nosotras caminando sin saber exactamente a dónde. No veía bien el moho de los árboles y aunque usase la linterna del móvil, el moho estaba en todas direcciones por la humedad y no sabía dónde estaba el sur.

- Si pudiese ver las estrellas podría encontrar el Este u Oeste con facilidad, pero aún no es medianoche - Le dije.

- Andemos un poco más a ver si encontramos una explanada al menos.

Seguimos trazando un camino en línea recta. Continuamos así durante minutos y no aparecía ni un solo claro en el bosque. Solo pinos.

- Empiezo a pensar que fue mala idea venir aquí.

- No digas eso Aika. No nos queda otro remedio.

Volvimos a caminar durante otro rato y me pareció escuchar algo.

- Espera - Paré en seco a Aida con mi brazo.

- ¿Has oído algo? ¿Nos siguen?

- No es eso... pero viene de allí.

Señalé a mi derecha y avancé con curiosidad. Podía escuchar murmullos, pero no de personas, era algo natural.

Volví a parar en seco y me detuve a escuchar por segunda vez.

- No me hagas mucho caso pero creo que he encontrado agua.

Aida también prestó atención y dio varios pasos en dirección al sonido. Una sonrisa se formó en sus labios.

- Nos acabas de salvar - Me dijo y echó a correr hacia esa dirección.

Yo hice lo mismo y como recompensa, encontramos un pequeño riachuelo que corría salvaje por mitad del bosque.

De repente, me entró sed y me agaché para beber el agua que atrapaba con mis manos.

Estuvimos bebiendo un buen rato y eso nos dio ganas de ir al servicio, así que nos turnamos.

La noche ya había caído y estaba tan oscuro que apenas podía ver a un palmo de distancia. Corría una brisa fresca pero que helaba la sangre.

- ¿Dónde vamos a pasar la noche? - Le pregunté

- Pues no nos queda otra que pasarla aquí.

- ¿En mitad del bosque? - La sola idea ya me aterraba.

- No podemos confiar en encontrar algo mejor... aunque de miedo nos tenemos la una a la otra, así que dormiremos en turnos.

Rebusqué en mi mochila algo de comida y saqué un envoltorio con varios bocadillos.

- Toma. Necesitamos fuerzas.

- Gracias - Me dijo mientras nos sentábamos en un borde del riachuelo con los pies siendo masajeados por el agua.

FUERA DE LA LEY Donde viven las historias. Descúbrelo ahora