TORMENTA

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«TOKIO, JAPÓN»

Es temprano en la mañana. Apenas ha salido el sol y han aparecido nubes grises. El hombre del tiempo avisó de posibles fuertes lluvias en prácticamente todo Japón, pero eso no me importa. Tengo que hacer unas llamadas antes de irme de aquí. Lo más seguro es que al salir de casa ya haya empezado a llover.

Las 6:35 de la mañana.

Miré el reloj de mi mesilla de noche. Me ajusté las gafas y me puse mi yukata negro.

- Va siendo hora de empezar - Dije saliendo de la habitación.

Avancé por el largo pasillo de madera. Mientras iba camino a mi despacho, me tropecé con algunos de mis guardias privados, que, inclinando su cabeza, me daban los buenos días.

Al final del largo pasillo había una puerta corredera decorada con hermosas grullas posadas en el agua de un gran lago.

Deslicé mi mano por la superficie y entré a la gran habitación.

- Padre, buenos días.

- Arisa - Mi hija estaba de pie enfrente al escritorio - Es temprano. Deberías dormir un poco más.

Me acerqué a ella y besé su mejilla.

- Tengo que preguntarte algo. ¿Es cierto que estás siguiendo la pista de esas dos?

- ¿De quiénes, querida? - Tomé un puro de la mesa y lo encendí con una cerilla.

Iba a coger el cenicero de cerámica blanca, pero ella lo apartó.

- No finjas, papá. Te hablo de las chicas fugitivas.

Me rasqué la frente con una mano mientras me sentaba.

- Hace tiempo que la Policía las busca. Siendo específicos, dos meses. No tiene nada de malo que yo haga una investigación paralela...

- Papá, sé por dónde quieres llegar. Tú no estás colaborando con la justicia, estás tomando tu propia justicia - Se sentó en la silla, enfrente de mí.

Tiré la ceniza. Alcé mis ojos a los suyos. Tiene los mismos ojos oscuros de su madre, siempre anticipándose y queriendo saber más.

- Debes saber que son peligrosas. Envié a los chicos al bosque donde las perdieron de vista.

Arisa asintió con su cabeza esperando a que siguiera.

- La Policía encontró huellas de pisadas, estaban buscando a los dos agentes desaparecidos y no dieron con ellos. Solo encontraron sangre, una pistola y varias balas vacías.

Mi hija no parecía entender bien qué le estaba diciendo.

- Ven conmigo - Me levanté y extendí mi mano para que ella me acompañara.

La conduje hacia uno de los establos que tenemos en la gran parcela de la mansión.

Un guardia abrió la puerta y nos acompañó adentro junto con varios más.

- Señor, no creo que vaya a ser agradable - Un guardaespaldas me dijo al oído.

- Es mejor que lo vea.

Atraje a Arisa hasta el interior del establo y le señalé al montón de paja acumulada. Ella se acercó curiosa y se llevó las manos a la boca.

Me coloqué a su lado y hablé:

- Son peores de lo que imaginé.

Encima de la paja se encontraban dos cadáveres vestidos de Policía, llenos de barro y con algunas hojas. Uno tenía varias puñaladas, el otro un golpe tan bizarro en el cráneo que apenas se distinguía su cara.

FUERA DE LA LEY Donde viven las historias. Descúbrelo ahora